EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

viernes, junio 17, 2022

ANDRÉS VÁZQUEZ : IN MEMORIAM

Descanse en paz, Maestro Andréz Vázquez, Torero de Toreros, custodio del toreo puro, clásico y eterno.

                                          

El Desjarrete de Acho, rinde  homenaje a Andrés Vásquez

Paladeaba el toreo y lo hacía paladear principalmente a la afición, interpretándolo con una hondura y una cadencia que ahora ya no vemos. Tomó y confirmó alternativa en Las ventas de Madrid. Caracterizado por hacer faenas de muleta sin solución de continuidad, ligando los pases, ligando las tandas de naturales, desgranando un amplísimo repertorio, desde el ayudado por alto, cargada la suerte, al trincherazo; desde el estatuario al pase de pecho.

Sacamos del baúl de los recuerdos, crónicas de faenas antológicas en Las Ventas de Madrid, publicadas en el semanario gráfico de los toros El Ruedo, que refrendan lo anteriormente señalado. Corresponden a la corrida del 10 de agosto de 1969 y a la Corrida de La Prensa del 03 de mayo de 1970.
 ( I )
«BARATERO», UN TORO PARA LA HISTORIA
ANDRÉS VÁZQUEZ (3 OREJAS) VUELVE A ENCONTRAR SU CAMINO DE FIGURA DEL TOREO - 10 DE AGOSTO DE 1969
Había expectación por ver los toros de Victorino Martin, con casta pura de Albaserrada. Porque la Feria del Toro —en contra de lo que se anuncia por ahí— se celebra en Madrid los meses de julio y agosto.
Los toros fueron tres y tres en cuanto a presencia. Tres y tres en cuanto a condiciones para la lidia. Pero hay que cantar las glorias de «Baratero», el quinto de la tarde, que fue insuperable, y al que se le dio la vuelta al ruedo.
Gracias a «Baratero» y a Andrés Vázquez disfrutamos de una suerte ya desconocida; la de varas. El público lo agradeció y llevó su entusiasmo hasta el frenesí. Era justo. 
Junto al éxito de «Baratero» está el de Andrés Vázquez. Lo lanceó de capa muy bien, con verónicas de calidad superadas en la media. Otra media soberbia en un quite, pero lo importante es ver cómo pone en suerte al toro, lejos, muy lejos, y así va el bravo animal cuatro veces al caballo, en la segunda puya se rompe la vara, pero en las otras ocasiones el de tanda hace la suerte a ley y con singular limpieza, y el entusiasmo multitudinario explota en cada arrancada de «Baratero». Este llega muy claro a la muleta con gran nobleza, y Vázquez inicia la faena ganando terreno al toro, yéndose para adelante con él. Cuando ya ha agotado la faena sobre la derecha —con pases largos y hondos— da con la izquierda cinco naturales, de los cuales hay dos extraordinarios. 

                                           Natural a "Baratero". Imagen (Tierras Taurinas)
Un pínchazo muy bien señalado y entrando con ganas, una estocada hasta la gamuza, desprendida. 
Se desata el delirio dando la vuelta al ruedo a «Baratero» y las dos orejas del bravo animal a su matador, que tiene que sacar a saludar al mayoral y a los compañeros de terna.
Estocada a "Baratero" Imagen (Tierras Taurinas)
Antonio Casero ilustra la muerte de «Baratero»
Estuvo, como digo, admirable Andrés Vázquez, 
pero aún me gustó más la faena al segundo, «Granadino», porque el toro era mucho más in
cierto, llegó a la faena muy fuerte y con peligroso punteo, y ahí Andrés le pegó diez muletazos de castigo —entendámonos, ¡de castigo¡— para dominarlo en absoluto y sacarle unos pases que nadie esperaba. Unos pases hondos que en si el toro, en si, no tenia. Al terminar con gran estocada, gana Andrés Vázquez la oreja que, para mi tuvo más mérito de las tres cosechadas en la tarde.
        Gesto de triunfo de Andrés Vázquez al matar de una colosal estocada al "Granadino" segundo toro de la corrida.
Y así fue esta corrida de la «Feria del Toro» de Madrid, en la que vimos uno —«Baratero» por nombre, de Vitorino Martín— que pasará a la historia de los Toros Bravos con letras mayúsculas fundidas en oro.                                                                                                                    DON ANTONIO.
Fuente: Semanario gráfico de los toros El Ruedo12 agosto de 1969. Año XXVI, Nº 1312. 
( II )
"Historia de una corrida de toros en que ganadero, matador, cuadrillas y público se portaron como aficionados.
AQUELLA TARDE DE ANDRÉS VÁZQUEZ….."CORRIDA DE LA PRENSA"  03 DE MAYO DE 1970.
CUADRILLAS. — Andrés Vázquez, con el sobresaliente, Juan Calleja,
y las cuadrillas
 antes de iniciar el paseíllo.

Las cuadrillas tuvieron gran éxito como lidiadores.

SEIS TOROS CON HISTORIA.—El reportaje que EL RUEDO tituló «Siete cinqueños esperan» dio la vuelta al mundo taurino —en las dos orillas de la mar— y suscitó expectaciones y homenajes tanto para el ganadero que los criaba y exhibía ante los aficionados en el mirador de Galapagar, como al matador que, sin dar aparente importancia a la seriedad de los Victorinos, había decidido encerrarse en solitario con ellos en la plaza de Madrid como su corrida debut en la temporada. Toda una hazaña. 
Pero los toros tenian una historia o
 una anécdota. Y es que el año pasado
—a raíz del doble triunfo logrado por 
ganadero y matador en la crianza y lidia  del soberbio «Baratero» — esta corrida vino a Madrid para ser lidiada también con el concurso de Andrés Vázquez; y la autoridad, representada por don Pedro Torres, que por deliberada coincidencia presidió el festejo del domingo la rechazó, y no por falta de trapío —que las caras y astas del domingo no se hacen en unos meses—sino por falta de peso.
La corrida volvió al campo serrano, 
comió habas todo el invierno y fue visitada por cuanto aficionado con afición —pues los hay que no la tiene más que de boquilla— tuvo medio de asomarse al mirador de Galapagar. La 
corrida, pues, se lidió entre amigos a 
los toros, a los que
deseábamos el 
triunfo en la misma medida que al so
litario matador. Se lidió también, en comparación los toros con el re
cuerdo de «Baratero»; era inevitable; 
como era previsible que el citado recuerdo no quedase borrado en la tar
de del 3 de mayo.

«Palomito» (para sus íntimos, «Carlitos»).— Cárdeno y muy desarrollado da cuerna; con el pitón derecho tocado —por añeja fractura de la bellota—, mas por el lado izquierdo parecía llegar lanza en ristre. Muy justo en el peso —462 kilos—, pero ovacionado en la salida; prueba de que en el ruedo también se prefieren los atletas cuajados a los niños gordos. 
Fue bien al capote de Andrés Vazquez y apretó mucho en la primera vara de Remache, que con el puyazo provocó gran borbotón de sangre. Escarbó un poco antes de tomar el segundo puyazo, en el que dobló con el caballo, giró para empujar hacia fuera y lo sacó casi a los medios. En la tercera vara Andrés lo dejó bastante abierto —quizá demasiado—, y el toro se distrae y marcha a terrenos del 6. Andrés repite la suerte en el 7 y el toro se arranca de largo, entre una gran ovación. No se entrega en la vara y se sale un poco, pero dando la cara. Hay palmas grandes para este tercio.
El toro deja ver su sentido de toro en banderillas y desconfía al rehiletero de tanda. Es poco
nronto. y cuando le traen los peones del 5 al 1 para la faena, les aprieta en tablas.
Durante la faena se mantuvo el amigo «Carlitos» reservón, observador y sabio. En el arrastre le tocaron palmitas.
«Curiosito». — Uno de los dos toros negros de la tarde. En el mirador de Galapagar muchos aficionados dijimos al ganadero que no nos gustaba que en una corrida de expectación como era ésta viniera un toro bizco. Pero Victorino Martin debía tener confianza en la reata de «Curiosito», porque le defendió contra viento y marea. Veamos qué hizo y si justificó esa confianza.
Salió abanto pero tomó bien el capote de Andrés Vázquez. Escarbó antes de tomar la primera vara, en la que empezó apretando bien, para querer salirse, y al final, hacer hilo, girar y derribar, con lo que permitió que se hiciera el quite en su auténtica acepción: salió persiguiendo a un peón.
No se le vio bien en la segunda vara porque se eternizaron los «monos» al levantar el caballo derribado; se perdió un tiempo precioso antes de hacer entrar en funciones al picador reserva y el tercio perdió unidad. Incluso estuvo a punto de arrancarse «Curiosito» al hormigueo de «monos» que rodeaban al caballo caido y hacer un desaguisado. Pero volvamos al toro:
Aprieta sin ganas en el segundo encuentro y sale pronto al quite que hace el sobresaliente. Juan Calleja. En la tercera vara sale suelto, y es entonces cuando provoca la desbandada de monosabios que quitan el peto al caballo caído para ponerle en pie. Escarba. En terrenos del 6 toma al relance otra vara, en cuya salida, en un recorte, dobla las manos. Aceptó dos pares de banderillas. 
En la faena no fue un toro claro. Junto a momentos en que acudió voluntarioso, hubo otros en que se reservó y hasta puso la marcha atrás. Fue de los menos lucidos de la corrida. 
«Violetero». — Cárdeno, cornicorto y un poco «apretao». Sale abanto y berrea un poco en 
los primeros momentos. Acude celoso —aunque no tiene buen estilo inicial— al capote. 
En la primera vara se arranca de largo, aprieta bien y a poco muge, se sale y vuelve espontáneamente para la segunda sangria, en la que tampoco se entrega, aunque mantiene el tipo.
En el tercer puyazo se vuelve a arrancar de largo y recibe de Isidro Alvarez una vara trasera. Las puyas cuarta y quinta fueron del mismo estilo: el toro fue colocado muy abierto, avanzó enterándose y frenó a poca distancia del caballo y acabó por aceptar espontáneamente los dos puyazos. Fue una suerte pictórica de interés y muy ovacionada.
Tomó bien dos pares y medio, de los que una banderilla en el cuello le descompuso un poco para la faena. Sin embargo, se mantuvo pronto, con buen temple en la embestida, salvo algún punteo provocado por el importuno palo. Fue al desolladero sin las orejas y ovacionado en el arrastre.


«Madanito». — Toro hondo, serio, bien puesto y tamnbién cárdeno. Sale enterándose y amagando antes de emplazarse. Pero en seguida toma bien el capote. Dobla las manos en un recorte final.
Aprieta mucho, se duerme en la primera vara, que no es tal, sino primer encuentro con el picador, que le infiere cuatro puyazos en uno. En la segunda ocasion le dejan muy abierto y no acude; se le cierra más y va pronto, para empujar en una vara delantera, y al salir, volver a doblar las manos en el quite. Vuelve a ir a otra puya en  terrenos del 4, pero esta vez en cite de cerca. Buena pelea.
Va bien y con facilidad en banderl
lias. En la faena queda con embestida 
poco alegre, sabe ver torero, y al final 
quiere irse de la muleta y pone la mar
cha atrás. Tampoco ha sido de los que 
más lucieron en la lidia
«Pocapena».— Negro y con nombre 
idéntico al veragüeño que dio muerte a 
Manolo Granero. Hace salida contraria. Bien puesto y con cuerna saltillera — como casi toda la corrida —, se frena en el capote y echa la mano por delante.
En la primera vara, en que es tomado de cerca, se deja pegar y sale al quite del 

sobresaliente. En el Segundo encuentro recibe dos picas, una trasera y otra en el tintero de sangre de la vara inicial. En el tercer encuentro con los montados entra de mala gana y después de bastante porfía; pero como sangra mucho, se señala el puyazo con el regatón de la pica.
En banderillas espera. En la faena es el que tiene más genio, más cosas de toro: se pone por delante, se queda en los pases y busca desde el primer muletazo. Un toro con mucho que lidiar.
«Pajarero».— Cárdeno claro, el de más peso de la corrida , con 561 kilos, cara seria, bien puesto, hondo y cuajado. También el más noble y claro de la tarde que, justamente, fue premiado con la vuelta al ruedo. El tuvo gran parte en que la corrida terminase en punta de éxito. Fue con celeridad a la primera vara, en la que romaneó con fuerza y entrega de toro muy bravo; pero Raimundo Rodríguez le había cogido en un soberano puyazo y fue aquél uno de los momentos más emocionantes de la corrida. También la segunda vara es muy buena, aunque el toro hace signos de dolerse. Pero fue cosa pasajera, pues acudió en forma extraordinaria a la tercera pica, que tomó con gran bravura.

                            Pajarero frente al picador Raimundo Rodríguez (Imagen: Tierras Taurinas)
Ovación al picador Raimundo Rodríguez, tras picar a "Pajarero"
El lápiz de Antonio Casero grafica el brindis de Andrés Vázquez a Raimundo 
En el primer tercio, en quites, dobló las manos tres veces y otra en banderillas, a las que fue con gran voluntad. 
Para la faena quedó con embestida pronta, noble, templada. Un toro de impresionante presencia y pastueño e ideal para el torero. Un toro de justa, unánimemente reclamada vuelta al ruedo. 
EL PUBLICO Y LA LIDIA.—Entre 
las cosas a destacar en la corrida — a 
mí es una de las que más me impresionó – quiero referirme especialmente al orden que en todo momento reinó en la lidia de los seis toros.

Esto es mérito imputable —en primer lugar— a Andrés Vázquez, que asi lo organizó, pero al mismo tiempo a los subalternos que se sintieron contagiados de afición, y si los de a pie manejaron los capotes con discreción suma y casi siempre capearon y corrieron los toros a una mano, los picadores no tuvieron ningún inconveniente en tomar a los toros de largo y hacer la suerte con arreglo a las más estéticas reglas del arte de picar
En este sentido, también la corrida del domingo tuvo una ejemplaridad dignificadora, depuradora del sentido de propia estimación artística de quienes formaron las cuadrillas, que —con el sobresaliente Juan Calleja— fueron: 
Picadores: Rafael Tafalla «Remache», Antonio Tafalla, Isidro Alvarez, Mateo Sánchez «Bocanegra», Antonio Díaz y Raimundo Rodríguez. 
Banderilleros: José Carbonell, José Martínez «Moncada», Antonio Briceño, Antonio Valle «Vallito», Julián Alvarez, Manuel Avila, Francisco M. Balbuena, Antonio Soto «Sotito» y Mariano Gómez. 
Para todos mi aplauso, por su buena lección como toreros y aficionados.
Del mismo modo que les dio su aplauso el publico, que estuvo también muy aficionado, haciendo honor a la gran tradición de la plaza de Madrid. La ovación de clamor con que se acogió la presencia de Andrés Vázquez al frente de las cuadrillas fue el refrendo del agrado con que se había acogido su gesto. Del mismo modo, la nutrida presencia de una formidable entrada muy cercana al lleno, dejó muchos temas para inmediata discusión. 
El público subrayó con sus ovaciones la resurrección de la suerte de varas —es decir, la resurrección del toro—, se emocionó con la majestuosa arrancada de los toros frente al caballo en los planteamientos del primer tercio, y demostró estar en vías de capacitación para comprender y aquilatar el toreo en todas sus dimensiones. Incluso la de pasar por taquilla. 
ANDRES VAZQUEZ.—He dejado para el final lo que es núcleo y nervio de la corrida. La presencia de Andrés Vázquez, único matador en una corrida de toros que no exageró nada al anunciarse asi. 
Hacer acto de presencia en la plaza era una hazaña. Despachar la corrida con corte de dos orejas y salida a hombros por la puerta de los éxitos, una hazaña mayor que muy contados toreros del momento presente podrían emular. 
Andrés Vázquez —que además era el primer día que se vestía de torero en la actual temporada— estuvo siempre en maestro dominador, en director de lidia, en conocedor profundo de las bellezas del toreo y las emociones que puede suscitar.
Variado con el capote — en él escuchó varias ovaciones grandes en el saludo de los toros primero, segundo, tercero y sexto —, dejó, sobre todo, el recuerdo de sus medias veronicas de inconfundible acento. Cinco de estos apretados y dramáticos lances le dio, nada menos, al tercero de la tarde. 
Su sentido del quite estuvo más cer
ca de la eficacia y funcionalidad 
que del adorno; los toros no son para  capearlos mucho, sino para dejarlos en su sitio. Por eso, aunque no faltaron las chicuelinas de adorno o las verónicas de hondura, ni el quite por navarras al quinto, ni las revoleras y recortes que añadian gracia, los capotazos buscaban siempre el emplazamiento del toro para su pelea, y los lances del delantal y el garbo de las largas apareció muchas veces.
Una pregunta: ¿ Por qué Andrés, que era buen banderillero, dejó de banderillear hace tiempo? ¿ Por qué no lo intentó en un par de toros?
La faena a su primero —el sabio «Palomito»— fue de piton a piton, de aliño, para esperar que saliera de los chiqueros major género, Y la refrendó con media estocada sin estrecharse y cinco golpes de verduguillo. El publico le aplaudió para reiterar su confianza.
Empezó muy bien, con ayudados por alto, su faena al Segundo, para seguir con una serie sobre la derecha muy bien templada. Al acabar esta serie, el toro marcha atrás y Andrés rectifica su cercanía, para citar de lejos y conseguir dos redondos muy buenos, un molinete y una serie de izquierda en que el natural del centro es magnífico. Dos pinchazos y una estocada refrendaron la faena rematada con adornos. 
En el tercero consiguió Andrés uno de sus momento estelares, desde la estallante  brillantez de su capote hasta la faena en que los pases por alto y la suavidad de los redondos cedieron paso a una serie de cinco naturales que arrancaron clamores en el tendido. Cada vez más ceñido y enterado el toro, cada vez más valeroso el torero sigue la faena ganando en emoción, hasta que una estocada a ley, entera y desprendida, desata la nube de pañuelos que piden las dos orejas de “ Violetero”, que el usía concede.
Entre los pases mejores que dió Vázquez en la tarde clasifico los cuatro ayudados por bajo con que inició la faena al cuarto, brindado a Gregorio Marañón, aunque el estilo reservón del toro, su venida a menos tras este tanteo inicial, dejasen la brega en una al viejo estilo, dominadora, con  pases de tirón, para buscar mejor terreno y dar tres naturales, uno de ellos, el tercero, y el de pecho, ovacionados. El acero queda un poco tendido y hay dos descabellos. Palmas.
El brindis del quinto a Serranito – que recibe una ovación clamorosa del publico – es prólogo brillante a una faena valiente y cercana a un toro que busca y con el que el problema es dominarle… Una estocada, exponiendo, y que produce vómito, termina la lidia.
Ya he dicho que el mejor toro de la tarde fue el sexto y Andrés estuvo a tono con él en todo momento, excepto 
en el final. Muy buenas verónicas cerradas con dos medias y airoso recorte fueron preludio a un ceñido quite
por chicuelinas y unas largas cordobesas dignas de las ovaciones que los subrayaron. 
La faena, relajada ya la tension de la tarde, encaramado Andrés en las nubes del aplauso, fue una Hermosa pieza de arte, entera, sin solución de continuidad. El toro era muy bueno, pero era toro, y en dos ocasiones demostró que tenía genio de tal al achuchar poderosamente, sin que Andrés perdiese ni su cara ni un milímetro de terreno; ahi estuvo su mérito, porque él toro acabó entregado al temple de una faena brillante... como la espada de San Femando, pongamos como piropo que le gustará al torero. Fue en la espada precisamente el fallo de Andrés. Pinchó una vez y aún - ¡ recuerdo la tarde de Chicuelo¡- ligó después una serie de naturales, varios de ellos perfectos. Otro pinchazo, media caidilla y tendida y nuevo pinchazo fueron el final triste de una faena alegre.  
Andrés, generoso con su colaborador más que enemigo, ovacionó a «Pajarero» - que brindó a Victorino Martín y a Raimundo, su picador- cuando a éste le daban la vuelta al ruedo, antes de que los entusiastas se llevaran a Andrés, en su tarde histórica, a hombros por la puerta grande.                            
                                                                                                                                                                                   DON ANTONIO
PREGUNTAS DEL REPORTERO Y CRITICO  VICENTE MARTINEZ ZURDO «NACHO» ANTES Y DESPUES DE LA CORRIDA.

PATIO:
ME CONSIDERO UN ROMÁNTICO. ME DARÉ POR SATISFECHO SI LO DE HOY HA DE SERVIR PARA ENALTECER LA FIESTA.
Animación en el patio de cuadrillas. El único matador del cartel llega con el tiempo reglamentario. Quince minutos antes. No ha de pasar por los trámites que le certifiquen el ignominioso estoque simulado. Andrés Vázquez su faena la hará con la espada de verdad. Aunque la tenga que usar en seis faenas. Nada más llegar a este vestíbulo limitado, al otro lado, por el portón de la fama le pregunto:
-       ¿ Cuál es el objetivo de este gesto?
-       Demostrar que mi intención en aquella corrida del Montepio no fue una baladronada. Ahora, dos horas después veremos si hubo gesta.
-       ¿Qué es más difícil, triunfar con seis toros o el éxitos con dos?
Bueno…, lo de hoy, referido a mi, es dar a la afición esta corrida. Y precisamente con albaserradas, porque nadie ignora la dificultad de matar seis toros con la raza que tíenen éstos, y es el homenaje que la afición merece y yo quiero deparar. Hoy no persigo nada en lo económico. Intentaré por todos los medios que la afición salga contenta. 
—Hoy la presidencia corresponde a la misma autoridad que desecho estos mismos toros el 10 de agosto. ¿Le preocupa esta cuestión? 
—¡Qué suerte! Porque da la casualidad que ese señor presidente es el que presidió la corrida de mi alternativa, y también las dos tardes del año pasado en las que triunfé. Así que, consciente de su seriedad y recta justicia, ningún juez mejor me puede corresponder. Por ello me considero hombre de suerte. 
—Esta tarde, hasta que se arrastre el sexto toro, ¿de quién estará más pendiente, aparte det toro, naturalmente? 
—Aparte del toro..., del toro otra vez. 
—Si hoy salen seis «Barateros», ¿los desorejaría a todos? 
—¡Que salgan y luego usted lo escribe! 
—Su gesto y su gesta de hoy, ¿le sirve de algo? 
—Me considero un romántico. Me daré por satisfecho que lo que yo haga hoy sirva para enaltecer la Fiesta nacional, esa Fiesta que es nuestra y no puede decaer. Que siga hacia arriba y la autoridad siga siendo tan justa como lo fue en aquella otra corrida en la que a mi justamente me echaron los toros para atrás. 
VESTUARIOS:
“VALE LA PENA ESTOS GESTOS: LA PLAZA SE HA LLENADO Y EL PUBLICO HA APRECIADO EL VALOR DEL TORERO ANTE EL TORO”
El hogar del torero está abarrotado de amigos. Se brinda por lo que sucedió en el ruedo y por las futuras glorias que, sin duda, están rubricadas desde hoy. Está marcado por TVE, que se lo van a llevar a los estudios de Prado del Rey. No obstante, antes accede a darnos su opinión personal de su «solo de toreo». De su «aria» taurómaca. En fin que sea él mismo el que se haga la autocrítica. 
Estas son sus particulares apreciaciones vistas desde cerca. Desde muy cerca: 
«Estoy satisfecho de haber cumplido mi promesa con la afición. Me he enfrentado con una auténtica corrida de toros y he intentado deparar a aquélla todo cuanto estuvo en mi mano hacer, sin retroceder un solo paso. Es más, la faena realizada al sexto de la tarde, en mi fuero interno, la considero como una de las mejores de mi vida. 
Nosotros los toreros hacemos en la arena lo que nos permiten los toros. Y a éstos, cuando son adultos, no se les puede tratar con un formulario prefabricado, sino dándoles en cada momento el toreo o la lidia que el torero tiene obligación de saber.
Esta tarde, dadas las circunstancias de cada toro he tratado de lidiar como corresponde a toros con seis años. Cuando un toro tiene edad no se le puede confiar un pase o un lance a la casualidad. 
La de este domingo ha sido una corrida brava. Ha llegado con mucho sentido. Unos, de bravura noble, reconocible, y otros que se pegaron mucho al caballo. 
El público ha estado justo. Siempre sabe lo que quiere. Naturalmente que me queda el resquemor de haber dejado algo por hacer, pues el artista que piensa que lo hizo todo es un artista muerto. 
Sí, vale la pena tener estos gestos. A las pruebas me remito: se ha llenado la plaza, lo que quiere decir que el público aprecia el valor del torero y desea verle frente al TORO.»
De mi parte, sólo una pregunta:

—Y ahora, ¿qué?

—Sigo siendo un romántico de esto. Me gusta horrores y soy feliz viendo disfrutar a esas masas y a esos grandes aficionados sentados en sus localidades mientras yo me juego la vida en el ruedo.
Pase por alto a Cordonito
Fuente: El Ruedo. Semanario gráfico de los toros. Madrid, 5 de mayo de 1970, Año XXVII. Nº 1,350.

Andrés Vázquez, TORERO de TODOS los tiempos.

También se puede ver : "Andrés Vázquez y Baratero "Un momento de espiritualidad