EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

miércoles, noviembre 30, 2011

DIEGO PUERTA : CORTE DE COLETA

Fuente: Paco Cañamero:"Escribir y Torear".Editorial Sombras Chinescas.Salamanca  abril de 2010. pp 135 a 137

ENTREVISTA A DIEGO PUERTA

DIEGO PUERTA EL FIGURÓN QUE NO VOLVIÓ









DIEGO VALOR




 



DIEGO PUERTA : IN MEMORIAN

  " VALOR ESPARTANO, PINTURERÍA SEVILLANA"

DIEGO VALOR





Sevilla : Día 30 de abril de 1,960.
Cartel: Curro Girón, Diego Puerta, Antonio Cobos y Ángel Peralta.
Toros: Miura ( Escobero, de 593 kilos)

“Diego Puerta, pequeño, débil, con muchas cicatrices en el cuerpo, después de haber sido volteado aparatosamente, con impresión de cornada mortal, dos veces por un toro de 593 Kg, que llevaba en los cuernos sangre de dos caballos, se volteó sobre el morrillo y lo mató de extraordinario volapié, siendo herido por el asta izquierda en el cuello por donde pasa la yugular. El toro cayó hacia la derecha y Puerta hacia la izquierda.
El miura aprendía a cada pase y cada vez se resistía más a pasar. Con la derecha y con la izquierda, Diego lo hizo pasar, quieto y pinturero, y por ambos lados acabó siendo cogido por un toro que, entre otras cosas, había matado un caballo”.
Fuente: Parte de la crónica de Don Celes, en la Revista El Ruedo.

En la enfermería el personal médico, admirado del valor de Diego Puerta, lo recibió con una ovación.

“Hace tres horas que terminó esta corrida de otros tiempos. Aún estoy vibrando de una emoción que si era desconocida por la mayoría de los espectadores que la sintieron en la plaza, para mí era un reverdecer de la que sentí en mi juventud cuando había toros de 600 kilos fieros y poderosos, y toreros valientes como Diego Puerta, que no se impresionaban ante el poderío y la fiereza”.
Fuente: En ABC, lo escribió Antonio Díaz Cañabate.

EL HOMBRE QUE ESCRIBIÓ LOS TOROS

LA CRÍTICA A LA INTEMPERIE

JOAQUÍN VIDAL VIZCARRO : El hombre que escribió los toros.

Ahora que el periodismo es sólo el edulcorado sinónimo con que se emboza el lenocinio, y sus perpetradores los engolados golfantes que no salen de casa sin un título sobre el que poder erigir su mediocridad, es cuando más echo de menos a esos narradores residuales para los que las reuniones de sociedad son sólo el proscenio de una mentira sin Literatura.
Ahora que tanto se nos aturde con premios, conferencias, tertulias, asambleas, concilios, congresos, corporaciones y hermandades, más necesaria se me hace la cansada prosa del descreído, del proscrito, del bendito maldito que se mea en las puertas de las academias.
Vivimos instalados en un bucle fecal donde los abrazos suenan a palmatoria y cada mano abierta sobre una espalda esconde la ausencia por donde repta la sombra de un cuchillo. Plácemes y parabienes son sólo la impedida expresión de una doblez por donde el individuo invierte el escaso rédito de una dignidad ulcerada. Esos conciliábulos sociales en los que el petardeo más veleidoso y superficial se achampaña para sonreír ante la castrada cámara de un becario, son el más evidente trasunto de la cochambre que cuelga de un tendedero.
Y en esto es perito el Toro.
Me sumerjo entonces en las hemerotecas al calor de una prosa encendida, al arrimo de un estilete lúcido, al amparo de una literatura oxigenada. Y allí emerge, inevitablemente, el nicotinado esbozo de Joaquín Vidal.
Si la experiencia ha terminado por confirmarme la miserable condición del ser humano, llevarla al ámbito taurino es elevar esa miserabilidad a la enésima potencia. El Toro vive asfixiado por unos alrededores donde hieden los siete pecados capitales, donde la bondad es la desprotegida excepción sobre la que trepa el orgiástico y bastardeado indecoro de la más baja canalla, donde hasta el olor a podrido lograría disimular la putrefacta atmósfera en que se dirime esta enfangada mentira.
Para poner de relieve esta evidencia, Joaquín Vidal nos ofrecía el sagaz prisma de un observador al que la narración se le acodaba en el tintero. Tras su feroz aspecto de registrador de la propiedad, la pluma se le deslizaba con la acrobática limpieza de quien pasa a limpio un milagro. Sus ojos, atrincherados tras el ópalo vitral de unas gafas de pasta alcanzaban a ver hasta el tuétano de las intrahistorias de alpargatazo y coñac, de clavelón y zurrapa, de gloria y bosta.
En él el costumbrismo era sólo la pátina sobre la que desplegaba un dominio de la sintaxis que coqueteaba con la poesía más bohemia.
A sus detractores, fundamentalmente tarados de prosa y agudeza así como ahítos de podredumbre y envidia, se les abrían las carnes viendo con cuánto ingenio, desembarazo y sagacidad Vidal pasaba revista a la plana mayor del tenderete. Es entonces cuando le acusan de ignorante y profano. Cargan contra él su acrimonia y su enojo. Y no sólo los cagatintas lampantes al estilo Arévalo, Menguado y demás postulantes. También promotores de Dios sabe qué, eructaban contra él su gangoseado acento.
Pero él nunca puso precio de salida a su artículo. Vivía su afición desde la higiene de un tendido que le suministraba su periódico y que no se preocupó jamás de pordiosear. Nunca se mezcló con la marranalla que enturbia el zigzagueo de la tinta, limitándose a erigir su pose de profesor de reválida para dar fe de lo que es en esencia una tarde de toros. A él le debemos la más perfecta semblanza de los Toros en su final de siglo. Ese espejo que su talento ponía enfrente del negocio para hacer patentes las taras de un colectivo que ha terminado llevándonos al espigón en el que hoy hacemos equilibrio.
Le recuerdo al raso, espectral y categórico, levantar acta de un festejo anegado y gris donde lo más torero era su imagen inquisitorial y zumbona parapetándose de una cólera de nubes entre un chubasquero inveterado y un paraguas redentor.
Tras una impresión como esa, lo único que deseaba al día siguiente era llevarme su crónica a la boca como un pan lustroso y vivífico.

Francisco Callejo

Fuente: http://lacharpadelazabache.com/2011/11/27/la-critica-a-la-intemperie/comment-page-1/#comment-11774

lunes, noviembre 28, 2011

LA ESTOCADA Y SU EJECUCIÓN CORRECTA

EJECUCIÓN CORRECTA DE LA SUERTE SUPREMA

Encontrado en: http://www.desdelcallejon.com/foro/viewtopic.php?t=14429
Por: Ricardo López Solano
A Fernando Lozano, en la última corrida de la temporada de Cartagena de Indias (Colombia) del año 1.989, no le dieron el trofeo a 1a mejor estocada, que bien se merecía, muy a pesar de haber entrado a matar a su primer toro, centrado y por derecho. Así lo pude corroborar, además de haber seguido en detalle su ejecutoria, al cerciorarme que la cruceta de la espada se mostraba perpendicular a la columna vertebral del toro y paralela a la arena (no rotada ni horizontal ni perpendicularmente), lo que acontece (rotación en ambos planos) por la posición forzada en la que queda la muñeca, cuando el matador, para minimizar el riesgo (aliviarse), se sale de la suerte, bordeando el pitón derecho del toro, antes de meter la espada en las carnes del toro.


De ahí que el plano donde queda alojado el estoque no quede paralelo al plano donde se encuentra situada la columna vertebral (ambos planos perpendiculares a la arena), sino que se cruzan formando un ángulo de unos treinta grados entre el uno y el otro; razón por lo cual, en algunos casos, la punta del estoque termina aflorando feamente por el costillar izquierdo del toro.


Retomando nuevamente el tema de la estocada de Fernando Lozano, además de sepultar totalmente el estoque, este se veía en todo lo alto, en la cruz, o sea, para este caso, al lado izquierdo de la intersección que forma la columna vertebral y la línea que secciona los omóplatos del toro, que es donde el torero expone más por encontrarse más lejos del pitón de salida, el derecho del toro.

La inclinación del acero también era la adecuada, unos cuarenta y cinco grados respecto a la horizontal. Pero, aunque el toro tardo un poco en caer, quizás porque el acero no seccionó en buena medida la aorta posterior, la suerte suprema, no me cabía la menor duda, se había ejecutado conforme a los cánones establecidos para el caso.
Sin embargo, había un detalle inusitado que me creaba cierta confusión en lo que a la correcta colocación del estoque se refiere: La cruceta, que se mantenía horizontal (no rotada en los planos antes reseñados), cuando el toro se encontraba en reposo y con las manos igualadas, semigiraba unos veinte grados a uno y a otro lado del plano horizontal, dando la sensación, que la empuñadura (cruceta y pomo), se encontraba suspendida en un medio gelatinosa que la hacia flotar, cuando el toro, en su agonía, pesadamente se desplazaba por la arena.

Era como si la espada en vez de encontrarse rodeada por un medio consistente, lo estuviera en un medio gelatinoso, en el que el acero podía semigirar con cierta holgura. A pesar de esta confusión, algo que tan solo había podido observar con anterioridad en dos ocasiones más, esos semigiros armoniosos y paulatinos de la cruceta, que antes que nada, irradiaban un enigmático resplandor de belleza, me daban la impresión de que con ello quisiera ratificarme, que sí, que la espada estaba correctamente colocada.

Pero, como comprobarlo, si sobre esto no había leído ni escuchado nada, siendo esta faceta, precisamente, lo que más me confundía; en especial, cuando todo lo que se relaciona con la verdadera estocada cualquiera que se lo proponga podrá encontrarlo un poco aquí o un poco allá, en este o en aquel libro.

Bueno, después de mucho reflexionar e investigar por mi cuenta sobre el asunto, por fin pude descifrar el enigma: En verdad, el estoque había quedado correctamente colocado, y la clave la daba, además de vérsele en su sitio, esos semigiros suaves y gelatinosos de la cruceta que se sucedían en los desplazamientos agónicos del toro.

El acero cuando queda colocado de acuerdo a las reglas establecidas, asumiendo que estas ya se cumplieron en la ejecución de la suerte, debe dejarse en el "hoyo de las agujas" o intersticio de los omóplatos, que es el espacio que forman la tercera y la cuarta costilla o la cuarta y la quinta, con uno de los omóplatos antes mencionados y la columna vertebral, ya sea al lado izquierdo, ya sea al lado derecho de toro.

Cuando la espada queda sepultada en uno de estos cuatro sitios, con la cruceta en la posición horizontal de reposo, como la parte más ancha de la hoja del estoque, por construcción está obligada a quedar, como la cruceta, en la misma dirección (horizontal a la arena), en la medida en que el toro se desplaza, la rotación que imprime el omóplato, paulatinamente cerrará y abrirá el intersticio correspondiente, lo que forzará a la espada, por la presión ejercida por esta parte ósea contra la hoja y esta contra la columna, a semigirar, a no ser que sea una estocada baja, en la que el estoque quede colocado entre el omoplato en mención y la parte exterior de las costillas del toro (Rincón de Ordóñez), que en caso de presentarse los semigiros anotados, no crearían el mismo efecto emocional ya descrito.

Y del movimiento gelatinoso ¿Que podría decirse?

Este se presenta cuando la espada en vez de quedar rodeada por músculos (cuello y otros), es soportada (caso de quedar localizada en uno de los cuatro intersticios ya reseñados) por las partes blandas del cuerpo del toro, como son el morrillo, los pulmones, que no deben ser perforados (estocada defectuosa que produce hemorragia bucal), y el paquete intestinal, entre otros órganos de similar consistencia. Lo que podría explicar la sensación de flotar de la empuñadura del estoque antes descrita.

Resumiendo, si el espada entra a matar centrado y por derecho ante la cara del toro, la cruceta debe quedar horizontal (sin rotar en ninguno de los dos planos referidos), a no ser que al rozar en hueso, esta sea desviada, o ya sea que el matador a propósito la haga girar a fin de acentuar el daño al toro, lo que seria un truco inadmisible. Pero, si además esta ha quedado en el lugar correcto, todo lo alto, la conclusión a la que se puede llegar, es que la cruceta semigirará en el plano horizontal, en la medida en que el toro, antes de que doble definitivamente sobre la arena, se desplace agónico por el ruedo.

domingo, noviembre 27, 2011

ACHO: NADA TIENE IMPORTANCIA SI NO HAY TORO

Como lo veníamos afirmando el Señor Enrique Ponce, el de la cabeza privilegiada, acudía regularmente al coso de Acho de vacaciones.

Hoy día fue distinto, por la actitud , y eso se le debe meridianamente reconocer. Pero no fue una faena completa por lo siguiente:
1.- El despojo que le tocó en cuarto lugar (segundo de su lote), fue un "toro" impropio de Acho por falta de TRAPIO (como lo fue el resto de la nauseabunda corrida).
2:- No se empleó en varas como se espera de un " toro" que acude a una plaza de primera, sólo hubo  simulacro  de la suerte de varas, como fue el común denominador con el resto de perritoros que acudieron a los montados.
3.- Tras sus consabidos cites de tanteo(le llaman Poncinas) con el pico de la muleta y disparando al toro hacia afuera,empezó la cátedra de enfermería tapandodo al toro a media altura para que no ruede como pelota y templando la embestida del " fiero semoviente". No hubo emoción porque el toro no trasmitía ni la gripe.

4,- Aunque no lo crean con esa embestida el "fiero semoviente" logró desarmarlo en dos oportunidades y era tan fiero el bicho que le permitió a él mismo recuperar "El Manto de Zamora" que usa por muleta, doblándose toreramente como José, el Gallo.

5.- El resto de la faena fue más de lo mismo. No nos emocionó en lo absoluto y la mesa estaba servida para el festín orejero, tras estocada efectista.

Eso, y no otra cosa vieron estos ojos de Aficionado Cansado.

Se anununcia con bombos y platillos que está nominado a ser galardonado como "Torero de Lima", premio que en su momento lo obtuvo Antonio Bienvenida. Nos preguntamos  si tamaño despropósito es aceptablece sobre la base de un resero estadístico, que no cualitativo??

Pocho Paccini Bustos.

sábado, noviembre 26, 2011

ENRIQUE PONCE: "FIGURA" DEL TOREO

En la Bicentenaria  Plaza de Acho, mañana 27 de noviembre tendremos la ocasión de ver, una vez más, al señor Enrique Ponce y a dos más. Esperemos que esta ocasión sea la excepción que confirme la regla uniforme del conformismo y la falta de verguenza torera que caracteriza a su toreo actual. SÍ, ese de la falta de VERDAD.



Esperamos que mañana no haga de enfermero ante las aliñamas de Roberto Puga, pues este cuento la AFICIÓN LIMEÑA lo tiene visto demasiado  y ya no cuela. Esperamos también que la cabeza privilegiada de Valencia, desista de aburrirnos dando mantazos, y evite los avisos tras los acostumbrados tours por los tendidos 01 al 15 de la Plaza de Acho, sobando y sobando a las consabidas alimañas del hierro anunciado, que de aburridos no les quedará otra que embestir.

SANTA COLOMA - FRANCIA; FRANCIA - SANTA COLOMA

ADOLFO RODRIGUEZ MONTESINOS

RECORDANDO, QUE ES GERUNDIO , Y NUNCA VIENE MAL

En la forma de citar está la verdad o la mentira
Uno de los artículos de cabecera de Navalón, escrito para el elchofre.com
Varios lectores piden aclaraciones sobre la importancia que tiene y la diferencia que hay entre las distintas formas de iniciar el muletazo, porque con el tiempo se han convertido en tópicos lo de 'ponerse en el sitio', 'citar al hilo del pitón' o 'fuera de cacho'.
En lo de empezar el pase con la muleta retrasada todos los buenos aficionados están de acuerdo que es la trampa de robarle al buen torero el primer tiempo y, a veces, casi todo el segundo, limitándose al muñecazo para vaciar la embestida. Y eso, por muchas vueltas que le den los partidarios del falso tremendismo, es una gran mentira. Queda claro que con la muleta retrasada no se puede torear a un toro normal. Sólo los toros descastados y machacados en varas permiten el toreo encimista y el tercio de pase.
No se puede hablar seriamente de toreros sin dejar sentado que citar en corto y con la muleta retrasada es una trampa porque lo difícil es dejarse ver del toro, darle sitio en la arrancada y luego templarlo y someterlo hasta vaciar el pase. Eso es lo arriesgado y lo importante.       
Cesar Rincón
Cuando el toro viene arrancado desde lejos tiene mucho más peligro que citándolo dándole con los muslos en los pitones. Algo que sólo puede impresionar a los ignorantes. Pero volvamos al motivo de esta crónica. Estoy harto de escuchar a los viejos toreros que lo más importante es la colocación antes de empezar el muletazo. Con el capote pasa lo mismo, pero como ahora se centra todo en la muleta, vayamos al grano.
Antes de convencerme con la práctica hablamos largo y tendido con dos maestros tan distinto en su estilo como Domingo Ortega y con Pepe Luis Vázquez. Años después con Manolo Escudero en las muchas veces que vino a torear a 'El Berrocal' Todos decían lo mismo: "Si te colocas bien mandas en el toro y rematas bien el pase para quedarte otra vez colocado. Si te colocas mal, el que manda es el toro y al terminar el pase quedas descolocado". La forma correcta de citar es colocarte enfrente de la mitad del testuz y de la penca de rabo, de forma que haya una línea recta entre la cadera del torero (o el medio pecho) y el espinazo del toro. Una vez afirmado en ese terreno se adelanta la muleta y se espera que el toro llegue a la muleta. Sólo entonces, ni antes ni después, se adelanta la pierna para torear en curva.
Rafael Ortega
Digo que ni antes ni después porque un torero tan inteligente como Paco Camino adelantaba la pierna en el momento mismo de citar, antes de arrancarse el toro. Así resulta que cuando el toro llegaba a la muleta, Camino no tenía que correr el riesgo de cambiarle la trayectoria del viaje y la foto salía impecablemente, la pierna contraria adelantada. Camino era tan listo que muy poca gente se dio cuenta de esta ventajilla. Por lo menos cumplía con el importante requisito de ver venir al toro y aguantarlo desde lejos. Al terminar el pase hay que ganar otro paso para quedar otra vez colocado enfrente del testuz. Así de sencillo y así de fácil.
Antes lo hacían todos los toreros porque no se conocía otra forma de hacer el toreo. Ahora no lo vemos casi nunca. Fijaos la importancia que tendrá y la diferencia que hay entre el truco de los ventajistas que dos toreros se consagraron haciendo esto mientras los demás citaban fuera de cacho y con la pierna retrasada. Los últimos que han hecho esto fueron Antoñete y César Rincón. Antoñete, viejo y sin facultades, se ganó a los públicos con su sentido de la colocación y la inteligencia de aguantarlos desde lejos para darle el toque un metro antes de llegar a la muleta. Años después llegó desde Colombia un torero sin arte ni personalidad, César Rincón, que estaba ya un poco de vuelta de haber logrado ser figura en América.
Antoñete

Cesar Rincón

Le bastó hacer lo mismo que Antoñete para batir todas las marcas al salir en hombros en Madrid. César no tiene arte, pero supo devolverle al público la emoción de ver a los toros arrancarse desde lejos y aguantarlos con mando al llegar a la muleta. Aquí se demuestra una vez el viejo dicho de mis maestros Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez y Manolo Escudero: "Para torear bien lo más importante es la colocación". Mientras Antoñete y Rincón hacían estas cosas tan sencillas y tan verdaderas, una falsa generación de figuras jóvenes inventaron el citar al hilo del pitón o, para colmo de la mentira, con la muleta y la pierna retrasadas.
Así Espartaco introdujo el mando a distancia enviando los toros hacia fuera. Así Manzanares engatusó a los falsos puristas con un tercio de pase componiendo la figura después de meter el toro la cabeza en la muleta. No hablemos ya de la bastedad del pobre Paquirri o del zapatillazo y la rapidez de Capea. Ninguno de estos trucos hubiera servido ante un toro con casta y poder, porque a la segunda vez que no le ganaran los pasos se habría hecho el amo del ruedo.
Como ya se había inventado el medio toro de la media casta y desfallecido en la muleta por los tremendos puyazos traseros o en el pico de la muleta, este toreo de truco valía para sostener al toro en pie y sacarle la media arrancada que le permitían su falta de fuerza y de casta. Después de toda esta farsa llegó el delirio del 'tomasismo', donde un público impresionable creyó que torear era dar un muñecazo dejándose enganchar la muleta constantemente. Creyeron que torear era hacer el poste y la rigidez vertical.

PICO PONCE
Creo que con esto queda debidamente clara la diferencia que hay entre el toreo verdadero y las trampas actuales.
El Cid

jueves, noviembre 24, 2011

EL TRAPIO EXIGIBLE EN UNA PLAZA DE PRIMERA


"El empresario taurino es el máximo responsable de los fraudes que se puedan cometer en su plaza. Él es el que contrata a los toreros destoreadores con sus condiciones, él es el dueño de los toros que se lidian, y él es el que vende ese producto."
Juan Antonio Hernández "Toni"
http://www.elchofre.com/
I
LA PRESENTACIÓN PARA UNA PLAZA DE PRIMERA
( A ser lidiada por Matadores de TOROS)





II
PRESENTACIÓN DE LOS "TOROS" PARA ACHO           (27- 11-2011)
(Para tres suertudos llamadas figuras)

La presentación de la corrida, no guarda relación con los exhorbitantes precios que se están cobrando. La entrada para la fila 11 de Sol, Tendido 10 tiene un coste de S/ 370.00 Nuevos Soles, que equivalen a $130 Dólares Americanos ó 95 Euros Españoles, con lo que la afición tiene todo el derecho de reclamar VERDAD en el ruedo. No puede ser que se cobre la taquilla en función de las "figuras"(Ponce, Castella y Perera), aunque a juzgar por los antecedentes de las "faenas preconcebidas" de estos señores, la VERDAD DEL TOREO, estará muy lejos de ser encontrada.





FOTOS: Fotos del blog http: http://www.achotendido10.blogspot.com/ 

LA SUPERFICIALIDAD DEL "TOREO" PONCIANO

Seis platos de lo mismo

JOAQUÍN VIDAL - Madrid - 02/10/1992

Cinco toros de Sepúlveda (dos fueron devueltos por inválidos; uno de ellos, sustituido por otro del mismo hierro), bien presentados, flojos, varios mansos en varas, nobles en general, muy encastado el 4º. 6º sobrero de Alcurrucén, discreto de presencia, flojo, boyante.
Enrique Ponce, único espada: pinchazo hondo y tres descabellos (palmas); estocada caída y rueda de peones (ovación y también algunos pitos cuando sale al tercio); pinchazo, media y tres descabellos (silencio); tres pinchazos y estocada corta caída (ovación, que se reproduce, y dos salidas al tercio); dos pinchazos, otro hondo y descabello (silencio); tres pinchazos -aviso-, otro hondo caído, rueda de peones y descabello (silencio). Despedido con aplausos y algunos pitos. Brindó toros a la Condesa de Barcelona, que presenció la corrida desde el palco de honor; al cantante Julio Iglesias, al ganadero Samuel Flores y al público.
Plaza de Las Ventas, 1 de octubre de 1992. Segunda corrida de feria.
Lleno de "no hay billetes".
Enrique Ponce toreó los seis toros con desahogo, los bregó personalmente en el primer tercio, les pegó derechazos hasta el infinito, intentó matarlos apuntando a lo alto, y cumplió. No es mucho, cumplir, o acaso no sea poco; depende. Cumplir en tarde de tanta expectación y compromiso puede suponer un triunfo o un fracaso. Todo está en función de las circunstancias, naturalmente; de la actitud del público, del comportamiento de los toros. Si el público se manifiesta en contra y los toros salen marrajos, cumplir constituiría una proeza. Pero si el público permanece a favor, deseando aplaudir y jaleando la mínima postura académica que vea hacer al diestro, y los toros embisten boyantes, cumplir es, lisa y llanamente, un fracaso. Y eso fue lo que ocurrió. En el banquete de gustos y aromas que prometía este acontecimiento, el anfitrión ofreció seis platos de lo mismo y acabó aburriendo a aquella multitud golosa que había acudido al coso venteño, ávida de paladear el toreo de arte. Muchos espectadores tenían la esperanza de que, en seis toros, por lo menos verían un par de faenas buenas, y con esa ilusión acudieron a la plaza. Es una forma de contemplar la fiesta, quizá no demasiado ajustada a lo que significan las corridas de toros con un solo matador, que tienen otro sentido e incluso otra técnica. Por eso los aficionados de siempre lo que esperaban ver era seis faenas distintas. El compromiso de un torero que se encierra con seis toros no es ya salir por la puerta grande -que eso se dará por añadidura, en el caso de que lo merezca- sino demostrar su categoría de lidiador en todos los tercios, desplegar un amplio repertorio de suertes, aplicarlas de acuerdo con las cambiantes condiciones de los toros, matar con decisión y tino, ser breve.
Seguramente será ocioso precisar tanto y bastaría decir que, para encerrarse con seis toros, es necesario poseer los conocimientos y el carácter propios de un maestro. El fracaso de Enrique Ponce estuvo en que nada de cuanto queda referido hizo -más bien hizo todo lo contrario- y aún no había doblado el segundo toro de la tarde cuando el público ya se había dado cuenta de que no es maestro en su oficio. Ni siquiera torero profundo. Y entonces cundió la decepción. Se sucedían los toros buenos, se sucedían las pinceladas, pero no había lidia magistral, ni ajustados lances de capa, ni faenas de muleta rematadas y hondas; menos, aún, estocadas por el hoyo de las agujas.
Salió a torear Enrique Ponce con escaleta e iba repitiendo sus faenas como si las hubiera puesto un calco. Primero, unos pases por bajo sacando al toro a los medios; luego, dos tandas de derechazos (ni una más, ni una menos); a continuación, una breve serie con la izquierda; vuelta a los derechazos; para acabar, ayudados, trincherillas, cambios de mano... Y, de esta manera, seis veces, seis. Y uno se preguntaba: ¿no habrá algún toro que deba tantearse por alto, principalmente si se tiene en cuenta la debilidad que padecían todos? ¿No habrá algún toro que requiera torearlo en el tercio? ¿No habrá algún toro cuya forma de embestir admita antes los naturales que los derechazos? ¿No habrá algún toro que invite a desplegar un más amplio repertorio de suertes?
En el que abrió plaza ya había desarrollado Enrique Ponce su argumento -de pe a pa, enterito, sin faltar detalle- y el resto fue como El bolero de Ravel, como pasar la película en sesión continua, seis Veces, seis. En el cuarto, un toro de encastada nobleza, consiguió los momentos más brillantes de la tarde, principalmente al llegar la faena a sus postrimerías, cuando ligó de verdad tres redondos de ensueño, y estos con el, trincherazo y un pase de pecho mejorables. Allí puso al público en pie y tuvo ganada la oreja, que perdería después, por lo mal que mató.
Las otras cinco faenas estuvieron hechas de pinceladas, detallitos, alguna trinchera bien lograda, y poco más, que se diluía en la superficialidad de su toreo. Casi todo caía en el olvido. Algunos aficionados añadían defectos capitales: pierde terreno al rematar los pases, no los liga, abusa del pico, desdeña el toreo al natural. Pero no descubrían ningún Mediterráneo. El toreo está así. La mayor parte del toreo que repiten en producción seriada las figuras de estos tiempos, es así: superficial, desligado, ventajista, afectado para fingir arte de cara a la galería.
No es sólo Enrique Ponce. Antes bien, Enrique Ponce, que sabe cómo se interpreta el toreo puro -lo ha demostrado en pasadas ocasiones, y solía ejecutarlo durante su fecunda etapa de novillero- ha caído en esta moda porque le resulta más rentable. Seguramente sin escrúpulo, culpa ni remordimiento por su parte, pues también es víctima de la adulación y ha llegado a alcanzar las más altas cimas del escalafón jaleado como si se tratara de Joselito y Belmonte fundidos en una pieza.
Cada vez que alguien afronta el compromiso de encerrarse con seis toros, uno se acuerda del maestro Antonio Bienvenida, que nunca llegó a torear 100 corridas por temporada, ni le pagaron una fortuna por lidiar seis toros -proeza que llevó a cabo muchas veces- y, sin embargo, en cuanto se hacía presente en la arena, derramaba más torería que todos estos figurones juntos.
Fuente: http://www.elpais.com/

miércoles, noviembre 23, 2011

ENRIQUE PONCE: TEMPLE, ALIVIO Y VENTAJA,


Las ventajas del "Maestro Avisos Ponce", explicado como para neófitos

Los aficionados peruanos, esperamos que este domingo 27 de noviembre de 2011,en la Bicentenaria Plaza de Acho de Lima, el Sr. Enrique Ponce, nos muestre la prueba en contrario, que desvirtue lo afirmado en la documentación que presentamos a continuación:





No vaya ser que crean que manipulamos las fotos, pués veámoslo en acción en el vídeo entonces: ta,ta,ta,ta,ta....


 

martes, noviembre 22, 2011

TANTAS VECES PONCE

LA ESTUPIDEZ DE ENRIQUE PONCE

RECONOCE EL FRAUDE PERO NO LE GUSTA QUE LE SAQUEN PUNTA
SU CORNADA FUE UN ERROR DE TERRENOS

ALFONSO NAVALÓN GRANDE
Dicen que es el cerebro privilegiado del toreo moderno y debe ser verdad porque tiene muy pocas cicatrices en su cuerpo y además ha convencido al público que para cuajar una faena hay que escuchar uno o varios avisos. Sin embargo, ni él ni ninguno de los cronistas aduladores han explicado la causa de su última cornada. Ya es sabido que los percances siempre son culpa de los toreros porque el toro no se equivoca al coger y además advierte antes varias veces. Lo primero que debe hacer un torero es preguntarse porque lo han cogido y saber dónde estuvo el error para que no se repita. Como ahora todos los toros que matan las figuras están afeitados y pertenecen a un grupo de ganaderías bobaliconas y faltas de raza, olvidan que el toro por tonto y afeitado que esté tiene sus terrenos y cuando no se respetan surge el percance. Ahora se matan casi todos los toros en la suerte contraria. Por algo se llamará contraria y ahí están dos venganzas bien recientes.
La horrenda cogida del novillero Curro Sierra en Sevilla donde la sangra salía a borbotones del boquete y si llega a ser un pueblo se hubiera muerto. Y esta otra del inteligentísimo Enrique Ponce que en esas rutinarias dobladas rodilla en tierra le dio los adentros a un toro que apretaba hacia fuera en su querencia natural. No es que abusara del pico o dejara un hueco descubierto. En las imágenes se ve clarísimo como va metido en la muleta pero al buscar el toro su salida natural hacia fuera tropezó con el muslo de quien siendo tan inteligente olvidó algo elemental. Como están acostumbrados a torear los borregos mansones que siempre buscan la querencia de tablas no se dio cuenta que ese toro no era manso y a la fuerza tendría que cogerlo al no respetar sus terrenos.
Pero la mayor estupidez de Ponce ha sido echarle la culpa a una equivocación del afeitador de la corrida. Dice Ponce que no se le debe sacar punta al afeitarlos. Con lo cual deja sentado que el espectáculo ofrecido por las figuras es un fraude donde se da por sentado que engañan al público. Ponce debe ser de esos que piensan que la ventaja del serrucho es que el toro pierde el sentido del tacto y se queda corto al tirar la cornada. Y eso puede pasar si la fechoría se hace la víspera porque el toro no es tan tonto como para no darse cuenta que le han cortado algo y rápidamente recupera el sentido de las distancias. Como nos pasa a nosotros cuando nos cortamos las uñas que la principio lo extrañamos pero luego recuperas el sentido del tacto.
Lo que no ha dicho Enrique Ponce es que a muchos toros se le destrozan los pitones en la brega del mueco y al escobillarse el afeitador tiene que sacarle punta para que no se note el estropicio. Ponce echa de menos "la bolita" con que los afeitadores expertos suelen rematar la punta del pitón para que resbale.
Pero Ponce ha cometido una ingenuidad infantil porque el reconocer que no se le debe sacar punta al afeitarlos, da por sentado que se afeitan. Por otra parte es una tontería lamentarse de estas cosas. Los toros de las figuras y sobre todo los de Ponce pasar por la selección previa de una serie de expertos que eligen los toros adecuados al gusto del que manda. Si Ponce tenía alguna queja del método de afeitar debe echarle la bronca en privado a su barbero pero no demostrar públicamente que le fraude está a la orden del día y están engañando al público.
Todo esto no tiene nada que ver con la cornada ni el pisotón que le partió los huesos. Ponce anda muy confiado y muy seguro ante el género que eligen sus cuidadores. Y algunas veces la confianza se paga cara. Sobre todo cuando se olvidan las reglas de los terrenos. Decían los más viejos que en la confianza está el peligro. Y Ponce, que andaba a gorrazos con las corridas borregas y afeitadas, ha caído víctima de su excesiva confianza. Si el toro tuviera peligro y casta y los toreros pasaran miedo delante de ellos pensarían las faenas antes de dar pases rutinarios como si el toro fuera gilipollas (que casi siempre lo son). Pero a veces se acuerdan y no se dejan atropellar por la sinrazón.

Fuente: http://www.alfonsonavalon.com/paginas/comunicados/45.htm                                     

domingo, noviembre 20, 2011

PACO ESCUDERO

Fuente: Viaje a los toros del sol. Alfonso Navalón Grande. Alianza Editorial S.A. Madrid, Primera Edición 2006. pp 49 a 57.