Adiós a un torero de cristal con su marcha se han cerrado las páginas de una torería inolvidable
Antonio Chenel, genio bohemio del toreo, se ha ido de una forma patética, con un cigarro entre los dedos y arrastrando dolorosamente una decadencia física que no podía sobreponerse a su exquisito sentido del toreo. Ha sido el último artista que me ha emocionado en la plaza, y luego Curro Vázquez, hasta caer en el desierto de funcionarios y mecánicos del traje de luces. Antonio, golfo donde los haya y al mismo tiempo ingenuo como un niño, me ha brindado momentos irrepetibles. Hemos sido dos biografías disparatadas y sin provecho, mientras se hacían millonarios los chupones mediocres que nos rodeaban. Hemos toreado juntos un montón de festivales y tentaderos, y nos ha llegado el amanecer entre el humo y las copas. Y lo he visto gozar y luego llorar una noche en mi casa cuando se marchaba a América sin saber lo que iba a liquidarse esa temporada el dictador Chopera, después de salvarle su gran negocio de Las Ventas. Mientras Curro se 'ponía' millonario haciendo el paseo y poco más en La Maestranza. Antonio, al final de su vida cayó en manos de un proxeneta que lo embarcó en la crueldad de vestirlo de luces cuando ya no tenía ni salud. Antes lo estrelló Chopera en aquella despedida despiadada con seis moruchos destemplados. Luego ese falso cronista explotador paseó la ruina de su gloria para exprimir el respeto a su recuerdo con una ignorancia temeraria de lo que es ponerse delante de un toro. Todos sabíamos que cualquier tarde se le podía parar el corazón en esa locura senil de arañar unas pesetillas muy amargas. Nos dolía verlo hundido en ese disparate sin gozar de una mujer que lo adora y de un hijo-nieto que es el mayor tesoro de su vida. Y así, su gloria de artista acabó burdamente en el balón de oxígeno de una ambulancia cuando ya no tenía ni resuello para sostener la muleta. Mientras su explotador decía en los micrófonos que Antonio era el ser que más adoraba. Y todos sabíamos que estaba haciendo de sanguijuela y de puntillero. Se nos ha ido un torero de cristal y con él se han cerrado las páginas de una torería inolvidable.
ALFONSO NAVALÓN GRANDE
En el artículo se refiere como sanguijuela,proxeneta y puntillero al Fenicio.
ResponderEliminarS.T.