Cádiz
1912
Lidiaron
juntos una novillada de Miura
Fue un mano a mano improvisado por fuerza de las circunstancias: Juan
Belmonte entró en el cartel la noche antes, como consecuencia de la cornada
sufrida por Francisco Posada aquella tarde en Antequera. Y mucho debió de
deberse esta contratación de última al triunfo apoteósico que el trianero había
tenido unas semanas antes en Sevilla. El escenario fue Cádiz, donde hasta los
comercios cerraron aquella tarde del 22 de agosto de 1912. El festejo fue
triunfal para ambos espadas.
Sin embargo, ni los mejores biógrafos de Gallito y de Belmonte incluyen este mano a mano en sus trabajos; como mucho se hace, sin citar siquiera que era un mano a mano, una mera referencia dentro de la relación general de ciudades en las que había toreado sin aportar ningún otro dato. Por eso puede afirmarse que es quizás el menos historiado de los encuentros de los dos colosos del toreo.
Joselito y Belmonte, como es bien sabido,
torearon muchas tardes juntos. Al menos, contabilizadas en las estadísticas hay
más de 250, pero mano a mano en cambio lo hicieron un escaso número de
ocasiones. Si se revisa la amplísima documentación que existe sobre los dos grandes
colosos del toreo, , el primero de estos mano a mano, quizás también el menos
conocido, ocurrió en Cádiz el 22 de agosto de 1912, ahora hace un siglo.
Se trató de una novillada que no estaba programa como tal mano a mano, sino que el torero de Triana entró imprevistamente por la vía de las sustituciones.
Llama la atención un festejo que nada se dice en las principales
biografías de los protagonistas del Siglo de Oro del toreo. Escuetamente se
localiza en el Cossío la cita circunstancial de un festejo en Cádiz, del que ni
siquiera se dice que fuera un mano a mano, ni se les cita como compañeros de
cartel. Pero este primer encuentro pasa completamente desapercibido en el
interés de los biógrafos respectivos. Ni la versión grandiosa de Manuel Chávez
Nogales se hace referencia alguna, salvo la cita circunstancial de que el año
1912 Belmonte toreó, entre otros lugares, en Cádiz. Pero otro tanto ocurre con
respecto a “Joselito” y los escritos de Gregorio Corrochano y de Gustavo del
Barco.
Sin embargo, para los aficionados de la época debía tener su
trascendencia. Y así, el ambiente era enorme para este festejo. Tanto que “La
Correspondencia de España” de aquel 22 de agosto de 1912 publica una noticia
anunciando que la hora de la novillada se retrasaba, para que diera tiempo a
que los talleres cerraran y su personal tuviera tiempo para ir hasta la plaza.
También los comercios cerraron con antelación sobre el horario habitual. Y
debió surtir efecto la medida: la plaza se puso a rebosar.
Conviene tener en cuenta algunos antecedentes que explican tanta
expectación. El 13 de junio de aquel se había producido el gran éxito de
Joselito en su presentación en Madrid, la celebre novillada en la que Joselito
obligo a cambiar los utreros del duque de de Tovar por una corrida cuatreña de
Olea. Y 10 días después, el 23 de junio, formó otra revolución en Sevilla,
donde actuó dos tardes consecutivas. Estaba, pues, en pleno apogeo, con la
alternativa ya comprometida para el mes de septiembre.
Por su parte Juan Belmonte había debutado con caballos en Sevilla el
21 de julio, en una tarde apoteósica que acabó con el torero a hombros desde la
Maestranza hasta su casa de Triana, que fue fundamental en su carrera. Lejos
quedaban sus idas y venidas nocturnas a Tablada.
El primer mano a mano
Hasta entonces los dos toreros mantenían unas trayectorias muy diferentes. El pequeño de la dinastía de los Gallos iba emparejado con “Limeño” en aquella cuadrilla de los “niños sevillanos”, que tanto en 1910 como en 1911 se anunció por más de 30 tardes. Juan, en cambio, vivía aún sus ensoñaciones en la Corta de Tablada, que después de algunos fracasos --uno de ellos en Sevilla--, se materializaron a raíz de torear en Valencia en 1911, una temporada en la que tan sólo se vistió tres tardes de luces. Si luego, ya alternativados los dos, mantuvieron unas vidas con grandes paralelismo, siendo novilleros sus vidas eran casi diametralmente opuestas.
El primer mano a mano
Hasta entonces los dos toreros mantenían unas trayectorias muy diferentes. El pequeño de la dinastía de los Gallos iba emparejado con “Limeño” en aquella cuadrilla de los “niños sevillanos”, que tanto en 1910 como en 1911 se anunció por más de 30 tardes. Juan, en cambio, vivía aún sus ensoñaciones en la Corta de Tablada, que después de algunos fracasos --uno de ellos en Sevilla--, se materializaron a raíz de torear en Valencia en 1911, una temporada en la que tan sólo se vistió tres tardes de luces. Si luego, ya alternativados los dos, mantuvieron unas vidas con grandes paralelismo, siendo novilleros sus vidas eran casi diametralmente opuestas.
Sin embargo, en el invierno de 1909 Joselito había tenido ya su primer
encuentro con un muchacho desconocido entonces que se llamaba Juan Belmonte. Se
cuenta que Gallito se concentró en el campo, decidido ya a dedicarse en
exclusiva al toreo. Y en aquel invierno, cuando un día se dirigían todos hacia
la plaza de tientas, Joselito encontró andando por los caminos a un muchacho
que iba en la misma dirección. Hizo que le subieran a la grupa de uno de los
caballos y así llegaron a la placita. El muchacho, desconocido para todos los
presentes, dijo llamarse Juan Belmonte García. Así se entrecruzaron por primera
las vidas de los dos genios del toreo.
No se localizan testimonios documentales fehacientes, pero todo lleva
a pensar que Juan Belmonte entró en el cartel de Cádiz como consecuencia de su
apoteosis sevillana del mes de julio, que había vuelto a reproducir el 25 de a gosto.
Y entra muy a última hora y de forma no prevista: la tarde anterior Francisco
Posadas, que era el que estaba anunciado en los carteles, resultó cogido en la
plaza de Antequera, no pudiendo comparecer al día siguiente en Cádiz. Cabe
pensar así porque al referirse a Belmonte el cronista de “El Imparcial” escribe
“había despertado en la afición andaluza mucho entusiasmo”, como fundamento de
la ya referida sustitución. Aunque el mismo cronista reconoce que el interés
estaba en “admirar las faenas del “fenómeno“ Joselito”y constata el
periódico que eran “muchísimas las personas llegadas de
Sevilla” para el acontecimiento.
Tarde de máxima expectación. La plaza completamente llena. Y el
cronista explicita: “Los palcos están llenos de hermosísimas
mujeres y en uno de ellos se encuentra la hija del ganadero Sr. Miura”. Así como en
“El Imparcial” se especifica que Juan Belmonte iba vestido de azul y oro, no
consta como lo hacía esa tarde “Gallito chico”, que es como todavía se
anunciaba Joselito. En los chiqueros, una guapa
novillada
de Miura.
Las reseñas de la novillada
Según la reseña que publica el
corresponsal de “ABC”, “el primer miureño -“La
Correspondencia de España” nos informa que se llamaba
“Papelito”- es colorado, con muchos pitones y gordo;
un buen mozo. Joselito lo recibe con varias superiores verónicas que la
asamblea ovaciona”. Especifica que el novillo tomó cuatro varas,
derribando en dos de ellas. “En los quites que hay por parte de ambos espadas, alegrías sin
límites: Gallito remata tocando los cuernos del colorado y Belmonte cubriéndole
la testa
con su montera”.
En el segundo tercio, que “El Imparcial” despacha más brevemente, el
cronista de “ABC”, en cambio, lo pormenoriza: “Al
cambiarse el tercio, un espectador se arroja al anillo y ofrece a Joselito un par de rehiletes de lujo. Acepta el torero y lo coloca de frente deforma superior (Palmas).
Repite con otro admirable en la misma forma y luego,
con un tercero, aprovecha una salida en falso para entrarle él a la media
vuelta”.
“Con la muleta da tres pases de pecho v
cuatro en redondo valentísimo. Se perfil, agarra un pinchazo bueno, que escupe
el toro, y termina con una estocada superior. (Ovación y vuelta al ruedo.)”, refleja de
forma escueta “El
Imparcial”. El cronista de “ABC, por su parte, es más
entusiasta:
“Con la muleta y estoque hace una faena
estupenda, dejándose rozas los alamares en varias pases naturales y de pecho.
El público corea con oles la hermosa labor del gran torero. Después de un buen
pinchazo, coloca una estocada en las propias agujas, mojándose los dedos en el
morrillo. (Ovación, oreja y vuelta)”. En término muy parecidos a estos últimos relata lo ocurrido el
cronista de “La Correspondencia de
España”, quien también hace constar que se le
concedió
una oreja.
“Repartido” se llamaba el segundo, que según “La Correspondencia de España” era “negro, gordo, con muchos pies”; “ABC” añade que “con buenas armas en frontispicio”. Su paso por el primer tercio deja este recuerdo a “El Imparcial”: “Intenta pararle Belmonte con unas verónicas ceñidas, pero el toro se huye. Al rematar unos lances sale el espada enfrontilado. El miureño huye de su sombra y no toma más que tres varas”. En cambio, la versión que ofrece el cronista de “ABC” es diferente: “Torea Belmonte por verónicas con gran valentía y el enemigo se acerca de forma peligrosa (Palmas) En el primer tercio hay tres encuentros con otros tantos descendimientos”.
Así se pasa al último tercio. “Belmonte
encuentra --cuenta “El Imparcial”-- a su enemigo
defendiéndose. Le saluda con cuatro buenísimos pases de pitón a pitón y prosigue su faena con inteligencia y valor.
Aguantando coladas de peligro. Aprovecha y atiza una estocada caída que
basta (Muchos aplausos)”. Más entusiasta vuelve a ser el cronista de
“ABC”: “Belmonte da varios pases superiores, parando de verdad y
sacando el trapo rojo por el rabo después de barrer los costillares.(Olés y
palmas). El toro se va a tablas y de allí los saca hasta el centro del anillo
con pases sobre la mano izquierda. (Palmas). Sigue valiente y aguanta dos
tarascados de órdago. Entra a matar, cobrando una buena estocada, pero saliendo
rebotado de la suerte y lastimado, al parecer, en una pierna. (Ovación)”. Por su parte,
la versión de “La Correspondencia de España” nos cuenta que Belmonte “pasa de muleta valiente, coreado con olés; sigue la faena,
parando mucho los pies y sacando otras veces al bicho de las tablas, como un maestro.
En una colada pierde el trapo rojo; sigue pasando de muleta muy valiente,
atizando una estocada, saliendo rebotado y cojeando. Ovación”.
El tercero atendía por “Tejón”, “negro, fino, cobardón”. En los diarios se añade que “salta la barrera”. “Gallo intenta lancearle y el bicho huye, saltando el callejón”, narra “La Correspondencia de España”. La versión de “El Imparcial” indica que “Gallito intenta fijarle inútilmente”, mientras que según “ABC” “después de marcarle Gallito algunos lances, salta el miureño la tronera. Los espadas hacen quites de valentía y adorno.(Ovaciones)”.
El tercero atendía por “Tejón”, “negro, fino, cobardón”. En los diarios se añade que “salta la barrera”. “Gallo intenta lancearle y el bicho huye, saltando el callejón”, narra “La Correspondencia de España”. La versión de “El Imparcial” indica que “Gallito intenta fijarle inútilmente”, mientras que según “ABC” “después de marcarle Gallito algunos lances, salta el miureño la tronera. Los espadas hacen quites de valentía y adorno.(Ovaciones)”.
Gallito vuelve a coger los rehiletes “y
deja al quiebro un par admirable (Ovación). Otro magnífico de poder a poder
(suena la música) Cuelga otro, que resulta bajo, y al cambiarse el tercio pide
permiso para colocar otro y lo deja de frente,
de forma irreprochable. (Ovación delirante)”, narra “ABC”.El esplendor de este tercio debió ser
grande, a tenor de la coincidencia en los elogios de los otros cronistas.
Y vamos al último tercio. “Joselito
realiza –se lee en “El Imparcial”—una faena maravillosa, en la que no se sabe si admirar más
los ceñidísimos pases en redondo o los de pecho. (Enorme ovación). Cuadra el
bicho y agarra una estocada en todo lo alto que hace rodar al toro sin
puntilla. (El delirio de palmas)”.Más escueto es el redactor de “La Correspondencia de España”:“Gallo hace una faena valiente, adornada, siendo constantemente
ovacionado”. Y el entusiasmo se desborda en la
forma
de contarlo que tiene el cronista de “ABC”: “Luego
coge los trebejos de matar y hace una grandiosa faena, que enloquece al
público. Al rematar algunos pases se coge a los cuernos del enemigo y otras
veces lo acaricia en el testuz. (Ovaciones a granel). Cuadra el nicho, entra
recto el espada y, marcando superiormente los tiempos del volapié, coloca una
gran estocada, de la que rueda el enemigo sin los auxilios del cachetero.
Ovación delirante, oreja y prendas de vestir)”.
Se trata de un delirio colectivo que el cronista abecedario traslada
al siguiente toro. “El cuarto es colorado y ojo de perdiz
(Sigue la ovación a Gallito). Belmonte le da varias verónicas,
que son aplaudidas. Hay buenos tercios de quites de los maestros
en el primer tercio, que se compone de tres alfilerazos y un
aterrizaje”. De nuevo, “El Imparcial” es más lacónico: “Belmonte
le saluda con lances muy buenos, y después realiza un quite magnífico”. Además de
informarnos que este toro tenía por nombre “Campoalegre”, en “La
Correspondencia de España” se limita a contar que “Belmonte
hace un buen quite a un picador. Palmas. Gallito hace también buenos quites,
parando con la mano”.
Cuando tocan a matar, “Belmonte
hace una faena valiente. Al segundo pase sufre una colada evitándole Gallo la
cogida. Sigue Belmonte temerario, y Io despacha de una buena. Ovación, oreja y
música”, dice el conciso relato de
“La Correspondencia de España”. Mucho más escueto
resulta
el relato de “El Imparcial”: “Belmonte torea tranquilo a su adversario y
se aplaude mucho un pase de pecho. Entra por derecho y cobra una estocada
buena. (Ovación grande)”. En “ABC” encontramos
algunos datos más “Sobre tablas empieza Belmonte su faena, que es de valiente y
decidido. En una tarascada, mete Gallito el capote eficazmente. Continúa
temerario el trianero y es aplaudido, y cuando puede, entra muy bien, para dar
una gran estocada que mata sin puntilla. (Ovación y
música)”.
“Zapatero”, hizo quinto. Y de nuevo el relato de “ABC” engarza con el
acto anterior: “es negro. (Sigue la ovación a Belmonte).
El toro es mansurrón y con acoso toma tres varas,
matando otros tantos caballos”. El apunte de “La Correspondencia de España” se
limita a decir: “Gallo le obliga a llegarse a los caballos. Los picadores salen a los
medios (Protestas)”. Y en este caso, la
narración más detallada, aunque sin citar el papel que juega Gallito, la
encontramos en “El Imparcial”: “El quinto es negro, chiquitito y fino de cuernos. El toro es muy manso y
los picadores tienen necesidad de salir a los
medios. A fuerza de acosos toma tres varas y el presidente cambia la
suerte”. “Llega el bicho dificilísimo a la muerte --escribe
“ABC”-- y Gallito se apodera de él, toreándolo solo y desde muy cerca, escuchando
olés y aplausos. Entra muy bien a matar y deja
medio estoque en lo alto un poco tendido. (Palmas)”. La versión de
“El Imparcial” resulta semejante: “El Gallo
cadet consiente al toro, que está muy difícil, con gran valentía y mucho arte. Sobre tablas deja un estoconazo entero y tendido.
(Palmas)”. Tampoco “La Correspondencia
de España” se aleja de este relato: “Gallito, a
pesar de estar el toro entablerado, hace una faena cerca y valiente, despachándolo de media tendida. Palmas”. Y, al fin,
sale el sexto: “Bellotero”, también negro, “al
cual administra Belmonte --dice “El
Imparcial”-- cuatro magníficas verónicas y un farol (Aplausos)”. “La Correspondencia de España” nos avisa que
este toro “se declara huido y Belmonte, con valentía, lo recoge, le da varias
verónicas excelentes y un farol soberbio. Ovación.
También son ovacionados en quites los espadas”. La
descripción de “ABC” es la siguiente: “Al
último lo recibe Belmonte con varias verónicas
magníficas y un farol de mil bujías. (Ovación).
El primer tercio se compone de cuatro varas, tres caídas y un caballo putrefacto. Los matadores escuchan grandes ovaciones en quites”.
Pasemos al último tercio. “Belmonte,
que cojea a consecuencia del achuchón sufrido en el segundo toro, torea de
muleta con valentía y atiza con habilidad un pinchazo y una entera. (Palmas y
salida en hombros)”, atestigua “El
Imparcial”. El cronista de “ABC” lo ve de esta forma:
“Belmonte torea sobre la mano zurda, desde muy cerca y ceñido, a
pesar de estar el toro avisado y difícil. Al torero se le ve cojear desde el
achuchón que recibió del segundo toro. Dio para terminar un pinchazo y luego
media que mata (Palmas)”. Y para “La Correspondencia de España” la lidia transcurrió así: “Belmonte empieza a muletear por la izquierda, pegado al toro.
Este se ha declarado buey perdido. El diestro cojea a consecuencia del achuchón
que le ha dado el toro segundo. Belmonte da un pinchazo en buen sitio Aplausos.
Sobre tablas cobra una estocada que hace rodar al bicho. Más Palmas”.
Antonio Petit Caro
Antonio Petit Caro
Interesente artículo de lo que fue el inicio de la competencia entre estos dos colosos del toreo.
ResponderEliminarLo que hoy más que nunca le hace falta a la fiesta para salvarla de la monotonía.
Desde Surco.