EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

viernes, junio 29, 2018

La ruta de la tartanilla : 26-06-2018

Una semana calurosa, pero la ruta puede con todo. Pedro nos deleita una hora más con su programa elaborado como no lo hacen los mejores medios de comunicación. Para ello tenemos las secciones semanales incluida la píldora que el amigo Enrique nos administra cada semana.

miércoles, junio 27, 2018

CITANDO AL TORO


TOREAR
La muerte por la cintura. Parar, templar y mandar en patética escultura.
Juego a muerte en el que el hombre jugando mata a la muerte
sin que la muerte se asombre.

PARAR
Quietud estática, figura petrificada en que el toro corre a estrellar su bravura.
Señorío, majestad,
los pies clavados en tierra, coraje, serenidad.
TEMPLAR
Viene cegada la fiera
por la sangre que le hierve en su alocada carrera.
Pero el engaño la frena y, distrayendo su afán, gira lento por la arena.
 
MANDAR
Besa la arena, se eleva,
el engaño viene y va.
Giro nuevo, estampa nueva.
Y subyugada y vencida, sigue la fiera la tela engañada y sorprendida.
 
¡TOREAR!
La muerte por la cintura. Parar, templar y mandar en patética escultura.

¡TOREAR!

Fuente: Citando al toro. Poemas. Mari Cármen Feria Carot. 

domingo, junio 24, 2018

LA PRENSA Y LOS TOROS: Alfonso Navalón Grande (+)

Artículo de Alfonso Navalón, que sacamos a pasear, tras la nauseabunda actuación de los locutores del Canal de Toros de Movistar, que obliga a que los abonados exijan su dimisión por falta de objetividad y profesionalismo  o en su defecto darse de baja . 

LA PRENSA Y LOS TOROS
La reciente destitución de Fernando Fernández Román, como responsable de los espacios taurinos de Televisión Española, ha sido silenciada o tergiversada sospechosamente por los medios especializados, con lo cual, se viene a demostrar que, la mayoría, también están pringados por ser encubridores de algo que debe denunciarse, tratándose, sin lugar a dudas, de dinero público. Se ha dicho, tendenciosamente, que el palabrero Fernández había sido separado del cargo por motivos “políticos”, como si los nuevo dirigentes de TV fueran enemigos de los toros y actuarán contra la Fiesta. Sin embargo, la explicación oficial, a pesar de que su antigüedad iba por otros derroteros, el palabrero, ha sido destituido por haber perdido la confianza de la dirección. Pero vayamos al grano y sin tapujos.

El palabrero Fernández ha sido destituido, en primer lugar, por su incompetencia probada y manifiesta, dada la escasísima audiencia de sus programas. También es notorio que,  en la mayoría de las retransmisiones, los televidentes, en un gran porcentaje, le quitaban la voz a los televisores para no escucharle; primero porque, las imágenes que estábamos viendo, no se ajustaban a la realidad de lo que este pobre hombre decía. Eran todas grandilocuencias del pastelero locutor y, sobre todo, por no escuchar la cantidad de estupideces que decía cuando, después de tantos años viendo toros, cada día, acreditaba su torpeza. La otra razón, ha sido piadosamente ocultada por los responsables de TVE porque, al investigar las cuentas y el manejo del dinero, era imposible justificar los desmesurados gastos. Aquí pecaron de ingenuos los censores de cuentas porque, bastaba con observar los escandalosos signos de riqueza externa para darse cuenta que, ese tren de vida del Palabrero Fernández, era insostenible con un sueldo oficial, por generoso que fuere. Sin ir más lejos, un coche fastuoso que está al alcance de muy pocas fortunas. Todo el mundo sabía de los manejos y chanchullos del palabrero Fernández, pero como había “entendimiento” y convenios soterrados con sus anteriores jefes, todo quedaba entre los que ordeñaban la vaca.

Por otra parte, los millones destinados a la retransmisión de las corridas, daba también un saldo ruinoso para el Ente Público, y bastaron unas simples averiguaciones para comprobar que el dineral destinado a ciertos pagos, se perdía por otros caminos.

Por todo lo cual, al vanidoso palabrero, muchísimo más tonto que Molés, lo quitaron de en medio. Pero inexplicablemente, le dejaron el sueldo de Radio Nacional de España, donde es notorio que no da un golpe al agua, ni hace nada, por supuesto. Mientras los demás hacen el programa, él se encierra en su despacho para escuchar discos de flamenco. Sin embargo, se le está consintiendo un último mangoneo para llevarse un dinero haciendo “boletines” en determinadas fechas.

El “boletín” a que aludo, es un escueto resumen de la corrida, con lo que justifica gastos de desplazamiento, hoteles, etc. Solicitó y le concedieron semejante trabajo en Valladolid, donde siendo su casa, también justificó los gastos de alojamiento. Pasó a Albacete y, más tarde, a Zaragoza. No me explico como en TVE, mandan dos funcionarios para hacer el mismo trabajo, puesto que, a esas ferias, también se trasladaba el engominado Villasuso, con la misma misión.

El caso es que, el tal palabrero, ha “ganado” más que la mayoría de los toreros y, por supuesto, que algunas primeras figuras de la torería andante, organizando el cambalache de las retrasmisiones y paseándose en un cochazo de nuevo rico, sin contar sus conocidas inversiones en otros negocios y propiedades. De todos modos, el palabrero, se ha ido por la puerta falsa, después de agotar todas sus influencias con políticos que hasta ahora, le habían protegido.

Porque, si los cronistas taurinos se dedicaran a informar, bastaría con tirar un poco de la manta para saber la significación de algunos cómplices y encubridores, que también sacaron tajada por darle el visto bueno a esas cuentas que, nada tienen que envidiar a las del Gran Capitán.

Y, precisamente, ese silencio de la prensa taurina ante semejante escándalo, dice bien claro y descubre la inmoralidad de la mayoría de los cronistas actuales que deforman la verdad y prestan apoyo a quienes viven de engañar al público, colaborando, servilmente, con los que se llevan el dinero de las taquillas. Hace muy poco, se ha descubierto que, cierto cronista de un periódico conservador  -y no hace falta dar el nombre-  sin más méritos que llevar el apellido de su padre -¿queréis más datos?-  y de su abuelo, hace con los toreros lo que se le llama “ ajustes por temporada”, llevándose un montón de dinero a espaldas de su periódico; es decir, ya lo saben todos ustedes.

Antes, los trincones, pagaban al periódico parte de lo que robaban a los toreros. Ahora, ese niñato de que hablo, se lo lleva crudo y, encima, se hace pasar por honesto. Pero él solito se descubre porque, basta con ver como trata a César Jiménez para comprobar que este torero, se negó a pagar el “impuesto revolucionario”. Convengamos que, César Jiménez, no es mejor ni peor torero que otros a los que les dedica elogios a mansalva. Y, sin embargo, el niñato, lo destroza, incluso cuando dicho torero sale a hombros.

En el atraco a César Jiménez, coincidió con Molés, en el primer año en que el chaval empezó a torear un elevado número de corridas. La cifra de Molés era mucho más alta que la del niñato del periódico monárquico. El chico, les contestó a los dos lo mismo: “Estoy empezando y, ese dinero no lo he visto nunca junto en toda mi vida de torero. Si me hubieran pedido un par de millones….. de las antiguas pesetas….. pero ese dinero no está a mi alcance; lo siento mucho”

Desde entonces, Molés y el hijo de aquel melindroso chaquetero que colaboró con Chopera, para acabar con la andanada del 8 y darle el mando de las Ventas a los del clavel, ponen a César Jiménez a escurrir, en todas sus crónicas. Esto nos da una idea de la corrupción que existe entre la prensa taurina, donde los honrados, se cuentan con la mitad de los dedos de una mano, para los cuales me honro en escribir. Murió aquel hombre honrado y sabio llamado Vidal que, para dicha mía, conté con su amistad y su cariño y, ahora, estos tipos que aludo, se han hecho todavía más descarados y más prepotentes. La época de los sobres ya pasó. Ahora manda el cheque. Estas sanguijuelas de la crítica aquí aludidas, se llevan un montón de millones todos los años, todo ello, por ocultar la tremenda decadencia del toreo y sus gentes.

La historia del prostituto Molés es sobradamente conocida por todos. Empezó en el diario Pueblo mangando mil pesetas por corrida y tarde, cuando su jefe, Gonzalo Carvajal, tenía la tarifa de diez mil pesetas. Se abrió paso en el humillante oficio de servir, como negro, a Mariví Romero, cuando su ilustre padre la metió en el periódico y en televisión. El Fenicio Molés escribía las crónicas y los guiones y, cuando despareció el poder de don Emilio Romero, a su hija y benefactora, la dejó tirada.

Conservo las crónicas escritas con la misma máquina y en el mismo papel timbrado del Hotel Astoria de Valencia, donde Molés escribía dos crónicas de la misma corrida, aunque una, la firmaba como Mariví Romero. Molés es mucho más ladino y más habilidoso que el fantasmón del Palabrero. Es un especialista en el pelotilleo y, se da el caso que, publica, en un periódico de Salamanca, el mismo artículo que le sirve de editorial en la cadena Ser y en otras publicaciones donde imparte su “maestría”.

Es como un gitano que cambia varias veces la misma burra. Se da por cierto que, un modesto torero salmantino -tampoco hace falta dar el nombre- ha tenido que pagar cuatro millones de pesetas por “cuidarle la temporada”. El chico sólo ha toreado veinte corridas de toros y, con semejantes ingresos, ya podemos hacernos una idea de cuanto le habrá quedado, tras todos los gastos y, como explico, haber pagado el “impuesto revolucionario”. Imaginaros cómo será el sablazo a los que torean más de cincuenta corridas de toros. También, con semejante personaje, la ostentación de riqueza es escandalosa. Otro cochazo de súper lujo y, un piso de más de trescientos millones de pesetas que, unido a su tren de vida, dan la medida del personaje.

Todo esto, me ha pillado ya demasiado viejo y, ante todo, demasiado vago y hastiado de tanta inmundicia del periodismo taurino. Hace diez años los hubiera mandado todos a las cloacas. Pero estoy cansado y no es cosa de volver a empezar como en los años sesenta donde, entré en Informaciones en el mes de abril cuando sólo tiraban siete mil ejemplares y, en octubre del mismo año, sobrepasábamos los cincuenta mil ejemplares cada día que salía el sol, precisamente, cuando ser periodista, era una profesión honrada y todos luchábamos en defensa de la verdad.

Claro que, para todo esto, entonces, teníamos el apoyo de editores y directores que apostaban por una ética que ya no existe. En mi época, se acabó con Manuel Lozano Sevilla que, robaba a los toreros amparándose en su condición de taquígrafo de Franco. Ahora, con la democracia, nadie persigue a los depredadores. Y la fiesta se hunde mientras ellos amontonan riquezas, de forma ilícita, tal y como queda explicado.

AutorAlfonso Navalón - Crítico taurino, único e irrepetible

Fuente: http://www.opinionytoros.com/division.php?Id=5 

jueves, junio 21, 2018

La ruta de la tartanilla : 19 - 06 - 2018

Esta semana, Enrique Martin y su píldora; además Pedro García Macías y Juan Hernán (Toni), opinan sobre el inefable serial Isidril 2018.

sábado, junio 16, 2018

La ruta de la tartanilla : 12 - 06 - 2018

Esta semana, dialogan entre aficionados Paco Cañamero, Toni Hernández y Pedro García Macías  
Tauromaquías de Castilla, última obra  de Paco Cañamero 
"La ruta de la tartanilla": programa del 12 - 06 - 2018
     

"La ruta de la tartanilla": programa del 05 - 06 - 2018
                                            

martes, junio 12, 2018

LO QUE CONTESCIÓ AL LIBRO DEL BUEN AMOR Y AL REGLAMENTO TAURINO : ALFONSO NAVALÓN

"Hay tres libros que lo son todo: «El Quijote», en lo novelesco; «La Celestina», en lo dramático, y «El buen amor», en lo satírico. Nadie que, persiga la gloria de la pluma puede alegar ignorancia. Todos hablarán de estos; Pero no todos los han leído. Les pasa igual que al Reglamento taurino."

“Lo que contesció al libro del buen amor y al reglamento taurino”
Cuantío descubro a Hita, siete siglos abrazada a un monte, pienso que Juan Ruiz no tuvo  más remedio que ser como fue viviendo como vivió en este pueblo que, teniendo tanta llanura para extenderse, prefirió la intimidad difícil de unas faldas. 
Hita sigue ahí, con su airosa iglesia por medio, igual que entonces, rezando, y me figuro que pecando también. Sigue ahí con las mismas casas terrizas, abiertas en la entraña del cotorro, en el sitio exacto de la falda, donde el calor de la solanera es más duradero. Porque Hita podía haber elegido la cresta, como muchos pueblos medievales que se sienten águilas, o haberse quedado abajo, como los pueblos huertanos que tenían un castillo arriba para hacerse fuertes cuando llegaba el moro. 
Por eso cuando en aquella babel de gentes una linda mejicana perdía los tacones entre los guijarros de las calles (senderos de cabras que buscan el cielo) pensaba en la natural tendencia del Arcipreste a «buscar ajuntamiento con hembra placentera», porque los días de Hita (con ese silencio y esa llanura sin fin al fondo) deben de ser interminables, y la voluntad del clérigo poeta, flaca por ser huma na, debió de tener muchas horas tontas para enfocilgarse en mundanos menesteres.
Así se explica que Juan RuizArcipreste solitario entre «villanas lujuriosas como cabras», se pasara su vida luchando entre dos sayas: las de cura, sagradas, que llevaba puestas, y las otras. Así se explica que su obra sea todo un compendio del pecado carnal y un arrebato místico de pesadumbre. 
Pensando en este difícil equilibrio del Arcipreste me acuerdo de nuestros toreros. Estos hombres valientes que se «comen los santos» antes de la corrida, para luego pasarse la noche mirando unos ojos verdes o negros, ¡qué más da! Porque el torero y el Arcipreste son criaturas buenas que piden permiso a Dios para pecar y arrepentirse luego. 
También pisando esa paz de Hita pensé en la literatura y en la Fiesta. Y veréis por qué. Hay en nuestras letras tres libros que lo son todo: «El Quijote», en lo novelesco; «La Celestina», en lo dramático, y «El buen amor», en lo satírico. Nadie que, persiga la gloria de la pluma puede alegar ignorancia. Todos hablarán de estos; tres monumentos literarios. Pero no todos los han leído. 
A «El buen amor» y a sus dos hermanos gloriosos les pasa igual que al Reglamento taurino.
LO QUE CONTESCIO A UN CRONISTA METIDO A BANDERILLERO
No es Hita sitio para gente remilgada. Cada rincón de nuestro incomparable mapa turístico tiene su encanto especial, y no se puede ir a este lugar agreste y dormido buscando el refinamiento de Una civilizacl6n que rompería todo el sentido de contraste que encierra. Así, no se puede encontrar allí ni el camarero de pechera planchada ni las combinaciones de licores en cristal tallado. Ni, por supuesto, la carta variada de un restaurante. A Hita debe irse a comer jamón y chorizo, amén de un vino tintorro tan espeso que también podía mascarse. Mis amigos quedaron un poco sorprendidos ante este primitivismo, pero menos mal que aprendieron en seguida ese bonita lección de la vida, del amor y de los gitanos: «Las cosas buenas precisan malos principios.»  Y un rato después estábamos todos comiendo cordero asado a «uñate», porque en Hita no se conciben el tenedor ni la servilleta. Llegaron después los mozos del lugar vestidos de antruejo, con un rosario de cencerros en la cintura, y nuestros ilustres amigos entraron en el clima de la Fiesta de la Endrina. Miguel Herrero pronunció discursos, repartiendo nombramientos caballerescos entre los presentes, donde había embajadores de las Indias españolas, nobles de Castilla, periodistas y «cámaras» del cine, y esas mozas garridas que nunca faltan en estos casos.

Rafael Peralta, que venía a alancear toros, como lo hicieran el Cid y aquel galante conde de Villamediana, sintió la importancia del momento, y le estorbaban ya la chaqueta y el nudo de la corbata. « !Arfonzo de mi arma! Tú te va a vézti de medievá ahora mizmo y va a zalí de zobresaliente comigo.» Y el cronista, creyendo que había en el chiquero unos eralitos cómodos como los del día anterior en Medina, se fue con el rejoneador a ponerse el jubón y las calzas verdes para pasear por las calles de Hita y bailar la jota castellana entre el humo de los asados y el optimismo disparatado del vino dulzón y negro.

LO QUE CONTESCIO EN LA PLACA CON DOS TOROS DE LUENGAS LIBRAS

Pero héteme aquí que a la plaza, picuda y empedrada, salieron dos toros hermosos en demasía y los ángeles del cielo mandaron copiosa lluvia sobre la menguada concurrencia. Y el cronista, «desque» hubo hecho marchosamente el paseíllo tras los fraternos lanceros, consideró que el agua caída era aviso de la Providencia para moderar vanidades mundanas, y recordando la frase del hermano Rafael «El Gallo»: «Las pitas se las lleva el viento y los revolcones las costillas de uno», decidió acomodar sus actos a los usos caballerescos. Y así que hubo salido el toro que le correspondía parar los pies, consideró prudente pedir, permiso al caballero. Cosa que no debe hacer un villano de a pie si no es a través del escudero que sirve los rejones. Pero estando el escudero harto luengo del cronista, y como pasare más tiempo del debido, cruzóse un banderillero menos respetuoso a los usos caballerescos y paró el toro. Salieron después los hermanos Angel y Rafael Peralta a clavar hierros con plumas y guirnaldas, entre gran regocijo del público, y cuando el cronista pudo cumplir con los trámites ya estaba el toro muerto y los caballeros recibiendo el halago pasajero de las serviles mesadas.

Así pasó la lidia del toro siguiente, todavía más metido en libras, y cuando, herido de muerte por los certeros lanceros, el cronista andaba confiado a su lado, un campechano capitán de la Guardia Civil, reparando en su poca efectividad, díjole cosas sobre la prudencia, Y el cronista volvióse al capitán y díjole: «¡Vuesa mercé se aplaca, porque en la Edad Medía no había Guardia Civil...!»

LO QUE CONTESCIO AL ARCIPRESTE E AL CRONISTA, QUE NO «RECIVIA» EL SOVRE

Podía cantar muchas cosas de esta corrida, donde los toros se arrastraron con un tractor muy poco medieval. Podía contarles mucho, pero no quiero convertir esto en otro mamotreto interminable, aunque no fuera de la cuaterna vía.
Sin embargo, pensando que Juan Ruiz acabó con sus hábitos en la cárcel por culpa de la pluma y que el cronista compareció también ante un Juzgado por la misma causa, es lógico meditar en la analogía que guardan la vida y la obra del Arcipreste con este picaresco mundo del toro.

A fuerza de arrimarse Sanchos a la apetitosa sardina de la Fiesta, le han dado tantos pellizcos a su pureza como aquellos clérigos de Talavera que decían tan poco de su dignidad eclesiástica porque el pueblo decía mucho, de sus mancebas.

Entonces el arzobispo Gil de Albornoz ncomendóJuan Ruiz La tarea de investigar sobre un escandaloso asunto, y el animoso Arcipreste escribió una sátira cruel contra los de Talavera, sacando a relucir sus trapos sucios. Pero ocurrió que los clérigos de Talavera eran muchos y poderosos. Se unieron contra su juez y cambiaron las tornas, entrando en la cárcel el Arcipreste en vez de los inculpados.

Acontece también en los toros qué algunos quieren arreglar caminos que andan torcidos, sin. reparar en que todos están a gusto en el macho, y se meten a redentores de lo que no puede redimirse. Y estos críticos se llevan unas ovaciones de los aficionados viejos y unos berrinches de parte de los otros, que son muchísimos más.

Se me olvidaba decir que Angel Peralta clavó un rejón de frente y Rafael colocó otro hierro de la misma forma, y como la gente aplaudiera largamente, Rafael vino hacia el cronista, diciendo: «¡A ver si «largas tela» de lo que hemos hecho!» Pero conste también que todo aquello nada tuvo que ver con el alanceamiento de toros, que fue una improvisación apresurada, y los rejoneadores tuvieron que salir a repetir una más de sus actuaciones porque nadie los había aleccionado previamente.

Y aquí termina la crónica de Hita, dada al pueblo a las doce horas del día de San Pedro de 1964.                                   

Alfonso NAVALÓN GRANDE.

Fuente: El Ruedo. Nº 1045.Madrid, 30 de junio de 1964. Año XXI