La humillación de los toreros sometidos al Fenicio sin quitarse el traje de luces
Alfonso Navalón
Tenia que estar teminantemenente prohibido que los toreros hicieran declaraciones televisadas al terminar la faena. Siempre se ponen mucho mejor que han estado y cuando fracasan toda la culpa la tiene el toro. Una de las estupideces más frecuentes es esa de "No me dejó centrar porque el toro me miraba mucho". ¿A quién va a mirar el toro? Otro gravísimo defecto que repiten todas las tardes es eso de "era agresivo". Yo creía que eso era una virtud, algo imprescindible en un toro bravo. Por lo visto quieren el toro-burra.
La pena es que el toro no pueda hablar ni contarle al publico lo que todos hemos visto: La cantidad de errores cometidos por el torero, lo mal que lo han lidiado y de trapazos que le han dado. Debería nombrarse un defensor del toro "para que hablara a continuación de los toreros y así quedarían las cosas en su sitio".
En los telediarios te dan horas y horas de deporte pero no sale ni la mínima referencia sobre el resultado de las corridas en las plazas más importantes. No cabe mayor desprecio informativo hacia un espectáculo que genera millones de impuestos y lo usan los políticos como promoción personal, abarrotando el callejón en las corridas de repercusión social.
En contra partida este pelmazo de Molés por lo visto empieza una hora antes de la corrida y sigue dando la tabarra hasta las tantas de la noche, perdiendo el tiempo en tardes anodinas que no tienen el menor comentario. Pero todo forma parte de ese tinglado económico que organiza el Fenicio para llenarse de millones y sobre todo manejar a los toreros a su antojo para luego pasarles la cuenta por "promocionarlos". No es lo mismo comentar los diez minutos de una faena, que estar dándole coba durante varias horas y repitiendo los mejores pases. Los taurinos y sobre todo los pobres toreros saben de sobra a donde conduce este negocio descarado. Lo inexplicable es que se presten a este tipo de humillaciones.
Estaba cenando con unos amigos en un local taurinisimo y allí seguía la televisión del Fenicio con una corte de pelotilleros dándole vueltas a una corrida que había terminado hace dos horas.
Me quedé atónito al ver en la tertulia al mismísimo Antón Cortés ¡vestido de luces! Esto ya es una desvergüenza de cómo maneja este desaprensivo a los pobres toreros. Ya os imaginareis la actitud de Antonio Ordoñez, de El Viti y no digamos de Curro Romero, si un titiritero del periodismo les sugiere estar en un plató de televisión después de lo que habían pasado en la plaza. Y encima sin quitarse el traje de luces, como si fuera un monigote de feria.
El traje de luces es algo tan sagrado como la casulla de los curas para decir misa. Los curas cuando se van a jugar al mus no llevan puesta la casulla. El traje de luces es un uniforme para la tragedia o la gloria. No para hacer el ridículo.
Voy a contaros dos hechos que hacen historia. Una vez en la feria de Bilbao se acercó un "colega" de Molés a la habitación de Juan Belmonte para sacarle unas pesetas a cambio de ponerlo bien en la corrida. Belmonte le enseñó el traje de luces que estaba preparado sobre una silla: "le doy a usted el dinero que me pide con la condición de que se ponga ese traje y haga el paseíllo con nosotros". Belmonte ni siquiera le pidió que se pusiera delante del toro. Sólo que viviera el trago de hacer el paseíllo para que se diera cuenta que el dinero de los toreros es sagrado y ningún golferas tienen derecho a enriquecerse con unos billetes ganados con tanto miedo y tanta sangre. Aquel colega de Moles salió que bufaba, y no volvió a molestar a ningún torero.
Otro día en una corrida del Corpus de Toledo, presencié una escena en el vestíbulo del hotel Carlos V. Había por entonces una japonesita muy aficionada que seguía a Paco Camino a todas las plazas, con el único propósito de acostarse con él. Había ensayado todas las técnicas de seducción pero el de Camas no tenía la menor intención de tirársela. Aquella tarde cuando Camino salía del ascensor para dirigirse a la plaza, se le echó encima la japonesita vestida con un traje de luces. Camino le arrancó una hombrera de un manotazo exclamando: "¡Esto no se ha hecho para vestir putas!"
Así como a las putas, trata Moles a los toreros, obligándolos a mancillar el vestido de torear para servirle de comparsa en su negocio.
Allí estaba Antón Cortés con las zapatillas llenas de barro, ofreciendo un espectáculo verbenero, con el sudor y los miedos encima, sin poder ducharse ni descansar del trago de la corrida. Todos los de su cuadrilla estaban ya cenado y haciendo la vida normal mientras el jefe se presentaba a hacer de monigote por miedo a que Molés se enfade y lo ponga mal la próxima tarde o con la esperanza de que esa hora de degradar su uniforme le sirva de "propaganda y promoción" a cambio de pagar encima por hacerle tan señalado favor.
Molés, que en dos tardes dramáticas se estabas partiendo de risa por un chiste que le había contado un andaluz vecino de localidad, ya había hecho bastante gala de su desprecio a los toreros que están pasando angustia con las corridas duras. Molés no sabe que cuando un torero sale de la plaza necesita descargar todos los nervios que lleva encima. Y si hay suerte para celebrarlo con los suyos. Porque dicen que el toreo es grandeza.
La necesidad de hacer el amor
Lo que ignora Molés es que al terminar la corrida los toreros sienten una imperiosa necesidad de encerrarse con una mujer para disfrutar de esa otra corrida que le pide el cuerpo.
Estos irresponsables que hablan de toros sin conocer la vida de los toreros han dicho barbaridades sin cuento sobre el erotismo del traje de luces. Incluso han llegado a decir que el torero al sentir en sus muslos el calor del toro se corre. Dicen algunos imbéciles que cuando un torero está toreando a gusto siente el orgasmo. ¡Todo lo contrario! No ha nacido torero que se le ponga dura cuando tiene delante dos pitones y siente el bufido del toro. Yo he toreado festivales y tentaderos
y con todas las figuras de mi época y con algunos de los de ahora, he comentado con ellos este disparate.
En los tentaderos con las becerras y ante cuatro amigos, estamos normales, sin ninguna alteración. Cuando hay publico y responsabilidad la cosa cambia por completo. No es que se te ponga dura ¡es que ni te la encuentras! De tanto ¡echarle cojones! te quedas sin ellos. No sabes ni donde los tienes.
Pero hay una cosa cierta. Al acabar de torear entran unas ganas fuera de lo normal. Una buena tarde, un éxito, no te deja ningún recuerdo si después no hay un "noble y reñido mano a mano" con una hembra placentera.
Ninguno de los grandes don juanes famosos, conocedores de todos los secretos del sexo, se puede imaginar el placer que supone encerrarse con una mujer después del drama de la plaza.
Os podía escribir un libro sobre estos lances. Antes cuando las mujeres de los toreros no viajaban por esas plazas, siempre había un romance secreto o una hembra famosa para culminar la gran corrida de la noche. O el simple capricho de la mirada de una mujer desde la barrera. Nadie ha ligado con más rapidez y más intensidad que los toreros (no me refiero ni a Ortega Cano ni a José tomas). Basta una breve conversación entre toro y toro "te espero en el hotel" o "te invito a cenar" para que dos seres completamente desconocidos hace un rato pasen una noche de amor apasionante. Ahora este papel de seductores se lo han quitado los futbolistas "galácticos" o los Dinios guarrindongos.
Se podía escribir otro libro sobre la fascinación que sienten algunas mujeres cuando dejan las bragas encima del traje de luces manchado con sangre de toro y la pasión de sentirse dueñas de un cuerpo que horas antes han deseado tantas mujeres. De ahí viene el viejo dicho de que una corrida es mucho más importante que "una buena corrida de toros". Pero ni Molés ni ninguno de estos ganapanes saben lo que es eso. Hay que haber toreado antes en el ruedo. Comprendo que esto es imposible. Molés se ha llevado muchísimos millones de los toreros pero es imposible imaginárselo vestido de torero con esa calva decrépita y ese betún azabache sobre los cuatro pelos que le quedan.
Pero no penséis que todos los toreros han sido grandes folladores. Ahí está el ejemplo de "El Guerra" que no veía a su mujer en toda la temporada. La mandaba salir a verlo en la estación de Córdoba cuando iba de una plaza a otra: "Mira Consuelo, yo te quiero mucho pero no me puedo a quedar a dormir contigo porque mañana el toro se da cuenta enseguida". Eran tiempos de represión y la gente pensaba que joder era dañino. "El Guerra" que era muy "agarrao" decía "La leche y el dinero pa Córdoba", no se gastaba nada y guardaba todos sus ardores para cuando acababa la temporada. Porque no cabe duda que los toreros mujeriegos luego pierden fortaleza y reflejos delante del toro.
Joselito El Gallo (el de verdad) decía que todas sus cornadas tenían nombre de mujer. Nunca se ha sabido quien fue la que estuvo con él en Madrid la víspera de Talavera. Pero Joselito murió tras una larga noche de amor. Un día en el Parador de Bailén me confesaba Luis Miguel Dominguín: "Todas las cornadas que tengo han sido por culpa de la mujeres…"
Algún día me gustaría escribir mis experiencias amorosas después de torear, o dentro del apasionante mundillo de las grandes ferias cuando el morbo se mezcla con el placer. Guardo un recuerdo agradecido del buenazo de Paquirri, cuando tuve el caballeroso deber de consolar a dos de sus hermosas novias: una en San Sebastián y otra en Valencia.
Estábamos a la puerta del Hotel María Cristina y Paquirri se iba a torear a Francia. En el vestíbulo quedaba triste una hermosa criatura rubia que estudiaba en Montpelier. La invité a cenar y a hablarle del torero, de lo mal que toreaba pero lo buena persona que era. Nos fuimos a Monte Igueldo. Al bajar entramos a bailar en el tenis y al salir rodamos por la arena de La Concha porque ya no aguantábamos más. Estabamos en pleno cuerpo a cuerpo cuando nos enfocaron las linternas de la Guardia Civil. Entonces se detenía por escándalo público. (Aunque en la playa no hubiera nadie) Menos mal que uno de los guardias era de un pueblo al lado del mío y nos dejaron seguir...
La otra era una morenaza también francesa. Estaba casada con un fotógrafo famoso que posiblemente se sentía halagado por los amoríos de su mujer con el torero. Era la feria de julio y al terminar la crónica me invitó a cenar José Luis Benlloch a un piso antiguo y grande que tenía a modo de picadero. Todos iban emparejados menos la señora francesa y un servidor. Por no hacer mal papel acabamos juntos en una de las camas. Como hacía tanto calor en Valencia al día siguiente nos fuimos a un apartamento que tenía mi primo Juan Antonio cerca de la Albufera. Ya os decía antes lo del morbo porque esa noche tuve la delicadeza de colocar en la cabecera de la cama una foto de Paquirri a todo color. Años después salí con Riverita en la Feria de Sevilla. Riverita era muy partidario mío porque siempre dije que era mejor torero que su hermano Paco pero mucho más golfo. Para demostrarme su agradecimiento nos fuimos a las casetas donde ya tenía preparados el contenido de dos vestidos de faralaes para que no se hiciera la noche tan larga. En un descanso mientras tomábamos unos calentitos le conté mi traición con las dos novias de su hermano y que me daba vergüenza hablar con el por si sospechaba algo: "No seas tonto, si mi hermano ya lo sabía porque se lo contaron ellas"
De todas estas cosas (y algunas más) me estaba acordando viendo la canallada que estaba cometiendo el Fenicio con Antón Cortés que pudiendo estar gozando de una noche triunfal, seguía allí viéndole el teniente del bigote al prostituto pudiendo estar entre los cálidos rizos de otra montera. Me dio pena del gitano de Albacete. Porque después de haber toreado en la plaza no supo estar en torero en la calle.
¡Ah! y cuando vuelva a sentarse en público vestido de torero, no se quede espatarrado tan gamberramente. Mire usted alguna foto antigua para aprender como deben sentarse los toreros.
Buen artículo del maestro,una vez más lo deja con sus verguenzas al aire al prostituto Fenicio.
ResponderEliminarA.V.
La prensa adulona al servicio del taurineo con el Fenicio a la cabeza, dice para justificar el fracaso de las "figuras":
ResponderEliminarNo humilla el toro,se revuelve pronto,aprende rápido,no es agradecido,le falta nobleza,puntea la muleta al final del pase,se defiende,no es colaborador,no se deja. Con los bobos es al revés. Son maestros.
E.P.S.