EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

martes, marzo 25, 2014

ANTONIO BIENVENIDA : LA PLASMACIÓN PERFECTA DEL CONCEPTO DEL TOREO

“Primavera en el otoño de Antonio Bienvenida”

"Ya puedo morir tranquilo, porque he visto torear como yo soñaba el toreo", Le comentó el Papa Negro  su hijo Antonio, cuando volvió al callejón después de la lidia de “Parlador”, del hierro de “Cerralto”. Era el 5 de septiembre de 1964. El escenario, San Sebastián de los Reyes. Y en efecto, aquello fue como una nueva primavera en el toreo.
Precisamente por ahí iba el título que Antonio Díaz-Cañabate escribió para su crónica en ABC: “Primavera en el otoño de Antonio Bienvenida”. Se lidiaba aquel 5 de septiembre una corrida de los hermanos Cembrano, con el hierro de Cerroalto, en la que adquirió el grado de matador de toros el venezolano Ramón Montero “Maravilla”, siendo testigo Victoriano Valencia, entrado a última hora por cogida de “El Viti”. Tras un preámbulo extremadamente critico con lo que habitualmente ve en los ruedos: “Me desespero. Me aburro –escribe—en medio de ovaciones sin cuenta. Me abruman cuánta oreja, cuánto rabo, y qué poco toreo.( ….) Esto no es torear. Torear es la faena de  muleta realizada por Antonio Bienvenida al cuarto toro”.
El relato que el cronista no deja lugar a dudas. Comienza situándonos en el contexto de los hechos: “Antonio Bienvenida se encuentra en el otoño de su vida de torero. Pasó la primavera novilleril. El verano, plenitud de matador de toros, pasó. Se anuncia el otoño. Antonio Bienvenida entra en él sin la fatiga ni los calores estivales, y los ardores primaverales. Entra ligero de cuerpo y de espíritu. Terribles tormentas le cercan, pero no le contaminan. Fuegos de artificio deslumbran ojos incautos, pero deja a los suyos intactos. Ojos que han visto el toreo. Ojos que conocen el toreo. Y sigue su camino otoñal. ¿De cara al invierno? No. De cara a la primavera. Antonio Bienvenida sabe que en el otoño cabe la primavera, que en el otoño también florecen las rosas. Y Antonio Bienvenida ha realizado una faena de muleta de primavera en el otoño”.
“¿Como fue?”, se autopregunta de seguido el cronista. Su respuesta no deja espacio para la duda: “No me pidáis descripciones imposibles. Fue un florecimiento, no de unas rosas, sino de un pensil. Se abrían los capullos de los pases. Se abrían como si la muleta fuera una varita mágica. Que alumbraba tan pronto un natural, como uno en redondo, como un ayudado por bajo, como uno de pecho, como uno por alto. Todos ellos unidos, ensamblados, arraigados en una unidad, en un conjunto, formando un ramillete, formando un manojo de belleza, la belleza del ritmo que acompaña, de la serenidad que entona, de la elegancia que engrandece, del temple que suaviza, de la majestad que sublima y de la  gracia que embelesa. ¡Torear! ¡Dios mío, torear! Lo que uno no ve nunca. Primavera en otoño. Primavera del arte en el otoño de la vida”.
Más adelante escribe Cañabate: “Mató de media delantera y le concedieron las orejas y el rabo. Yo que Antonio Bienvenida, con toda humildad. Pero también con todo orgullo, hubiera rechazado tales recompensas, buenas para lo falso, mezquinas para la verdad. No se puede pagar igual el oro que el plomo. Aunque a veces el plomo valga más que el oro”.
Le quedaba al maestro la conclusión de su crónica. Le bastaron dos líneas de periódico, nada más. “Antonio Bienvenida: En ti se confirma la regla. El arte cuando es puro es eterno”.
Y es que acababa de ver la que el propio toreo consideró siempre la mejor faena de su vida, la plasmación perfecta del concepto del toreo que le inculcó su padre, Manuel Mejías “Bienvenida”. Lo cuenta muy bien Vicente Zabala en su libro “Hablan los viejos colosos del toreo”, un trabajo periodístico y literario que leído con el paso de los años recobra nuevos valores. De aquellas conversaciones, extrajo una gran verdad: “Antonio no entendía el toreo de otra forma que no fuera como arte. Se lo habían inculcado desde niño”.

Fuente: http://www.taurologia.com/primavera-otono-antonio-bienvenida-1936.htm

domingo, marzo 23, 2014

RODOLFO GAONA " EL PETRONIO DEL TOREO" CAPÍTULO XI

Gaona en una de las últimas corridas que toreó en Madrid, en el año 1919.

Fuente: Semanario gráfico de los toros El Ruedo. Madrid, 09 de marzo de 1950. Nº 298. AÑO VII.

Continuará...........

sábado, marzo 22, 2014

GAONA Y LA ANÉCDOTA NARRADA POR CONCHITA CINTRÓN

GAONA Y LA ANÉCDOTA NARRADA POR CONCHITA CINTRÓN



Una tarde inolvidable, un hombre impresionante atravesó el ancho corredor del Hotel Imperial.

De figura imponente a pesar de los años, sus movimientos eran firmes como el acero y flexibles como el mimbre.
- ¡ Rodolfo Gaona ! - exclamó Ruy al verle, avanzando, con los brazos abiertos, al encuentro del abrazo de su antiguo compañero de "sustos".
Los que se abrazaban eran dos hombres de una planta extraordinaria. Distintos uno del otro, como el Sol de la Luna, pero ambos igualmente majestuosos, igualmente orgullosos de su raza.
Gaona nos invitó a su casa, cosa que nos sorprendió mucho, pues le habían dicho a Ruy, al preguntar mi maestro por él, que el gran torero azteca estaba neurasténico y no recibía a nadie.
Al entrar en la casa del célebre inventor de la gaonera sentí una emoción comprensible: era la primera vez que visitaba la casa de una figura, ya legendaria, del toreo. Reparé, sorprendida, que sobre las austeras paredes que nos rodeaban no había ni un solo recuerdo taurino. Gaona, que nos recibió en el hall, nos presentó a su mujer, una señora que fue en sus tiempos gran pelotari.
Durante la comida se habló de toros, y desde mi lugar en la punta de la mesa escuché ávidamente lo que el gran maestro decía sobre la "época de oro", que nunca conocí.
La conversación discurría naturalmente,hasta que se me ocurrió preguntarle a Gaona sus impresiones sobre algunos de sus compañeros.
- ¡Oh!- dijo el Califa,  recordando el pasado y refiréndose a una de las figuras de entonces -.Ese hombre era un rival venenoso... mandaba espontáneos pagándoles para estropear los triunfos a los demás.
No esperaba yo tan dura condenación.Mi mundo de toros era romántico y noble. ¿ Sería posible que existieran en él envidias y mezquindades ? ¡ Qué pena,que pena me daría...!
Miré algo confundida al torero que tenía enfrente,pero la expresión de éste no me tranquilizó...
era tan dura como la de una estatua de Cuauhtémoc que adornaba el Paseo de la Reforma.
- ¿ Y El Gallo ? - sugerí,ansiosa de saber si el Divino Calvo formaría parte de la lista negra del gran torero.
- ¡ Un genio ! -exclamó-. ¡ Era un muletero inconmensurable ! El más grande de todos los tiempos... tenía una muñeca... - El torero hizo el ademán de girar la muleta -. Este movimiento en él era inigualable.
Mientras nuestro taxi de regreso al hotel "toreaba" el tráfico,no podía olvidar las revelaciones de Gaona.Eran duras,cortantes...,pero en él todo era así... fuerte,decidido,apasionado.Cuando hablara de El Gallo lo hiciera con la misma pasión con que anteriormente condenara a otros.
Fuente: Memorias. Conchita Cintrón,Espasa Calpe. año: 1,962 Páginas n° 143 y 144. 

domingo, marzo 16, 2014

RODOLFO GAONA " EL PETRONIO DEL TOREO" CAPÍTULO X

Aun conservaba en la ejecución de la "gaonera" su inimitable elegancia.
 Lo mismo banderilleaba por el lado derecho que por el izquierdo
Estamos en el último año de la vida taurina en España del prota-
 En su finca se entregaba a sus aficiones cinéticas, olvidando sus aflicciones.

Fuente: Semanario gráfico de los toros El Ruedo. Madrid, 02 de marzo de 1950. Nº 297. AÑO VII.

Continuará...........

sábado, marzo 15, 2014

JOAQUÍN VIDAL, EL CRÍTICO TAURINO POR ANTONOMASIA



El próximo mes de abril se cumplirá un aniversario más desde que no nos dejara –aunque el formulismo aquí no valdría porque dudamos mucho que lo hiciera así- el ilustre crítico taurino Don Joaquín Vidal Vizcarro. Ilustre -por una parte- porque lo fue durante todo su ejercicio tanto en cuanto a forma literaria se refiere como en lo enjundioso de todo cuanto explicaba; y crítico taurino -por otra- porque él fue de los pocos que obedeció a los más puros cánones de la crítica de arte.

Recuerdo -y releo- de continuo la publicación con que PRISA homenajeó a su vástago al publicar en Aguilar, editorial de su propiedad, una muy buena recopilación de sus escritos extraídos de veinte años de ejercicio en El País, una publicación que venía titulada como Crónicas taurinas. Joaquín Vidal. No todo lo que hacen los del antiguo monopolio podía salir tan redondo. Y es que es totalmente inexacto titularlo “crónicas taurinas”; Vidal no era un cronista, era un crítico.

El cronismo queda para los tecnócratas de la letra, o sea, para periodistas, para los relatores de hechos, y para los cirrosos que no dejan el alcohol ni a la de tres. La crítica taurina, lo que hacía Vidal y hoy sigue sin hacer casi nadie, es como hacer crítica de arte.

Don Joaquín era el crítico por antonomasia. Por supuesto, y sin ser necesario mentar a la pléyade de ignorantes que fluyen en el curso de su propio descrédito, no hay que simplificar puerilmente los conceptos y, cuando decimos que el santanderino era "el crítico", no queremos decir que fuera el gran censurador. En primer lugar porque criticar, en esencia, no es sinónimo de ir contra algo o alguien; criticar es en sí enjuiciar, evidenciando lo malo o lo bueno. Es, simplemente, una puesta en valor. La crítica de arte -la crítica taurina pues- parte, a grandes rasgos, de la observación detenida de aquella manifestación artística que quiere juzgarse; pasando después a desbrozar sus formas; y finalmente escudriñar en la historia del género artístico en que nos adentramos para compararla con nuestro objetivo, ponerlo en valor y poder posicionarnos, consecuentemente, en sus creatividades, retrocesos, fortalezas o carencias. Eso hacia Vidal y por eso era un gran crítico taurino; no era un mero relator de corridas, ni un cronista del espectáculo. La mayoría de los tecnócratas de la letra de hoy no pasan de lo que les dicta el gusto -que es servil-, ni del obnubilante lanceo de las telas -que es relativo-, ni del cegeante destello del caché andante -que es extrataurino-. No pasan, en resumen, del supérfluo formalismo y la pandereta.

Otra cuestión, tan fundamental como la anterior, es que Vidal tenía además bien claro que el concepto esencial de la tauromaquia se basaba en un primigenio e imprescindible protagonista llamado toro: «La corrida estuvo muy lejos de ser brillante, pero había emoción, que es parte fundamental del espectáculo. Cuando los toros salen imponentes, fuertes, leídos y marcusianos, la fiesta adquiere densidad argumental e importancia, y alcanza unos niveles de tensión quizá excesivos para gentes delicadas. Pero qué le vamos a hacer: es así.» (Madrid, 4-IX-1979)

Y no es para menos. Aunque parezca de perogrullo hay que ir recordando constantemente que las palabras definitorias del espectáculo actual -toreo, torero, plaza de toros, etcétera- vienen y derivan de una sola: toro. Será por algo. Pero Vidal, que de esto -de literatura y filología- sabía tanto como de toros, no se cansaba de repetir que en el tauricidio perpetrado por el mundillo estaba el problema: «Parece ya inútil ponderar, pedir, comparar, aducir paradojas, apuntar corruptelas, denunciar el estado de la cuestión: la Fiesta es como han querido hacerla los taurinos y, éstas, son lentejas, o las tomas o las dejas.» (Pamplona, 8-VII-2001) Y palabras como estas, parece ser, era lo que molestaba a algunos.

Incluso durante años se permitieron el lujo de culpar a Vidal de alguno de los males de la Fiesta; ni que él se hubiese dedicado a afeitar toros, descastar la cabaña brava, hacer cambios de cromos o redactar el actual reglamento taurino. Afortunadamente nada de esto ha logrado coartar el hecho de que la figura del gran crítico se haya ido agrandado lustro a lustro.

Por cierto, pruebas hay para corroborar la talla innegable que llegó a alcanzar el de Santander. La cuestión está en que curiosamente, mientras a otros jamás les negaron el pan, a Don Joaquín lo denostaron. Lean ahora estas palabras que hablan del toro:

«Es sabido que la gente de coleta divide las vacadas de reses bravas en dos categorías: las preferidas por ellos, en atención a sus condiciones de lidia, blandura de patas, cuellos y cuernos cortos, poca alzada, escasez de poder, etcétera, y las que, reuniendo cualidades opuestas, fueron desde antiguo temidas por los toreros.» ¿Creen que corresponden a letras de Joaquín Vidal?. No. Son del incuestionado F. Bleu en el primer tercio del siglo XX.

«Las ganaderías llamadas de la tierra han sufrido una completa transformación, y no son sombra de lo que fueron respecto a pujanza y a dificultades de lidia. Alguien, por esto, las considera mejoradas. No lo discuto y no niego que han ganado en igualdad, pero cuando miro hacia atrás y me acuerdo de muchas corridas, me pasan ganas de no volver a presenciar las chotadas y mojigangas actuales.»; ¿Joaquín Vidal?. No. Otra vez más, Bleu en el primer tercio del siglo XX.

Ahora leamos diatribas sobre el toreo:

«Los muchachitos salen de las tientas hechos unos torerazos. El natural y el redondo no tienen secretos para ellos. ¿Y no necesitan saber más?. ¿Para qué?. No necesitan conocer el toreo de dominio, porque nada hay que dominar. No necesitan recursos para los toros difíciles, porque solo se tropiezan con uno de pascuas a ramos. No necesitan saber torear de capa, porque, con cuatro chicuelitas, arreglado el asunto. No necesitan saber matar porque, aunque maten a pellizcos, como la faena haya sido ligeramente tremendista, tienen aseguradas las orejas y, si el presidente es un pelmazo, la vuelta al ruedo.» De nuevo preguntamos: ¿son palabras de Joaquín Vidal?. No. Ésta vez son del reconocido Antonio Díaz Cañabate -mediados del siglo XX-.

«Al amparo de esta tolerancia, aceptada sin repulsa por el público, los mangoneadores taurinos se aprovechan en rebajar muy seriamente la peligrosidad del toro, tan seriamente, que se atreven nada menos que a mutilar sus pitones. Para mi, esta atrevida hazaña es un golpe mortal para la fiesta. Creo que puede determinar su radical transformación en un espectáculo puramente funambulesco, con una remotísima idea de lo
que fue el arte de torear, porque el arte de torear está fundado y se mantiene en la peligrosidad del toro.»; ¿Joaquín Vidal?. No. Otra vez más, Díaz Cañabate a mediados del XX.

¿Se aleja todo esto de lo que explicó tan didácticamente Vidal?. Entonces, ¿por qué Bleu o Cañabate son indiscutidos hoy por el mundillo que tanto odia a Vidal?.

Fuente: http://www.criticastaurinas.net/arte_literatura/joaquin_vidal_el_critico_taurino.htm

lunes, marzo 10, 2014

GUIA PARA JÓVENES AFICIONADOS EN MEDIO DE TANTA INTOXICACIÓN INCORPOREA

Alfonso Navalón                                                                        
(Guía para jóvenes  aficionados I)

No ha podido ser más provechosa la escapada a San Isidro. He descubierto una hornada de aficionados jovencísimos que luchan por encontrar la verdad del toreo en medio de la intoxicación que padecen. Entre lo que escuchan a los que tienen fama de aficionados, lo que ven en la televisión y lo que dicen los cronistas se ven envueltos en tal confusión que difícilmente pueden discernir por su cuenta, y si se atreven a disentir se les echa encima el delirio del 'tomasismo' que se ha convertido en el credo de la afición de Madrid. Estamos ante un caos de criterios. Otra torre de Babel y como en el Apocalipsis, el credo del toreo se ha llenado de falsos profetas y por si faltaba algo, ¡el anticristo de Galapagar!
Entre las cosas que me mandan estos jóvenes recibo un artículo de un tal Ignacio Gómez-Acevo, que a juzgar por los cargos que ostenta debe ser uno de los grandes pontífices de la moderna tauromaquia. No me extraña, sabiendo que es parte integrante del aparato propagandístico del osado charlatán Juan Pedro Domecq, también conocido por 'La Bicha'. Entresaco para su análisis algunos párrafos para que las personas sensatas y los aficionados de fundamento os deis cuenta por las veredas que anda este ciudadano. "Decía Marcial Lalanda que la emoción de encontrarse frente a un toro se tornaba en éxtasis, con mucho de erótico".
Ahora, vayamos a la realidad. Para empezar Marcial Lalanda era el torero menos indicado para hablar de 'éxtasis' porque fue un técnico poderoso que aprendió el oficio en el campo. Un lidiador con recursos y no se le puede suponer la sensibilidad necesaria para sentir el 'éxtasis'. Lo podían sentir Gitanillo de Triana o Cagancho en aquella época, porque toreaban con sentimiento, Marcial sólo podía experimentar el poderío del lidiador. Una sensación puramente física o artesana. Así que esa frase puesta en boca de Marcial es como imaginar a Lenin rezando el rosario.
De momento, el tal Acevo desconoce el terreno que debe pisar un buen aficionado para situarse a juzgar. Vuelve con el viejo cuento del sentimiento erótico delante del toro. Teoría divulgada en la época del insípido Luis Miguel (saber sin sabor), donde se llegó a decir que algunos toreros sentían un orgasmo al rozarle 'sus partes' la piel caliente del toro. Tremenda blasfemia, porque sólo los que lo hemos vivido sabemos que delante del toro se te queda la pilila más arrugada que una lombriz.
Hace falta ser un pedazo de necio para pensar que un torero se puede poner cachondo delante de un toro. Otra cosa bien distinta es montar a caballo. Sobre todo, cuando vas a pelo, y el movimiento rozando los huevos y la parte inferior del pene, fácilmente provoca una erección. Este roce galopando a pelo es como una masturbación. Pero comprenderéis que eso no tiene nada que ver con lo que se siente ante el morito astifino de la cara rizada. Por tanto, un buen aficionado debe reírse cuando le hablen del erotismo del torero con la muleta en la mano.
Belmonte y los terrenos. Otro falso concepto muy difundido es que Belmonte acabó con los terrenos del toro. Por no ser menos, este escribidor (sin duda muy leído) también cae en la misma aberración:"Luego tuvo que añadir el revolucionario concepto de que para dar emoción era necesario invadir los terrenos del toro, es decir, 'cargar la suerte'". Lo de relacionar la supresión de los terrenos con las distancias. Todavía los legos siguen confundiendo los terrenos con las distancias. Ponerse más cerca no tiene nada que ver con los terrenos. El torero que no respeta los terrenos del toro es víctima segura. Ni ha nacido ni nacerá quien sea capaz de acabar con esos terrenos. Entre otros ejemplos tenemos la desdichada muerte de Manolete, que al entrar a matar con los terrenos cambiados (dándole al toro los adentros) 'Islero' se lo encontró en su salida 'natural', y no tuvo más remedio que llevárselo por delante.
Los terrenos del toro son sagrados. Un torero puede ponerse más cerca del hocico (acortar las distancias) pero de salida no puede vaciar la verónica hacia las tablas porque el toro le atropella, Las tremendas cogidas de Rafael 'El Gallo' y de Bienvenida con el pecho destrozado fue por un ligero retraso al sacar la muleta en el pase cambiado. Así llamado porque se cita engañando al toro hacia los adentros, pero cuando llega a jurisdicción el torero cambia la muleta hacia las afueras (el tercio) para darle salida natural. Por tanto, basta ya de repetir la barbaridad de 'acabar con los terrenos del toro'. Lo que pasa es que el primero que dijo esta burrada fue nada menos que Gregorio Corrochano, un señor que empezó a ver toros cuando ya era mayor y lógicamene aprendió de toreros y algo de toros pero no llegó a los grandes secretos de la lidia.
Porque no lo había mamado. Corrochano es la Biblia de muchos papanatas y tampoco se dan cuenta que escribió aquella solemne barbaridad de 'cinco verónicas sin enmendarse' como título de una crónica para halagar al torero que le pagaba. Comprenderéis que tantas verónicas 'sin enmendarse' es técnicamente imposible darlas. Lo de Belmonte fue genial. Y muy fácil de entender. Hasta Belmonte se toreaba sobre las piernas. Las suertes se basaban en la agilidad y la destreza. Belmonte dejó quietas las piernas, asentó las plantas y toreó con el brazo y la cintura. El toreo quieto y el toro que se mueva alrededor. Antes los toreros andaban alrededor del toro. Así inventó el toreo moderno.
Fue el único revolucionario. A los que han llamado luego revolucionarios como Manolete y El Cordobés, sólo inventaron trampas y ventajas. MANOLETE Dice así el muy leído Gómez-Acevo:"Manolete volvió a cambiar las cosas. Había que torear erguido y bajar la mano. Como eso es imposible hacer entrando en el terreno del toro, se hacía necesario que el toro entrara en el terreno del torero: Había que embraguetarse. Parecía que se habían definido para siempre los cánones del toreo". Seguimos diciendo tonterías.
Para empezar, habla de los terrenos del torero, cuando el torero no tiene terrenos. Tiene 'sitio'. Cualquier terreno es bueno para el torero siempre que respete los del toro. Lo esencial para torear es el 'sitio' y la colocación ante el toro. Un torero que no tiene sitio ni colocación jamás podrá torear. Así de claro. Sigue el muy leído Gómez, confundiendo las cosas más elementales. Dice que "Manolete había dejado definidos para siempre los cánones". Y jamás toreó con arreglo a los cánones. Convirtió el parar, templar y mandar en el medio pase de perfil con la muleta retrasada. Y lo difícil del toreo lo convirtió en trampa. Por eso, a Manolete lo han imitado muchos toreros y a Belmonte no ha sido capaz de imitarlo nadie. Lo más que han hecho lo más clásicos ha sido seguir sus normas.
El mayor elogio de un torero es decir que es 'belmontino' o 'abelmontado'. Así también queda muy claro que Manolete era el truco y Belmonte, lo auténtico. Manolete tuvo la suerte de que lo matara un toro y nadie se atrevió luego a pregonar sus defectos. Su 'revolución' consistió en lo siguiente: Convirtió al toro de respeto en el utrero y a veces, como en una feria de Valencia, ¡en eral! Introdujo el afeitado, la espada de madera, el torero-nodriza por delante para no sortear. Suprimió el primer tiempo de los pases reduciéndolos a la mitad de su recorrido. Suprimió la verdad del toreo en curva para introducir el perfilero y en línea recta. ¿Se pueden cometer más atropellos juntos?
LO DE EL CORDOBÉS Después de Manolete, contados toreros han mantenido la pureza del clasicismo y de los tres tiempos. Todos los ídolos tremendistas que hubo luego, eran seguidores manoletistas. Eso era lo fácil de imitar. Pocos toreros han copiado la pureza de Rafael Ortega, que acabó cosido a cornadas y en menos medida la de Antonio Ordóñez ¡antes de los sesenta! que también acabó cosido a cornadas porque cuando se torea de verdad los toros cogen más certeros que cuando se colocan al lado de donde va a pasar. No enfrente. Es normal que un aficionado pagado de serio diga pestes de El Cordobés. Y ahí estoy de acuerdo en todo, menos en algo fundamental. Benítez siguió la misma técnica que Manolete pero en línea histriónica.
Una falsa 'sensación' de peligro para embaucar a los ignorantes que llegaron a ser millones (muchos más que tomasistas ahora). Pero tenía algo que han tenido pocos: un sentido felino del conocimiento del toro y una fidelidad con su público. A casi todos los toros y utreros desmochados, les hacía lo suyo. Cosa que por ejemplo no es capaz de hacer el moderno 'revolucionario' porque José Tomás va a la plaza con la idea preconcebida de hacer la misma faena a todos los toros. Y cuando el toro no se pone de acuerdo viene el ridículo, la impotencia y la incompetencia. Por tanto, el payaso de Benítez fue muchísimo más profesional y más conocedor que este 'genio' de ahora, el buscador de mariposas.
'LA HEMOS CAGAO' Hasta aquí tiene cierta explicación que escriba el socio de Juanpedrito 'La Bicha', porque repite de oídas tópicos generalizados por la costumbre. Así lo hacía Zabala que repetía como un papagayo lo que le decía Antonio Bienvenida, sin darse cuenta que el maestro lo despreciaba como mal aficionado. Lo malo de Gómez-Acevo es cuando se pone a juzgar la época que está viviendo y de la que debería de tener más elementos de juicio. Desbaría cuando dice que el aficionado moderno se ha hecho más entendido viendo docenas de corridas por televisión. ¡Vaya majadería! Sin embargo, hay un párrafo que es lo único sensato de su trabajillo. Dice algo tan certero y tan valiente que parece imposible atribuirlo al mismo autor de tantos desatinos.
Así juzga el panorama actual: "Se ha ido convirtiendo en espectáculo ya sólo de ferias. Los buenos toreros, acuciados por la necesidad de torear más de un ciento de corridas y ante públicos festivos, ignorantes y bullangueros, para poder seguir siendo parte del circo ambulante tenían que falsear el buen toreo con toda clase de triquiñuelas, que como el público tragaba, se acabaron ellos mismos creyendo". Pese a lo enrevesado de su escritura, esto es una verdad como un templo. Acevo reconoce que los buenos toreros están falseando con triquiñuelas. Esto no casa con lo de la televisión formando a buenos aficionados que como reconoce luego son ignorantes y bullangueros. Atreverse a decir que la televisión ha ido formando aficionados 'más entendidos' es de una audacia inconcebible. Porque la televisión no ha hecho más que destruir a los que podían llegar a ser buenos aficionados, creando una masa borrega que toma por bueno todo lo que dicen esos desaprensivos palabreros y fenicios que están ahí sólo para engañar a las gentes.
Como tarea de rebatir la ignorancia temeraria del articulista Gómez requiere mucho más espacio y este hoy se me acaba, prometo seguir el próximo miércoles. Porque parece imposible que en un sólo folio se puedan decir tantos despropósitos. Así dejaremos para otra entrega lo de la labor 'formativa' de la televisión, su delirio 'tomasista' que llega a límites idólatras y la poca vergüenza de afirmar que El Juli es "valiente y habilidoso donde los haya partiendo de la vulgaridad del circo ambulante". Y digo poca vergüenza porque a continuación afirma que el chaval "es ya diferente y cada día crece como figura del toreo". ¿En qué quedamos? Como veréis estos modernos teorizantes del toreo cuando se ponen a sentar cátedra se hacen de la picha un lío.

(Guía para jóvenes aficionados II) 

José Tomás no torea, juega al escondite

Si continuamos analizando las tesis taurinas de Ignacio Gómez Acevo publicadas en el portal de Internet 'Mundotoro', adscrito al clan Domecq, es porque barrunto que debe ser un personaje muy influyente en las altas esferas del taurinismo del clavel. Asómbrame la cantidad de títulos que acapara en sus envidiable currículum. Yo, en cambio no fui más que cabo de panderetas de la tuna de Salamanca y torero aficionado durante 43 años, hasta que me retiré de los públicos en 1984 formando cartel con Antoñete y Roberto Domínguez. Ahora sigo toreando pero solo en mi plaza ganadera.
Confieso avergonzado que jamás asistí a esos seminarios de verano que organizan los que tienen carnet de intelectuales de la Tauromaquia. A los que por supuesto jamás fui invitado a intervenir. Ni jamás tuve maestro alguno para escribir de toros. Ni se me puede acusar de imitar a Corrochano, o cualquier otro santón de la crítica. Vayamos con el currículum de don Ignacio Gómez-Acebo: Nació en 1932 y es licenciado en Derecho por Madrid y Salamanca. Agente Oficial de la Propiedad Industrial. Presidente de Tauromaquia, S. A., editora de Mundotoro. Vicepresidente del Comité Asesor Europeo del Consejo NYSE. Presidente del Comité Ejecutivo Axa Seguros, Noki España. Patrono de la Biblioteca Nacional. Centro de Estudios Universitarios (CEU). Fundación Humanismo y Democracia. Idiomas: Español, francés e inglés. ¡Tócate los cojones!, después de acaparar tantos títulos hay que ver la cantidad de tonterías que escribe. O sea que estamos ante una persona madura física e intelectualmente.
Me mosquea que tuviera que venir a terminar la carrera a Salamanca, porque en aquella época los que no eran capaces de aprobar en Madrid se venían a la coladera de Salamanca, donde se hizo abogado hasta el mismo ¡Victoriano Valencia! sin pisar la Facultad. O sea, como los demás títulos que pone al final de sus artículos sean así, no llegará muy allá su policultura. Hablará español, pero es evidente que lo escribe encorsetado y cursi. Tengo entendido que además pertenece a la nobleza de este país. Cosa por demás chocante llevando un apellido tan plebeyo como el Gómez y el forestal Acebo.
Y ahora identificado el personaje vayamos en corto y por derecho a sus elucubraciones como aficionado insigne y domecquiano. La deformación de TV Escribe así el hombre éste: 'Dos hechos con probabilidad uno consecuencia del otro han venido a cambiar las cosas: la televisión permite que el aficionado vea docenas de corridas y así se ha ido haciendo más entendido. Por ello y a Dios gracias ah surgido un nuevo concepto del toreo. Parece que en algún lugar de ese sitio llamado el 'caro', que siempre han pisado las grandes figuras, el toro no ve al matador. En ese lugar se ha puesto un muchacho de Galapagar, José Tomás'. Pues resulta que ahí tiene toda la razón, porque gracias a la labor de televisión se ha desorientado tanto al público y se han cambiado tantos conceptos del toreo y del toro que hemos llegado a la situación fabulada en la que el toro no ve al torero y así surge el genio de Galapagar.
De estas líneas se deduce que José Tomás en vez de torear juega al escondite con el toro. Decididamente este aristócrata sabrá hablar español, pero no sabe escribir el castellano porque se le entiende todo lo contrario de lo que quiere decir. Si resulta que el toro no ve al torero saldrá un juego nuevo que no tiene nada que ver con el toreo al convertirse José Tomás en un ente invisible.
Volvamos a la televisión: Recordemos que el primer gran embaucador de espectadores fue Lozano Sevilla, que entre otras barbaridades confundía los tres saltitos de El Viti antes de entrar a matar con los tres tiempos de la estocada. Cuando se perfilaba Santiago y daba tres saltitos balanceándose sobre las zapatillas el osado de Lozano Sevilla exclamaba: "Fíjense como está marcando los tres tiempos de la estocada". Esa ha sido la gran labor informativa que aplaude Gómez. Después de Lozano vinieron otra serie de paniaguados a hacerle el caldo gordo al afeitado, al pico de la muleta y demás trucos para hacerlos pasar por la técnica del buen toreo. Y así llegamos al 'magisterio' del palabrero Fernández y del fenicio Molés.
El uno cuantas más corridas ve, menos sabe y más tonterías dice. Ha mantenido que el truco de Espartaco (torero bastote donde los haya) citando con la pierna retrasada y el pico de la muleta adelantado para luego darle un muñecazo hacia afuera era la técnica depurada del de Espartinas. Cuando Pepito Arroyo tumbaba a los toros a la primera dijo que era el mejor matador de esta época, cuando ahora se han dado cuenta que al entrar a matar con la punta de la espada hacia arriba lo que hace es matar al capón y reduciendo los tres tiempos en uno solo. Y así la gente se creyó que Pepito Arroyo era un virtuoso del volapié olvidando que el último que hizo con limpieza los tres tiempos de la estocada se llamaba Paco Camino, al que siendo perfilero y llevando el pase de abajo arriba proclamaron torero excelso negandole su verdadero mérito de ser el mejor matador de su época.
Con El Viti pasó lo mismo, siendo un gran torero que resucitó la curva de rematar los pases de pecho en la hombrera contraria, lo encasillaron como el as de espadas y resulta que también mataba lo mismo que Pepito Arroyo, a un tiempo y al capón. Glorificaron también como máxima figura a un banderillero saltimbanqui como Paquirri, que también era vulgar con el capote y la muleta. Y como contrapunto de 'torero exquisito' coronaron a Manzanares, que estuvo catorce temporadas sin ser capaz de cortar una oreja en Madrid y además citaba siempre con la muleta retrasada. Luego, con lo de Paco Ojeda fue el delirio. Y ya veis como un torpón saco de patatas aguantó solo un rato y nadie se acuerda de él.
Como estarían de esquizofrénicos aquellos cronistas que el pobre Zabala le dedicó la portada de 'Abc' en uno de aquellos pases encimistas. Desde que Luis Miguel Dominguín se subió a picar un toro en Vista Alegre, ningún torero había ocupado la portada del periódico carca. Está claro que la labor de las televisiones no ha podido ser más nefastas. Le hicieron el juego a los empresarios y a las figuras y difundieron al toro 'artista' de Domecq con el bravo de lidia. Así, que el público desde entonces está hecho un lío. La diferencia entre el Palabrero y el Fenicio es que el uno es un tontito vanidoso y el otro, mucho más ladino, va siempre a lo suyo, caiga quien caiga. Ahora se ha dado cuenta del desastre de José Tomás y le ha dado leña a muerte. Porque no le ve porvenir como cliente.
Si las televisiones hubieran hecho una labor medio seria se habrían cortado de raíz todos los fraudes del toreo. Como se cortó en Madrid cuando había crítica independiente y ningún torero se atrevía a sacar el pico de la muleta porque los crujía la bronca del público. El señoríto Gómez como todos los ignorantes impresionables piensa que ponerse cerca del toro (más bien cerca de la pala del pitón) tiene el mérito de un valor escalofriante. Los buenos aficionados saben que los que se ponen cerca es porque no tienen valor para esperar a los toros desde lejos. A dejarse ver. Y los que se arrodillan es porque no son capaces de triunfar a pie.
Han glorificado todas las marrullerías y todas las mentiras. Antes, a los toreros que se ponían cerca los llamaban despectivamente encimistas y tremendistas. El señoríto Gómez tiene un párrafo delirante para definir a José Tomás y justifica el medio pase de muleta retrasada con este galimatías:¿Es que no comprenden que adelantando solo un poquito la muleta, el resto tiene que necesariamente venir detrás? Vamos a convocar un concurso para saber qué ha querido decir este iluminado, porque semejante chorrada no hay Dios que la entienda.
Si resulta que detrás del pico todo lo demás queda detrás es todavía más evidente que ha suprimido el primer tiempo del muletazo en el más difícil y el de más riesgo. Lo que hace José Tomás y los encimistas es vaciar la embestida con muñecazo casi siempre dejándosela enganchar. En el medio pase no puede haber temple, ni mando, ni dominio. Pero como el dice el señorito Gómez que a José Tomás no lo ve el toro, pues fijaos el enorme mérito que tiene. Como todos los 'tomasistas', el señorito Gómez no soporta que El Juli pueda robarle protagonismo y lo califica como habilidoso y valiente, partiendo de la vulgaridad del circo ambulante. O sea que confunde al chavalín con El Cordobés, porque a los dos los empareja con el circo ambulante.
Este hombre escribe tan mal que todavía no se ha dado cuenta que las plazas no son carpas. Que son una construcción fija. Me canso de seguir. Creía que había escuchado ya todas las tonterías relacionadas con el mundillo taurino, pero este ciudadano ha rizado el rizo. La malo es que tiene ¡carnet de aficionado! ilustre, es amigo de los Domecq y además es duque o marqués, condiciones sobradas para desorientar a los públicos ingenuos. Podía tener mucho peligro si acertara a razonar sus teorías. Pero como no sabe escribir ni digiere lo que quiere decir, ahora resulta que José Tomás en vez de torear hace algo tan genial como jugar al escondite como el toro. ¡Ata esa mosca por el rabo!
Fuente: http://www.elchofre.com/chofre2006/modificar/opinion/navalon/articulo_131.html

sábado, marzo 08, 2014

ALFONSO NAVALÓN GRANDE: "EL MAESTRO GRANDE DE LA CRÍTICA"

Sirva esta entrada, sólo para diferenciar la labor de un crítico taurino honesto y objetivo, de la función interesada de muchos junta letras rentados que en lugar de orientar al aficionado, sirven de palmeros a los figurines del escalafón actual, ocultando las miserias de la fiesta de nuestros días, argumentando que "todo vale", teorizando e inventando nuevas "tauromáquias" que lo único que buscan es justiciar las ventajas del destoreo de sus protegidos y amiguetes, todo ello frente a sucedáneos de TOROS.
Pocho Paccini.

  ALFONSO NAVALÓN GRANDE 


LOS CRITICOS DE LOS 70.
En aquella época los únicos críticos con duros éramos Joaquín Vidal, en El País y servidor, en PUEBLO. Los demás molestaban muy poco a los toreros y para más escarnio colaboraban descaradamente en sus campañas de publicidad. No tengo noticias y ahí están las hemerotecas para demostrarlo que el paniaguado de Vicente Zabala desde las páginas influyentes de A B C denunciara el afeitado ni los trucos de las figuras. Se dedicaba a bailarle el agua al poder y a los que mandaban. Únicamente por despecho atacó un poco a Julio Robles cuando dejó de apoderarlo Ángel Luis Bienvenida para irse con Victoriano Valencia. 
LOS CRÍTICOS VENDIDOS
Seguimos con el cine. Con los críticos vendidos y con las campañas publicitarias para engañar al público. Seguimos con el abrumador lanzamiento publicitario de 'Juana la Loca', presentada como un acontecimiento del séptimo arte y a la hora de la verdad el espectador se encuentra con una historia mal contada, llena de errores históricos, lenta y desperdiciando apasionantes pasajes de la desdichada reina. Casualmente cayó en mis manos el libro de Julio Abajo de Pablos 'Mis charlas con Juan Antonio Bardem', editado en el 96. Hablando de la película 'A las cinco de la tarde' dice el gran director: "Hubo implicaciones no solo de la censura cinematográfica, sino de la censura taurina. Me forzaron a quitar una escena entera porque se veía a los críticos taurinos recibiendo dinero de los toreros, lo cual es cosa que todo el mundo sabe, pero me lo hicieron quitar. Ciertos críticos taurinos hicieron presión con los críticos de cine de más poder y éstos hicieron chantaje a la Metro diciendo que si no cortaban esas escenas dirían todo lo peor sobre la película. No me quedó más remedio que ceder al chantaje". Como veréis, la corrupción y el soborno de quienes tienen la obligación de contar la verdad han hecho tanto daño en el cine como en los toros. Sólo así se explica que una película sin calidad haya abrumado empalagosamente la atención del público despertando la curiosidad por ver algo que no vale la pena. Sin embargo, la semana pasada, cuando fui a la sesión de las ocho de la tarde sólo estábamos tres parejas en la sala. Lo peor es que creo que está propuesta para varios premios y para representarnos en concursos internacionales. Y eso ya es más grave. Porque sobornar a los críticos es fácil, pero que los jurados se presten a señalar esta muermada como algo representativo del cine español demuestra hasta qué punto el dinero de las promociones sirve para equivocar a las masas. Creo que esta película pasará al cementerio de las filmotecas sin que ninguna sala se atreva a reponerla. Pero mientras tanto, cientos de miles de españoles han sido engañados cuando iban a la taquilla ilusionados por ver algo bueno. No vale la pena insistir sobre los errores históricos, la falta de documentación y una escenificación acartonada y teatral cuando estamos ante uno de los pasajes más movidos y con mayor intriga en la historia de España. La hermosa y trágica historia de la pobre reina ha sido tratada con irresponsable frivolidad y para colmo carece de exteriores con cierta agilidad cinematográfica. Hay un permanente abuso de los primeros planos y de los estridentes efectos de sonido. Por ejemplo, para los que conocemos el campo profundamente, nos sobresaltó el sonido de los cascos de los caballos que nada tienen que ver con la realidad, es como si en vez del bramido de un toro sale el balido de una oveja. Y parece mentira que en plena época caballeresca, el actor que hace de Felipe el Hermoso se baje del caballo por delante echando la pierna sobre el pomo de la silla y sacando el pie izquierdo del estribo. Ni al caballista más tonto se le ocurre semejante estupidez y mucho menos en aquella época de consumados caballistas. Como espectador ajeno y profano a las intrigas del cine, denuncio este rosario de falsedades que ofenden a cualquier espectador medianamente documentado. Como en los toros, aquí se inventan también montajes como el tinglado de Martín Arranz con Joselito y José Tomás, que van por las ferias con sello de figuras cuando se trata de una burda falsificación del arte del toreo. Menos mal que en Méjico les han parado los pies cerrándole el paso en la plaza más importante. Pero esta temporada en España seguirá la farsa y el engño. Porque, como en la difusión de esta película, los críticos están vendidos.
DESPUES DE VIDAL ¡EL DILUVIO!
En medio del caos del cordobesismo, la Fiesta se hundió en la corrupción de todos los trapicheos del taurinismo para llevarse el dinero de aquel público deslumbrado por un fenómeno de masas que convirtió el toreo en un circo. Echaron a los aficionados y los tendidos se llenaron de espectadores que sólo iban a ver el salto de la rana y les importaba un pito que el toro fuera sustituido por el utrero 'regordío' echando sangre por los pitones. Afortunadamente surgió entonces una hornada de críticos, luchando por defender el respeto al toro y las normas del buen toreo. Hubo también una guerra abierta para denunciar a los cronistas vendidos al sobre de los toreros y tribunas tan importantes como 'Informaciones' y 'Pueblo' sustituyeron a los publicitarios corruptos por una información al servicio de la decencia del espectáculo. Gracias a aquellos críticos se recuperó gran parte de la seriedad de las corridas: Se legalizó la edad de los toros y en una sola temporada el Ministerio de Interior puso más de cien multas por afeitado. Se desterró el abuso del pico de la muleta. Se armó tal escándalo con el rabo de Palomo Linares que el esforzado matador ya no volvió a dar ni una vuelta al ruedo en Madrid en el resto de su carrera y Manzanares fue incapaz de cortar una oreja durante doce temporadas consecutivas. El público y la crítica unidos mantuvieron a raya a los estraperlistas del toreo. Pero vino la contraofensiva de los corruptos y la televisión estatal fue ocupada por sucesivos colaboradores del fraude: Lozano Sevilla, Campos de España Floridos en Primavera, Zabala, Gordillo, hasta llegar a la suprema desvergüenza del fenicio Molés, haciéndoles el juego a los empresarios y las figuras. Ahora nos toca padecer al hortera del Palabrero Fernández que cada tarde hace una apología de su pertinaz ignorancia al servicio de los que mandan. Muchos de los críticos 'guerrilleros' pensaron más en asegurar sus garbanzos que en servir al público, y llegó la gran deserción del pobre Zabala que, logrado el pesebre de 'ABC' se pasó al enemigo poniéndose al servicio de Chopera y del público del clavel para aniquilar a la andanada del 8 y al tendido siete, como supervivientes del sector contestario de Las Ventas. Unos tras otros los críticos se fueron pasando al enemigo. A principios de los 80 tuve que retirarme y se quedó solo Joaquín Vidal, que llegó el último y se puso el primero, como único punto de referencia para los buenos aficionados. Joaquín trajo la frescura de su estilo irónico, su independencia y su mirada escéptica hacia un espectáculo que daba por perdido ante la fuerza y la desvergüenza de los explotadores. Se atrincheró en su solitario baluarte y aguantó los desaforados ataques de todos los corruptos, aliados contra él, hasta amargarle la vida. Ahora los pocos aficionados que quedan y la nueva ola de inconformistas contemplan desolados que Joaquín ya no estuvo en las Fallas de Valencia donde sus crónicas fueron sustituidas por las del paniaguado Sobrino. Tampoco está en la feria de Sevilla y me temo que no podrá escribir en San Isidro. Joaquín lucha ahora por sobrevivir a la cornada de una grave enfermedad y los aficionados se sienten más solos que nunca sin el único amparo que les quedaba. Salvo Javier Villán, que mantiene con dignidad su parcela en 'El Mundo', el panorama de la crítica es un verdadero desierto, sin nadie que se atreva a luchar contra el fraude que invade todas las ferias, empezando por Madrid. Las nuevas generaciones de cronistas han sido amaestrados bajo la tutela del Fenicio Molés y El Palabrero Fernández. Son una manada de mastines educados para comer y callar. Hay algunos apuntes de nuevos valores como Rosa Jiménez, a quienes se les cierran todas las puertas a sus deseos de informar con independencia. Todo lo demás está copado por los acólitos de Molés y 'Fernández Roldán', con el apéndice esperpéntico de 'Pedro Joder Cáncer' en su analfabetismo radiofónico. Por más que buceo en los medios de difusión nacional, no encuentro a ningún escribidor o parlanchín para ocupar el vacío que nos va dejando Joaquín Vidal. Ni un solo nombre para ejercer la crítica con capacidad y decencia. Las dos revistas 'especializadas' están descaradamente vendidas a la publicidad de los toreros y por ejemplo en las crónicas de Fallas de '6 Toros 6', he leído a un tal José Luis Ramón una blasfemia de inconcebible ignorancia. O más bien servilismo. Ensalza "la profundidad de los derechazos a pies juntos de José Tomás". ¿Cómo se puede escribir semejante bestialidad? Se puede ser partidario de un torero, pero hasta para mentir hay que tener cierta sensatez. La profundidad de un muletazo es todo lo contrario del toreo con los pies juntos. El tal Ramón ha hecho un alarde de incultura taurina, o de caradura. Lo dicho: Después de Joaquín Vidal, ¡el diluvio! . 

PARA INDOCUMENTADOS IRRESPONSABLES EL LIMPIO HISTORIAL DE ALFONSO NAVALÓN.
Pertenece a una familia acomodada en posesión de tres fincas con más de mil hectáreas: "El Águila", "Las Carboneras" y "El Berrocal". Por tanto, nunca ha tenido necesidad de venderse a los taurinos. Estudio Derecho en la Real Universidad de El Escorial y en la de Salamanca. Siempre como torero aficionado toreó la primer vez a los nueve años y mató el primer novillo en público a los catorce. Alternó con todas las figuras grandes figuras de su época en festivales benéficos: Domingo Ortega, Ordóñez , El Viti, Manolo Vázquez, El Capea, Robles, Manzanares, etc. Se retiró en 1984 con novillos de su ganadería formando cartel con Antoñete y Roberto Domínguez, cortando las orejas y el rabo. Como ganadero ha cosechado grandes éxitos: El toro "Caminero " fue indultado en un mano a mano entre Esplá y El Yiyo. Empieza a escribir de toros en 1964 en "El Ruedo", atacando el "sobre" de los cronistas vendidos, el afeitado y el fraude de la edad . Al año siguiente recibe el "Premio a la honestidad en el ejercicio de la crítica" . Pasa, en 1967, al diario "Informaciones" donde con sus crónicas consigue subir la tirada desde 7.000 ejemplares hasta 53.000 en un solo año. Luego escribe en "Pueblo" y "Diario 16". Es el único crítico de la historia al que los aficionados de Madrid lo han sacado en hombros de la plaza de Las Ventas: ¡dos veces! En pleno franquismo consiguió la destitución del presidente Pangua por el fraude del rabo de Palomo. Su único libro "Viaje a los toros del Sol" fue de declarado texto oficia del idioma castellano en la Universidad de París, prueba irrefutable de su calidad literaria.Ha perseguido incansablemente el soborno de los críticos, el afeitado y los abusos de las figuras y los grandes empresarios. Logro que el Ministerio de Interior impusiera en una sola temporada 126 multas por afeitado. En 1968 consigue la legalización de la edad de los toros, acabando con el fraude del utrero.Por todo lo cual ha padecido numerosos intentos de soborno y 26 agresiones y palizas con dos asaltantes nocturnos a su chalet de Madrid. La primera agresión fue protagonizada por El Cordobés y su cuadrilla derribando la puerta de su habitación en el Hotel Carlton de Bilbao al negarse a ser sobornado con un cheque en blanco.En 1980 recibió una oferta de catorce millones por temporada para "cuidar" a cuatro figuras del toreo por parte del apoderado de Paquirri , Dámaso González, Capea y Manzanares. Navalón siguió viviendo con las cincuenta mil pesetas mensuales que entonces recibía en el Diario "Pueblo".Es el creador de los coloquios taurinos al final de las corridas, con una capacidad de audiencia jamás igualada por ningún cronista. Ha pronunciado conferencias por todo el mundo taurino. En 1984 el director de "Diario 16" vende su cabeza a las mafias taurinas por su enfrentamiento a los abusos de Paco Ojeda. En la maniobra intervienen los ministros Ignacio Borrel y Enrique Mujica. Deja de escribir durante cinco años dedicado a su ganadería. Reaparece en "El Adelanto de Salamanca" y después en "Tribuna", donde sus crónicas vuelven a tener resonancia y con la llegada de Internet, alcanzan otra vez gran difusión (Su crónica "Fábula del torero triste secuestrado por la señora gorda" ha tenido resonancia mundial). Reaparece también en los coloquios donde logra superar los mil espectadores por noche. En la pasada feria de Salamanca fueron televisados en directo alcanzando la máxima audiencia. Por todo lo cual el empresario Manolo Chopera recrudeció su persecución, denegando a todos los redactores de su periódico el pase de prensa para sus plazas. Ha sido el único ganadero que denuncia el afeitado de sus propios toros. Después de cinco años de lucha tuvo que claudicar porque si no lo hacía no podría lidiar, como le ocurre a todos los ganaderos que venden corridas a las figuras. Pero Navalón dice que seguirá denunciando cada toro suyo que sea manipulado, porque si como crítico dijo siempre la verdad, como ganadero no quiere engañar al público. Algo que jamás ha hecho ningún ganadero: Denunciarse a sí mismo. Para los que todavía tengan alguna duda sobre la trayectoria del crítico, le recordamos su capacidad profesional al escribir con conocimientos de torero y ganadero. Es el que más persecuciones ha padecido por parte de los que se enriquecen a costa de engañar al público. Y sobre todo, fijen su atención que ha sido el único crítico taurino sacado a hombros de la plaza. ¡Por algo será! Fue destacado luchador contra la Dictadura franquista, y desde el más destacado periódico franquista atacó al gobierno.