LA IZQUIERDA NO ES SÓLO POBREZA Y MISERIA
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Alfonso Navalón
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Cuando ya arranca el mes de enero de un año bisiesto, repaso la montaña de mensajes y me sobrepongo a la pereza de agradeceros esa indignación que os produce mi ausencia de las páginas de Tribuna. Sólo por vuestra respuesta valía la pena volver a escribir porque ahora tengo la verdadera medida de que mi trabajo no caía en saco roto y disfrutabais leyendo tanto como yo escribiendo. No es lo malo que me cortaran la cabeza. Lo peor es que han roto el futuro. Los jóvenes cronistas están en la escuela pancista de Molés, Palabrero, Cáceres y demás golferas. Muy pocos se han atrevido a seguir mi camino. Por ejemplo Rosa se estaba abriendo un merecido prestigio y también la han dejado muda.
De entre todos los mensajes me hace gracia la polémica entre Alberto y Montemayor sobre mi condición política. Montemayor me juzga por los hechos y creo que está clarísimo que desde niño he sido un republicano convencido. Incluso escribiendo de toros mi conducta no ha podido ser más de izquierdas. Cuando nadie se atrevía a escribir nada en contra de los empresarios opresores de los abusos de las figuras… Está claro que desde el principio estuve en defensa de la integridad del toro, de los derechos del público y de que se cumpla el reglamento caiga quien caiga. Cuando las familias terratenientes de los Domecq o los Pérez Tabernero gozaban de bula especial entre los críticos y tratamiento servil yo empecé desde El Ruedo y sobre todo en Informaciones a sacar todas sus vergüenzas a relucir. Tuve la suerte de estar a las órdenes de directores inteligentes que se dieron cuenta del cambio político y social que se avecinaba cuando ya el franquismo empezaba a ser una dictadura insostenible con los intelectuales y los estudiantes abiertamente en contra y las primeras huelgas de obreros en las calles. Así Jesús de la Serna en “Informaciones” rechazó con decencia una visita de los cuatro grandes empresarios dispuestos a pagarle al periódico lo que hiciera falta para quitarme de en medio. El director los puso en la calle, sin dejarlos hablar de millones: “No hay dinero para comprar la independencia de este periódico”. Pero era más difícil atacar a don Álvaro Domecq desde un periódico del movimiento, como Pueblo. Nadie se había atrevido a descubrir el origen de la fortuna de don Alvarísimo, poderoso fascista y militante del Opus. Don Alvarísimo era intocable. Yo conté desde Pueblo la falsa versión del supuesto incidente de Manolete en Méjico, cuando dicen que se negó a torear si no quitaban la bandera de la república. Todo aquello fue una maniobra del franquismo para convertir a Manolete en torero del Régimen, como harían luego con El Cordobés. No hubo tal incidente de la bandera sino todo lo contrario. Ese día al terminar la corrida Manolete cenó en casa de un millonario catalán. Se llamaba Dalmau y vivía en la Avenida de Insurgentes. Cenó en compañía de Indalecio Prieto y brindaron por la caída del Franquismo cuando por aquellos días retiraron sus embajadores las naciones libres. Franco tuvo la suerte de tener el apoyo de Eisenhower a cambio de cederle territorio español para las bases americanas. Manolete y el ministro republicano Prieto brindaron aquel mes de diciembre: “Nos veremos en agosto en la feria de Bilbao”. ¡Se equivocaron en más de veinte años! En Pueblo conté como Álvaro Domecq estaba sin un duro en los años cuarenta y como tenían una cuenta conjunta con Manolete. Camará y el jerezano, al morir Manolete, se quedaron con el dinero del muerto. Sólo lo sabía Lupe Sino, por eso Álvaro Domecq no la dejó entrar en la habitación del torero, cuando Manolete moribundo quería casarse con Lupe. Al año siguiente Don Alvarísimo compró “Los Alburejos”. Creo que para escribir esto en los años setenta desde un periódico del franquismo hay que tener unas convicciones republicanas muy arraigadas. Lo publiqué también en “El Correo Español” de Bilbao y la derechona vasca convenció al ganadero para que me pusiera una querella criminal. Fuimos a juicio y Álvaro Domecq no se presentó para “defender su honra” entre otras razones porque yo llevaba cuatro testigos y pruebas inapelables de lo que había escrito. Cuando Luis Angel de la Viuda fue sucesor de Emilio Romero como director de Pueblo recibió la visita de Rodríguez Valcárcel, presidente de Las Cortes, llevaba el encargo de Álvaro Domecq de ponerme en la calle. Luis Angel dependía políticamente de Valcárcel. Pero antes de expulsarme me llamo a su despacho y cuando le conté todo lo de Manolete en Méjico y en el hospital de Linares, llamó al presidente y le dijo que no podía echarme.
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La LIBERTAD, supone un compromiso con la VERDAD, que cual valor supremo debe presidir todos nuestros actos. El REY de la fiesta, el TORO, exige que se predique de él con LIBERTAD.
EL EJE DE LA LIDIA
miércoles, agosto 29, 2012
SE TIRARON LA PLATA DEL MUERTO
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Un artículo del maestro Navalón que es una lección de independencia y veracidad.
ResponderEliminarP.U.