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lunes, marzo 19, 2012

BLASFEMIAS DE "CRÍTICOS" FAMOSOS

La ignorancia de Corrochano y Zabala

Alfonso Navalón Grande

Zabala pertenecía a esa tribu de críticos que no les gustaba relacionarse con los toreros en general. Otra cosa es que perdiera el culo ante determinadas figuras y no tuvieran el menor reparo en codearse con los empresarios, ganaderos y apoderados de más poder e influencia. No se hablaba con los subalternos, mozos de espada ni con los toreros modestos para "guardar las distancias" y darse a respetar. Tampoco iban Zabala o Corrochano a los hoteles donde paraban los toreros. Por eso luego escribían la cantidad de tonterías propias de los que conocen la fiesta de oídas. Sólo por fuera.
Por ejemplo Corrochano, considerado como el santón de los críticos, escribió aquella crónica tan celebrada por los ignorantes: "Cinco verónicas sin enmendarse". Si hubiera conocido los secretos del toreo sabría que eso es técnicamente imposible. Ni ha nacido ni nacerá nadie capaz de dar cinco verónicas sin moverse. Sencillamente porque a la segunda o la tercera el toro te come la salida y tienes que ganar pasos o perderlos.
Otra cosa es cuando el toro ya está picado y colocándose el torero cerca de las tablas y dándole la salida hacia el tercio que pueda dar varios estatuarios sin moverse. Pero de salida con el capote es imposible. Otra barbaridad de Corrochano fue aquello de "Belmonte acabó con los terrenos del toro". Sencillamente confundía los terrenos con la distancia. Se pueden acortar las distancias y citar con los pitones rozando la cadera. Pero es imposible dar un lance con la salida hacia los adentros. Una verónica en la raya de picadores y vaciando el toro hacia las tablas es ponerse en los terrenos que son del toro y la cogida es inevitable. Por cambiar los terrenos y colocarse el torero donde le corresponde al toro mataron a Manolete haciendo la "suerte contraria" en vez de la natural respetando la salida del toro.
El mismísimo Rafael El Gallo, uno de los artistas más inteligentes que pisaron los ruedos, otro toro le partió el esternón y estuvo al borde de la muerte y el mismo Antonio Bienvenida, dominador de todas las suertes, recibió otra cornada gravísima por colocarse en el sitio por donde debería salir el toro. Y se lo llevó por delante.
De las necedades que escribió Zabala sería tarea de negros recopilarlas todas. Hay una monumental que repetía a cada paso cuando quería cantar la gloria de algún torero: "Hizo la faena asentándose en los talones" o "clavando los talones en la arena". ¡Ignorante! Si echas el peso del cuerpo sobre los talones te caes de espaldas. El toreo es todo lo contrario, hay que echar el cuerpo hacia delante para ganar terreno (ganar pasos) y apoyarse en la planta de los pies. Cuando se carga la suerte, el talón de la pierna retrasada siempre queda en el aire. Cuando se torea de verdad, se asienta la pierna contraria pero la otra queda prácticamente de puntillas. ¿Cómo va a asentar los talones?
Recojo estas tres blasfemias de dos cronistas respetados por el público del clavel pero repudiados por los verdaderos aficionados. Y sobre todo por los profesionales del toreo que conocen los secretos de la lidia. Sólo se puede conocer la entraña del toreo, toreando o estando muy cerca de los que torean. Aunque conozco a muchos toreros que son malísimos aficionados. Sólo se puede saber de toros viviéndolo en el campo. Se aprende más en una hora hablando con un vaquero que en mil páginas del Cossío.
Cuando ya llevaba veinte años de crítico y creí que lo sabía todo, estuve una noche de copas con "El Chocolate" un picador de Tomás Campuzano y me di cuenta que no sabía casi nada. Sabía lo de citar por derecho, echar el palo, reunirse y luego vaciar la embestida. Pero eso es sólo el abecedario.
Me dieron las claras del día en la feria de Palencia hablando con "Chocolate" y sólo entonces aprendí lo que no sabe casi nadie de las diferentes formas de picar. Por ejemplo, la colocación del estribo izquierdo que aparentemente no interviene en la suerte y basta con fijarse en él para saber qué clase de picador está encima del caballo.
Yo entonces era un pontífice de la literatura taurina y me tuvo que dar lecciones un picador, probablemente analfabeto, pero un sabio en su oficio. Hasta que no se habla muchas horas con los banderilleros, mozos de espadas y mayorales no puedes aprender de toros. Antes de hablar con Chocolate había hecho cientos de tentaderos con picadores de la talla de Ambrosio Martín. Cientos de vacas y sementales pasaron por mis manos y no sabía lo que aprendí una sola noche en Palencia.

1 comentario:

  1. Una crónica cargada de verdad y honestidad.
    Por eso fue un grande de la crítica taurina.
    ¡ Siempre en el recuerdo Maestro. !
     
    Desde Surco.

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