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lunes, febrero 13, 2012

LA PRÁCTICA DEL DESJARRETE

 EMPLEADA COMO RECURSO Y CONTRA TOROS MANSOS
Nuestra  fiesta  taurina,  tanto  la institucional  como  la  popular,  tiene  tras  de  si  un  recorrido histórico  tan  amplio  que,  en ocasiones,  se  hace  imposible  de  abarcar. Ahora  nos  interesa  un  único  punto  de  todo ese  devenir  histórico,  nos  interesa  una  de aquellas suertes  de recurso pero celebrada  en  demasía  en  el  momento  de  su ejecución  que,  el  tiempo  y  la  razón práctica, han hecho desaparecer.
 Nos  referimos a  como no puede ser  de  otro  modo  la suerte de desjarretar. 
 No  podemos empezar  nuestra andadura  por  el mundo  de  los  toros sin  dibujarles  la  finalidad  de  esta  suerte  y  como,  sus   efectos,  serían  más  que  aconsejables metafóricamente  hablando,  claro-  sobre gran  parte  del  elenco  de  personajillos  a cargo del mundillo taurino en la actualidad. Y si no... lean.
 Aunque hay autores que afirman que dicha  suerte  puede  remontar  su  origen  al medioevo español algo  complicado  de demostrar, es curioso en cambio como en los  tratados  taurinos  de  los  siglos  XVII  y XVIII no se nombra -solo en muy contadas ocasiones  esta  especialidad.  Los textos de  Luis  de  Trexo  (1639),  Cárdenas  y    Angulo      (1651)  o  Marcelo  de  Tamariz (1771),  bastan  para  confirmar  que,  de  ser realmente  práctica  medieval,  permaneció    prácticamente       perdida   en  el subconsciente  colectivo  durante  época moderna,  no  siendo  hasta  el  XIX  cuando constatamos  su  puesta  en  práctica  de modo regular.
 Tal  vez  ello  sea  consecuencia  de que, más que  estar  ligada  a  las suertes   de a caballo principales protagonistas de época  Moderna  y  consecuentemente  de los   tratados   mentados   anteriormente, fue más bien una práctica exclusiva de los  de  a  pie,  bien  fuese  popularmente hablando o a cargo de los auxiliares de las caballerizas. 
De  hecho,  el  gran  torero  Francisco Montes  “Paquiro”,  llegó  incluso  a  incluir   normas para practicar el desjarrete en su popular  tratado  sobre  el  arte  de  torear, siempre dentro de las advertencias sobre los  modos  de  torear  a  pie.  Escribe  así “Paquiro” en 1840 que:
 “Cuando  no  hay  medio  de hacer morir al toro por el orden regular  que  se  lleva  en  las plazas, se manda sacar el asta ó media luna para desgarretarlo.  Este  instrumento  consiste en  un  cuarto  de  círculo  de acero  cortante  en  su  borde cóncavo,  y  por  el  convexo unido  á  un  palo  igual  al  de  las varas de detener. El uso que se hace de él se limita  á  cortar  los  tendones  de las  piernas,  con  lo  cual  el  toro cae,  y  puede  ser  muerto  como se quiera”.
La  popularización  de  esta  práctica vino  en  cambio  no  desde  la  letra impresa,  sino  desde  la  imagen  impresa. Francisco  de  Goya  y  Lucientes,  en  su serie  de  grabados  “La  Tauromaquia”, incluyó  una  lámina  según  creía  él  era utilizada  la  media  luna  en  época  mora, dentro  de  su  afán  en  la  contextualización histórica de los orígenes y desarrollos de la tauromaquia.  Hoy  día,  como  ejemplo  de  la popularización a la que hacemos referencia, si  vamos  a  Internet,  al  buscador  Google  e insertamos en él la palabra «desjarrete», el 80%  de  la  búsquedas  que  veremos localizadas pertenecen a referencias de los grabados goyescos.








Desjarrete de la canalla con lanzas, medias-lunas, banderillas y otras armas. Serie Tauromaquia, 1815. Grabado 249 x 355 mm, aguatinta, punta seca. Cortesía de: Editorial Casariego
 Para otros autores como Sánchez Lozano -según expone en su Manual de Tauromaquia (Sevilla, 1882)-:
“No  habiendo  medio  de hacer  morir  á  un  toro  en  el órden  regular  que  se  lleva  en las  plazas,  por  sus  malas condiciones  ó  por  impericia  del espada,  se  acostumbra  en algunos  circos  á  desjarretarlo con el asta ó media luna.
Compónese  esta herramienta  de  un  tercio  de circulo  cortante  en  su  borde cóncavo y unido por el convexo á un palo semejante á las varas de  detener;  limitándose  el  uso que  de  él  se  hace  á  cortar  los tendones  de  las  extremidades,  con  lo  que  el  animal  cae  y puede  ser  acachetado impunemente.”
La  diferencia  sustancial  entre “Paquiro“ y Sánchez Lozano estriba en que el  primero  era  claro  partidario  de  la desaparición  de  la  suerte,  mientras  el segundo decía al respecto:
“[Estas  prácticas]  están hoy  abandonadas  en  la inmensa mayoría de las plazas, y  aunque  respecto  de  la segunda  (se  refiere  aquí  a  la  de echar perros al toro, otra suerte que también  explica  en  su  manual) encontramos  una  razón poderosa  en  su  repugnancia, por lo cual la creemos llamada á desaparecer completamente, no sucede  lo  propio  con  relación  á la  primera,  puesto  que  ni  es desagradable  ni  innecesaria,  si se  ha  de  cumplir  en  ciertos trances,  el  principio  taurino  de que el cornúpeto que pise útil el redondel  no  debe  salir  de  él más que arrastrado.”
Finalizaremos  recordando  como Pepe  Illo  insertó  en  su  tratado  (Cádiz, 1796),  en  su  edición  grabada,  una  lámina con  la  representación  de  los  diferentes trastos  de  torear,  incluyendo,  tal  y  como vemos  –con el número 10-, un desjarrete.

1 comentario:

  1. Sr:Paccini Bustos,felicitaciones por el primer aniversario así como por el interesante artículo sobre el desjarrete.

    E.M.S.

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