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viernes, octubre 14, 2011

Molés pudo escribir la biografía de Antoñete. Pero no tiene afición, sentimiento, ni calidad literaria.

Moles pudo escribir la biografía de Antoñete
Pero no tiene afición, sentimiento, ni calidad literaria
De vez en cuando Molés suelta alguna chorrada sobre la vida apasionante y desdichada de Antoñete. Hace poco ha dicho que no quiere pasar a la historia ni como maestro ni como figura. Simplemente que se le recuerde como un buen torero. Molés ha estado cercano a los últimos 30 años de este genio tímido, abúlico, derrotado por la vida y por los toros, que en un alarde de rebeldía y desesperación, reapareció viejo para entonar un sublime canto del cisne cuando ya la gente le había olvidado como torero. Pero Molés solo se preocupó de explotarlo. Primero para ampararse en su leyenda y darle interés a su desprestigiado programa de televisión y luego para obligarlo a torear cuando era una ruina física y cada tarde estaba al borde de la muerte, hasta que acabo derrumbándose en la boca de un burladero porque ya no podía respirar dentro de un traje de luces. Molés era el único responsable de esa etapa patética de un viejo achacoso vestido de luces, por arañar unos millones a cambio de acabar con la leyenda de un gran torero que ya solo despertaba la compasión de sus seguidores.
Lo esperpéntico ha sido mantenerlo como comentarista de las corridas, cuando Antonio no ha tenido nunca facilidad de palabra ni valor para censurar a un torero. El público que lo adoraba soportaba luego con pena su presencia en la pantalla donde se resistía a hablar, mientras el mercader se afanaba por sacarle algún comentario. Antoñete pasará a la historia audiovisual por sus comentarios lacónicos sobre la previsión del tiempo " Va a llover porque viene el aire de Toledo y se mueven las banderas". En todo lo demás se limitaba a no llevarle la contraria a los interesados juicios de su explotador. Podía haberle sacado más partido a su enorme experiencia como torero para "adelantar" como iba a ser el toro y como debía actuar el torero. O explicar luego dónde estuvo el torero y dónde se había equivocado. Esto lo sabía de sobra Antoñete pero a Molés solo le importaba que dijera lo que a él le convenía y que no se dejaran al descubierto los fallos de ciertos toreros en cuya carrera económica intervino interesadamente. Antoñete tenía la obligación de bailarle el agua a su "protector" y ha pasado a la historia como "el buzón de voz" de Molés. Cuando le sobraba capacidad y sabiduría para dejarlo en ridículo después de cualquiera de sus comentarios tendenciosos para equivocar al publico a favor de sus intereses.
Molés se aprovecho de la leyenda del torero. A cambio le dio asilo y salario para que siguiera viviendo con cierta dignidad, cuando se había retirado derrotado por la cruel ambición de Manolo Chopera y sólo pudo juntar un puñado de duros para invertirlo malamente en una finquita donde vivir el romanticismo de sentirse ganadero, perdiendo dinero todos los años. Antonio, como tantas figuras, ricos y famosos pudo acabar en un asilo si no hubiera sido por la televisión y las giras como comparsa de los coloquios de su jefe. Antonio es uno de tantos ejemplos dolorosos de "a las putas y a los toreros a la vejez os espero" como le esta pasando a Andrés Vázquez, con una pensión miserable que sobrevive gracias a la solidaridad de unos pocos amigos. Otro gran torero que merecía una vejez con menos amarguras.
Antoñete debió retirarse millonario después de aquella gloriosa reaparición cuando ya debería estar con zapatillas de felpa, butaca de orejas y batín de seda. Volvió con más categoría y más gloria que cuando era joven y despilfarró su carrera entre la golfería, la indecisión y esos huesos de cristal que se le rompían cuando tenía encarrilada una buena temporada. Antonio llenaba todas las tardes la Plaza de las Ventas, donde se crió al amparo de un humilde corralero. Antonio acabó en Madrid con todas las figuras de jóvenes poderosos que al lado del esplendor de su arte eran simples jornaleros. Paquirri, Capea, Manzanares, Espartaco y todos los demás quedaban convertidos en una caricatura cuando Antoñete se centraba en una de sus inolvidables faenas. Cuando ya la barriga no le cabía en la taleguilla y estaba asfixiado por el tabaco. Su secreto fue la colocación, el temple y un valor sereno que no tuvo cuando era joven. Junto a Manolo Vázquez demostró lo poco que valían las figuras jóvenes, cuando dos segundones de los años cincuenta les dejaban en ridículo, cuando le daba la gana a Manolo Vázquez solo había sido "el hermano de Pepe Luís" y Antoñete nunca pudo sacar la cabeza junto a Ordóñez y Luís Miguel. Pero 20 años mas tarde Paquirri y compañía eran vulgares artesanos del toreo
Cuando llora el público y llora un torero
Recuerdo la tarde de su despedida en Madrid con las taquillas reventando de millones. Manolo Chopera en "agradecimiento" al dinero que le había dado a ganar le preparo una encerrona cruel, para decirle adiós a su público preferido. Una barrida de corrales, con toros destartalados y sin ninguna garantía de poder embestir. Todo lo contrario que a Manolo Vázquez en su despedida de Sevilla con unos toros a su medida y todo a punto para un final glorioso y un dineral para llevarse a casa. Antoñete no pudo dar ni una vuelta al ruedo, estrellándose contra aquellos toros desabridos ante lo que era imposible el lucimiento. El público lloraba de indignación ante semejante canallada y cuando acabo la corrida lo sacaron a hombros para demostrar que la ambición y el egoísmo de un empresario no pueden acabar con la historia de un gran torero.
Unos meses antes habíamos visto a Antoñete llorando en mi casa las vísperas de marcharse a hacer las Américas por ultima vez. Habíamos estado tentando unas vacas en el Berrocal. Uno de esos tentaderos gloriosos donde yo ponía tanta ilusión porque mis vacas no cayeran en manos de pegapases. Un año antes había juntado un cartel irrepetible : Manolo Escudero, Rafael Ortega, Antoñete, Ángel Teruel y Curro Vázquez. Por cierto que Curro Vázquez se negó a torear después de ver a Rafael Ortega. "Me siento ridículo después de ver a este hombre”. Y no salió del burladero.
Aquel día de Todos los Santos con un sol de maduramembrillos, Antoñete y Curro Vázquez bordaron el toreo y cuando paso la fiesta de la comida acabamos en la discoteca Amayuelas de Ciudad Rodrigo con el medio centenar de invitados. El viejo torero se puso cieguito de güisqui para ahogar la pena que llevaba dentro. Luego rompió a llorar porque al día siguiente se iba a América y Manolo Chopera todavía no me ha liquidado. "Todavía no se lo que he ganado esta temporada"…Su explotador le había adelantado un dinero para los gastos de cada tarde. Pero no sabía si el sueldo de Madrid era el mismo de Tudela o de Logroño o se le iba a liquidar en conjunto por la temporada después de haber puesto el "No hay billetes" en Madrid tantas tardes.
Lo contrario que Curro y Ordóñez
Mientras tanto Sevilla y Canorea hacían millonario a Curro Romero "por el capricho de verlo hacer el paseíllo". Y poco más porque en la última época era casi imposible verlo cuajar un toro. En Sevilla adoraban a su ídolo y se conformaban con verle un lance, un trincherazo o un quiquiriquí. En Madrid donde también adoraban a Antoñete, no le regalaban nada y tenía que salir a jugársela cada tarde. Curro con unas cuantas tardes en la Maestranza ganaba más que Antoñete en toda la temporada toreando el doble de tardes. A éste torero excelso lo convirtió la ambición de su explotador en un mercader a sueldo. Algo que no le había ocurrido jamás en la historia del toreo. Pero Antoñete había recibido ya tantas cornadas de la vida que no tenía valor para enfrentarse y como nunca le había dado valor al dinero se conformaba con sobrevivir.
Los grandes empresarios siempre fueron generosos con los toreros que le llenaban las arcas. Incluso cuando ya estaban en la cuesta abajo. Ahí esta el ejemplo de otra empresa de Madrid. En los años sesenta José Maria Jardón le hizo a Antonio Ordóñez (vencido ya por 20 cornadas graves) una exclusiva de 40 corridas a 40 millones. Ordóñez se compró la mejor finca de Andalucía y Antoñete, después de haberle llenado las arcas a Chopera no sacó más que unas miserables hectáreas en los pedregales de la sierra de Madrid. Por eso lloraba después de haber toreado como los Ángeles las vacas de un crítico con vergüenza torera que jamás le pidió ni un duro después de proclamarlo en una crónica como " El Rey de los toreros". ¿Cuánto le habría cobrado El Fenicio por una crónica así ?
Por eso al cabo de los años me da pena que no se le haya hecho justicia a un gran torero y a un hombre desdichado que al final de su vida ha encontrado la felicidad junto a una mujer abnegada, dándole un hijo que podía ser su nieto. Ahora es feliz, aunque tenga que ir como "buzón de voz" de alguien que a su lado es un ignorante.
Me duele que estando tan cerca del maestro no haya sido capaz de escribir esa biografía de una vida apasionante marcada por el fatalismo. Antonio rompió jovencísimo como figura de los novilleros y después fue como el río Guadiana, aparecía con grandes éxitos y desaparecía con largas temporadas de silencio. Se caso con la hija de un banquero millonario y su vergüenza le impidió vivir del braguetazo. Luego vivió la separación y se quedó con los muchos hijos cuando llegaba poco dinero de los trajes de luces. Luego vivía solo en un modesto apartamento por la Plaza de Castilla. Su vida se consumía en interminables partidas de póker por donde se le iba el poquito dinero que le quedaba. Al borde de la ruina total reaparecía y volvía a desaparecer. Hasta que llego la última época de madurez y triunfos asombrosos, con fiestas apoteósicas en la Venta del Gato, mientras llegaba a su vida la tentación de Charo López, en otro amor imposible. Luego el atraco de Chopera y como remate la dicha de encontrar a una mujer joven, enamoradísima y esclava de su señor. Lo mima como a un príncipe y cuando el torero se levanta al mediodía, esa mujer ya le ha echado de comer al ganado y tiene a su niñito de punta en blanco para que el viejo torero encuentre en esa casa toda la felicidad que le robaron los hampones del mundo del toro.
¡Qué pena Antonio¡ que no haya nadie capaz de escribir la apasionante historia de tu vida bohemia...
A quien corresponda
En un momento de indignación ante los que se dicen periodistas y viven como millonarios sin saber escribir con emoción y sinceridad. Indignación contra los mediocres artesanos del lenguaje que solo piensan en el dinero mientras a su lado existe el proyecto de una obra literaria como la vida de un torero desconcertante y de un hombre marcado por la fatalidad. Sin proponérmelo me ha salido un guión de lo que puede ser un gran libro con proyección fuera del mundo de los toros. Por el interés del personaje. Espero que alguien con mas ilusión que yo, sea capaz de escribir esa vida de Antoñete porque seria lamentable que se aprovechara de tanta riqueza cualquier mercenario sin sensibilidad, sentimiento y respeto para tratarlo como algo mas que objeto de comercio vestido de seda y oro.

Fuente: http://www.alfonsonavalon.com/;

5 comentarios:

  1. El Fenicio ha participado del dinero de los toreros sin haber hecho el paseillo al lado de ellos.
    Cuanta verdad encierra esta crónica que nunca salió al frente El Fenicio a desmentir a Navalón.

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  2. Los del taurineo y la prensa servil, saben de sobra lo inmoral e inescrupuloso que es El Fenicio,pero todos callan porque están en el mismo pesebre.

    T.G.B.

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  3. Y pensar que acá en Perú y específicamente Lima, hay una caterva de palmeros e indocumentados llamados "periodistas taurinos" que lo llaman "Maestro".

    Deberían repudiar a semejante mercader que tanto daño le ha hecho y sigue haciéndole a la fiesta.

    Curro Desplante.

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  4. El Fenicio desorienta,engaña y no defiende al aficionado de tanto abuso en la fiesta.
    ¿ Maestro ? Debería estar picando piedra en Carabanchel.

    D.L.H.

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  5. Discúlpen lo procaz que soy. Molés es hijo de mi PUTA.

    Este blog merece que se propale la verdad en libertad.

    Ciudad Rodrigo.

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