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martes, marzo 29, 2011

"Las Figuras y los Presidentes"

                        

Escrito por Roberto García Yuste.
“Deseo un espectáculo más libre en el que el presidente no tuviese tanto peso en las decisiones y sí el torero, que es el protagonista y, por tanto, debe ser el responsable”. Comentario ridículo de quien se cree máxima figura actual, Julián López Escobar “EL JULI”, en el epílogo final de las Jornadas sobre Tauromaquia organizadas por la Junta de Andalucía y la Asociación Taurina Parlamentaria en la Real Maestranza de Sevilla.

¿Para esto se quiere pasar la Fiesta a cultura? No me entra en la cabeza cómo una “figura” puede meter tanto la pata y perder los papeles. Ya sabemos que El Juli no es un torero para aficionados, sí un torero para el público festivalero y sin percepciones críticas que pasen por alto su concepto artístico, consistente en el desplazamiento de la embestida a que somete a los toros, a lo que nos tiene acostumbrados y siempre con la “pata-atrás”; al “julipié”, saltito feo que realiza a la hora de matar y que tan resultado efectivo le da; a sus tejemanejes en sorteos, ganaderías, vetos a compañeros, composición de carteles y más jugarretas de este personaje, que suponen un FRAUDE para la Fiesta, acompañado siempre y consentido el visto bueno de su apoderado y de su padre, para este dolo y repartirse así las ganancias. Y más fechorías podrán hacer si están unidos los presidentes, los toreros, los empresarios y los ganaderos. Ahí si van de la mano, pero para exigir responsabilidades y buscar la rigurosidad, la pureza, la transparencia, la integridad y lo bueno para el espectáculo y beneficiar al aficionado cada uno va a su particular interés, quedando perjudicado el de siempre, el que mantiene vivo esto, el que paga.

A un aficionado le llega el colmo de que un torero solo quiera ser el único protagonista y el responsable, cuando de verdad el único protagonista en este mundo taurino debe ser EL TORO el que debe mantener la Fiesta, con su integridad, su casta y su bravura. Este torero se preocupa más de su imagen que de la recuperación de la casta en el campo bravo.

Por otra parte, “no se quiere que la fiesta siga en Interior porque en Cultura estará más protegida”. Esto alegan los del G-10, con Julián como uno de los cabecillas que lo tienen en mente entre otras cosas y es uno de sus objetivos más claros: que los presidentes no sean policías ni pertenezcan al Ministerio del Interior. Eso es lo que buscan porque les molestan y estorban. Y ¿por qué les molesta? Porque cuando torean estas “figurillas” siempre hay “baile de corrales”, debido al mangoneo que se traen sus apoderados, sobre todo dos, Roberto Domínguez y Curro Vázquez, que tanto daño están haciendo a la Fiesta. Les molestan porque en algunas plazas aún se sigue manteniendo un mínimo de exigencia de trapío en los toros. El “maestro” Ponce afirmó medio llorando que “en la actualidad todas las plazas quieren ahora el toro de Bilbao o Pamplona”. A uno le hace gracia escuchar esto, quizá los toreros quieran en todas las plazas el toro de Vistalegre (para el aficionado “el palacio de las chotas”) o el de Benidorm…Les molestan los presidentes porque de vez en cuando en el palco hay alguien exigente y riguroso que no se deja influir por la presión del torero ni por el público orejero. “Los presidentes deberían respetar las decisiones del público. Lo que al público le gusta, no lo que le guste a él. Si el público quiere algo no entiendo por qué el presidente tiene que enfadarlo. ¿Quién castiga al presidente cuando se equivoca?”, “coletilla” de El Juli, al que hay que recordar que todas las temporadas se cesa a algún presidente o delegados que cumplen o no con su trabajo, bien porque sea demasiado riguroso y perjudique intereses a la televisión y a la empresa y no hayan concedido alguna oreja - quizá inmerecida - o porque no hayan hecho el favor de moda de indultar un “torillo” de un ganadero amigo del torero. Igualmente se ha cesado a algún presidente por ser demasiado “fácil” y no mantener el nivel de exigencia que la plaza y la afición requería...

Así que, si se castiga a los presidentes, ¿quién te castiga a ti, Juli?, cuando haces el destoreo, cuando abusas del pico, cuando te colocas fuera de cacho, cuando toreas toros “desmochados”, cuando recetas un bajonazo, cuando incumples el reglamento y solicitas el “no sorteo” en la primera plaza del mundo para “traerte el toro debajo del brazo”. ¿Quién te ha castigado?

Estos toreros actuales quieren que los presidentes sean “taurinillos”disfrazados de aficionados, para que consientan las pretensiones de los espadas de turno y así se convierta en un espectáculo más libre, que es lo que pretenden. Imagínense si los toreros tuvieran más peso en las decisiones, cómo serían los reconocimientos ¿Cuántos toros se rechazarían? Enrique Ponce afirma que “desgraciadamente la gente se está acostumbrando a que se rechacen entre tres o cuatro toros y es una pena”. Estoy de acuerdo con él, claro que es una pena que los días que torean las “figuritas de turno” exista el “baile de corrales” y no pasen el reconocimiento varios toros. Pero no lo pasan no por exceso de trapío sino porque lo que sus veedores y apoderados han solicitado a la empresa bajo el trágala del ganadero son “birrias” impresentables, muchos de ellos jamás deberían saltar a un ruedo para estos toreros de primer nivel en plazas de cierta categoría.

Si consentimos lo que estos señores pretenden hacer a la Fiesta sería el fin del espectáculo, pues por ellos los toros no serían toros, serían borregos, serían animales descastados con excesiva nobleza y dulzura, rozando la invalidez, sin trapío y sin seriedad. Olvidándose de la casta no se haría el toreo puro, en redondo, sino que sería el toreo del alivio, el de torear en línea recta, el de echar la “pata p'atrás” para desplazar la embestida del toro lo máximo posible. Y finalmente matar de cualquier manera y que los aficionados críticos y exigentes dejaran de acudir a las plazas, que el tendido 7 de Madrid desapareciera y en su lugar fuese un público “orejista” con su “moquero” predispuesto y que no protestara, para que el “presi” o “colegui” del torero de turno le otorgase los máximos trofeos, que la televisión y la crítica pasase todo por alto y así todos tan contentos.

¿Esto es lo que quieren? ¿Para esto se quiere pasar a Cultura? Como aficionado estoy indignado con el G-10, con la Mesa del Toro, con todos estos “taurinillos de mierda” que dicen promover la afición y defender la Fiesta y lo único que de verdad buscan es ser más dueños de su futuro y de su imagen, hacerse más ricos sin importarle lo más mínimo los demás, entre ellos el AFICIONADO, el único “profesional del mundo del toro” que cumple con su obligación, pues pasa por taquilla y tiene el derecho a exigir un espectáculo íntegro, denunciando el fraude y actitudes como las de estas “figurillas” que tanto daño han hecho en los sentimientos de los aficionados, a los que una vez más - y ahora no en la plaza - vuelven a defraudar.

Para terminar quería recordar una frase que todos hemos oído, para que cada uno recapacite: “el enemigo de la Fiesta no está fuera, está dentro”. Demos pues un grito a la esperanza: “Aficionados, defendamos nuestra Fiesta porque para eso estamos solos”.

1 comentario:

  1. ¡Bien por el artículo.!
    Así se defiende la fiesta.

    E.M.D.S.

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