EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

domingo, diciembre 22, 2019

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2020

EL DESJARRETE DE ACHO desea que en esta NAVIDAD la unión reine en el corazón de sus seguidores y amigos; y que la paz alegre sus corazones.
Al empezar el nuevo año, EL DESJARRETE DE ACHO desea que el 2020 sea para todos próspero; para ganaderos honestos, toreros valientes, empresarios responsables y sufridos aficionados que aman al TORO y la FIESTA, pedimos la mayor suma de venturas.
Por una vez el toro salta a la arena anunciando felicidad para todos, y por muy seria que tenga la cara, sin malas intenciones para nadie.
POCHO PACCINI BUSTOS. Lima, 22 de diciembre de 2019

sábado, diciembre 14, 2019

Anécdotas de Curro Cúchares y "El Buñolero", contadas por Ignacio Zuloaga

Ignacio Zuloaga, «Curro Cúchares» y «EI Buñolero»
El Buñolero, portando El Desjarrete
Antonio Diaz Cañabate 
Ignacio Zuloaga, alias «EI Pintor»,  no fué torero profesional por muy poquito. Hubiera sido, si se llega a decidir por la espada y la muleta y no por el pincel y la paleta, un rival de Luis Mazzantini, su paisano, como él, fuerte de corpachón, aventajada altura y atlética Naturaleza. Hubiera sido, estoy seguro, como Mazzantini, gran estoqueador. Y hubiera superado al arrogante don Luis con el capote y con la muleta, que manipulaba con evidente arte. De esto puedo dar fe porque vi torear a Zuloaga repetidas veces. Zuloaga murió a los setenta y cinco años, pero conservó su vigor físico hasta el úItimo día de su vida. De manera que cuando le vi torear, ya en su senectud, pude apreciar sus buenas maneras, su buen aire, aire de torero antiguo, las manos altas, las piernas separadas, flexible el juego de la cintura, que revelaban sus posibilidades en el arte que abandonó por el de la pintura. ¡Pero si Zuloaga renunció a la torería jamás se desatendió de la fiesta y siempre mantuvo contacto con toreros y siempre aprovechó la ocasión de dar un capotazo. Hablaba de toros como lo que era, como un buen aficionado. Narraba sus recuerdos taurinos con delectación. Zuloaga conoció y en parte retrató a lo más selecto de la sociedad de su tiempo. Jamás se vanagloriaba de sus amistades de alcurnia y, en cambio, envaneciese de su trato y cameredería con los toreros. Había que insistirle mucho para que nos hablara de sus andanzas por el mundo y respondía inmediatamente cuando se le demandaba algo relacionado con sus estancias en el planeta de los toros, que conocía al dedillo. 
En el cartel Ignacio Zuloaga, que se anunciaba como "El Pintor"
Mi orgullo es haber sido amigo de Ignacio Zuloaga, es haber convivido en su intimidad, que franqueaba a poca gente. En una de nuestras muchas conversaciones salió el nombre del “Buñolero”.
—¡Qué tipo «El Buñolero¡— decía Zuloaga— Fui muy amigo suyo. ¡La de copas que nos hemos tomado juntos! ¡Lo que me divertí con él cuando le hice su retrato el 1901¡ Tenía entonces «El Buñolero» ochenta y dos años. Aún abría el toril de la Plaza de Madrid y aún lo estuvo abriendo dos o tres años más.¡ Qué cara la suya¡ ¡Y que traje de luces el que se ponía para las corridas¡ Un traje con más años que él, de un oro de una tonalidad que daba gloria pintarlo. Para en una taberna de una calle que ya no me  acuerdo cual era, muy cerca de la Puerta del Sol. Allí iba a buscarlo para que viniera a posarme. Le tenía que arrancar a viva fuerza.
—¿Para qué quiere usted retratarme si soy una estantigua? Pinte a una mujer bonita. O si quiere a un torero. Ahí tiene usted al «Algabeño» o a Antonio Fuentes, que tienen buena planta.
—No, señor. Usted tiene mejor planta que ellos.
Y se echaba a reír y decía :  
—Usted está chalao.
Todos los días era preciso convencerle para que si viniera al estudio.  
¡Y qué trabajo luego para que se vistiera de torero¡ Ahora, eso si, en cuanto se vestía se estaba muy quieto. Y ponía una cara muy seria, muy rara.
—No. No. Así no. Natural. Póngase natural.
—¿Pero cómo me voy a poner natural aquí metio en esta habitación vestido de torero? ¿ No comprende que parezco una máscara que se ha escapao del carnaval?
Carlos Albarrán "El Buñolero" por Ignacio Zuloaga
Para evitar que me pusiera aquella cara tan forzada le daba conversación y le preguntaba por los toreros antiguos.
—¿Qué tal era «Cuchares?
—¿«Cuchares»? Muy güen torero. Y un sinvergüenza muy honrao.
—¡Hombre, a ver, explique eso¡
—Pues nada, lo que le digo. Un martingalero que se las sabía todas con los toros. Ningún toro le engañó y él los engañaba a casi todos. ¿Qué salia uno con guasa? El señor Curro lo veía en seguida y a lo primero iba a ver si podía con él trasteándolo con arreglo al arte.¿Que el toro decía que no, que a él le había abierto yo la puerta del toril para que nadie se metiera con él? Pues entonces «Cuchares» tiraba de martingalas , le hacía un lio al toro y otro al público y en cuanto estaban más descuidaos el público y el toro, ¡ allá que te iba el señor Curro y le largaba un mandoble que terminaba con el bicho con una habilidad que le dejaba a usted con la boca abierta.  
Salía un toro noble y bravo y entonces «Cúchares» le toreaba honradamente, en lo que cabe, porque nunca dejaba a un lao las pinturerías y los adornos. Era muy adornista, pero con gracia, porque tenía el salero a carros. ¡Y que vista la suya¡ Apenas le cogieron los toros. A mi me hizo mucha perrerías. No he visto en tantísimos toreros antiguos más tranquilo en el ruedo. Andaba con los toros como si estuviese jugando con sus chiquillos en el patio de su casa. Nunca le vi aperreado ni descompuesto. Les hablaba mucho a los toros, como si talmente fueran personas. A mí me tenia mucho aprecio. En cuanto llegaba al patio de caballos preguntaba por mí. Me llamaba el Carlitos. «¿Donde está el Carlitos? Estará por ahí temblando de miedo.» Y en cuanto me veía me preguntaba: «¿Y el pulso, Carlitos, cómo anda? Te va a temblar la mano cuando descorras el cerrojo.»
«El que tendrá miedo será usted, señor Curro. Yo veo los toros de lejos»
« Pues hoy los vas a ver de cerca, porque te voy a ceder uno para que recuerdes tus buenos tiempos. ¿ A que no lo matas? ». « No, señor, no lo mato porque cuando  me percaté de que no servía pa torero me agarré al cerrojo.» Algunas tardes cuando tenía que descabellar a un toro, me chillaba.
—¡Carlitos, dame la espá de descabellar¡ ¡Anda, deprisa, que si no este marrajo
me va a dar que hacer¡
Y yo le llevaba la espá. Pero él, en lugar de venir a cogerla, no se  separaba de la cara del toro.
—¡Ven acá, Carlitos, que no te va a pasar na, que estoy yo aquí pa hacerte el quite si se fija en tus hechuras¡
Y yo iba con la espá. Y cuando me veía a su lao obligaba al toro a arrancarse  y yo tiraba la espá y salía de naja, como usted supondrá. Y «Cúchares» se reía a más y mejor y el público también.
—¡Trae la espá, Carlitos, que éste ya no se mueve¡
Una tarde que me hizo esta faena dos veces seguidas, a la segunda le dije que le diera la espá unn tío suyo. Y me metí entre barreras. El señor Curro marró el primer descabello, y el segundo y el tercero. A la quinta vez se viene para mi y me dice:
—¿Lo ves, Carlitos? Le has contagiado tu miedo a la espá y por tu culpa me van a dar un aviso.
—Se lo tiene usted muy merecido. Haberle matao de una estocá que es su obligación.
—Hombre, muy bien, me has dao una lección¡ Pero ahora vas a ver tú cómo mata Francisco Arjona Guillén.
Y pide la espá de matar. Y cuadra al toro. El volapié que le atizó aún lo tengo clavao en mi memoria. Es uno de los mejores que he visto en los años que tengo. Cómo sería que le pegaron una ovación de las grandes. Y le tiraron lo menos cuarenta cigarros puros, y cuando terminó de dar la vuelta al ruedo, los reunió y me los regaló.
—Tómalos, Carlitos, tuyos son, que si no hubiera sido por ti en lugar de estos cigarros me hubieran tirado naranjazos pa poner un puesto de frutas.
Cuando se le daba bien una corrida me mandaba a buscar para que cenara con e1l y con la cuadrilla.
—Buena mano has tenido hoy, Carlitos.
—Mi mano siempre es la misma, la de usted es la que varia.
—La mía tampoco. El que varia es el toro. Yo siempre me pongo a son con el toro. Al son que me baila le bailo yo.
El señor Curro era muy orgulloso y presumido, pero yo tenía confianza con él y no me mordía la lengua.
Y me acuerdo que le dije:
— Pues algunas tardes se baila usted un zapateado de canela en rama.
— Qué Carlitos este¡¿ Qué desvergonzao es¡
¡Pobre señor Curro y cómo fue a morir del vómito, allá en La Habana, a donde no debió de ir en jamás porque dinero suficiente había ganado pa retirarse de los toros conun buen pasar. Pero le perdió lo fachendoso que era. Hombre más espléndido no lo he conocido. Ni más caritativo tampoco. Y no podía tener una onza en su bolsillo sin que le entraran ganas de gastárselas en lo que fuera.
Y yo —seguía contando Zuloaga— mientras charlaba le iba pintando tan embelesado en la pintura como en la charla.
   Y por qué no fue usted torero Carlos?
   Por lo que decía el señor Curro, por el maldito miedo que no me dejó, 
—¿Toreó usted mucho?
—¡Quiá, no, señor! Salí en Madrid en unos cuantos novillos de los embolaos a poner banderillas y cada vez se me daba peor, y a poco de cumplir los veinticuatro años, agarrao otra vez a mi oficio de buñolero, un amigo mío, que lo era del empresario de Madrid, al dejar la plaza de torilero el “Ramoncillo”, me dijo que si quería ganarme un jornal abriendo el cerrojo los días de corrida y pegando carteles y repartiéndolos por las tabernas y dije que sí, y aquí me tiene usted con ochenta y dos años a las espaldas sin haber dejao ni tan siquiera una corrida por enfermedad. Tan solono abrí la puerta los días que me duraron dos percances que tuve, dos caricias que me hicieron los toros. Uno saltó la barrera por el lao donde yo estaba y allá que te va «el Buñolero»por el aire al caer me fracturé la clavícula izquierda. Y otro, ¡valiente galán!, ¡condenao animal!; oiga usted, se había echao. Iban a darle la puntilla y va y se me ocurre quitrle las banderiilas. Al primer tirón s levanta y me tira una corná que mire usted la cicatriz, aquí junto a la ceja, que de poco me deja tuerto.
—¿ Y al abrir la puerta no tuvo usted ningún accidente?
—No, señor. Y cuenta que habré abierto la puerta  a más de veinte mil toros.
—Veinte mil toros, Carlitos?
—En pocos me equivoco.
—¡Qué hermosura¡ ¡Cuantos le envidio a usted el haber visto tantísimas corridas y a aquellos toreros de antes¡ Y, además, pensar que usted pudo conocer a Goya. ¿qué año nació usted?
—El 1819.
—¡Ya lo creo¡ Goya murió en 1828.
—¿Goya dice usted? No le he oído de mentar, y me extraña porque he conocido o he oído hablar de todos los toreros desde que la torería existe.
—No. No fue torero. Fue pintor como yo. Mucho mejor que yo, pero toreo o quiso torear y en eso le gané. Como yo no ha toreado ningún pintor en el mundo.
¡Gran don Ignacio¡ ¡Inovidable don Ignacio, torero frustrado y pintor genial, que según él afirmaba, muy convencido, equivocó su arte¡.

El Planeta de los Toros.
Fuente: Semanario gráfico de los toros El Ruedo ,15 de enero de 1959 Nº 760 AÑO XVI.

miércoles, diciembre 04, 2019

ACHO 2019 : EN PODER DE UNA GAVILLA DE TRUHANES


Acho 2019: la temporada más sucia


La Feria Taurina del Señor de los Milagros 2019 ha sido, sin duda alguna, la temporada más sucia. La planificación, organización y ejecución de las corridas de “toros” en Acho la conducen una gavilla de... Pongan ustedes el calificativo que quieran poner. Impresentables que se aprovechan de la buena voluntad de gran parte de la afición que, seguramente con mucho esfuerzo, pasan por taquilla y acuden a los festejos más caros del planeta taurino. Afición mayormente torerista de la que prácticamente se burlan y a la que se les falta al respeto con lo ofrecido en la plaza, con esos paupérrimos espectáculos. La lista de atropellos es larga. Entenderá el lector que la Fiesta, en esta parte del planeta taurino, está por las patas de los caballos en cuanto a la materia prima que es la que dota de EMOCIÓN, el TORO; así que hablar a detalle de lo sucedido en el ruedo de Acho en las 5 corridas del abono es hacerle perder el tiempo al lector.

La lista de las picarescas de la empresa, que rozan lo ilegal (algunas en contubernio con la Municipalidad del Rímac, comuna en cuya jurisdicción queda ubicada la Plaza de Acho) es larga. Desde elegir al títere que presidiría los festejos de toda la temporada y que acá denominamos “Juez de Plaza”, que es amiguete de la empresa (con la consecuente falta de objetividad, festinación de trámites en el reconocimiento del ganado y regalo de orejas al público festivalero) hasta cambiar el Reglamento Taurino cuando ya se había iniciado la venta de los abonos, algo que a todas luces constituye la aplicación retroactiva de una norma legal que en el ordenamiento Constitucional Peruano se encuentra proscrito (y que esperamos que la Contraloría General de la República, el INDECOPI y el Ministerio Público actúen ante las múltiples denuncias que sabemos que ya se están articulando por parte de los aficionados de buena voluntad). También, en la segunda corrida de abono, y presuntamente, ceder ante las exigencias poco toreras de Miguel Ángel Perera para que le cambien la ganadería previamente anunciada e imponer una jauría destartalada por cuyas venas corren sangres de dudosa procedencia, en un baile de corrales inescrupuloso. Y, para cerrar la lista, la presentación anovillada de los “toros” con pitones para la sospecha en diversos festejos del serial.

El colmo de las fechorías de esta gavilla y que, seguramente en ninguna plaza de toros de primera se permitiría, fue haber anunciado a una ganadería de dudosa existencia. Bajo el nombre de San Pablo, en la presentación de los carteles fue anunciada para la tercera corrida del abono (del 17 de noviembre). Al parecer sería ganado barato, cuya procedencia es un auténtico dilema. Una total falta de respeto y burla al aficionado pagante, que es el sostén de la Fiesta. Tenemos conocimiento por buenas fuentes de que ante las denuncias documentadas que han sido presentadas por los aficionados, las autoridades del Estado peruano ya están actuando al respecto.

La empresa gestora, Casa Toreros, ya cuenta con una sanción impuesta por el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (INDECOPI), por haber engañado a la afición limeña haciendo pasar ganado de "La Ventana del Puerto por "Puerto de San Lorenzo".

La parte positiva de toda esta pesadilla es que buena parte de la afición está despertando del letargo y se hace escuchar en sus protestas por los abusos. También empiezan a surgir voces independientes en las redes sociales que denuncian la fiesta circo.
Si los aficionados no exigimos el respeto al TORO, que al fin y al cabo es el respeto a la Fiesta y al aficionado, la situación de Acho todavía puede ser peor y sería permitir que la gavilla acabe con la gallina de los huevos de oro. 

No está de más recordar lo sostenido repetidas veces por nuestro entrañable amigo “Toni” Hernández: "El empresario taurino es el máximo responsable de los fraudes que se puedan cometer en su plaza. Él es el que contrata a los toreros destoreadores con sus condiciones; él es el dueño de los toros que se lidian; y él es el que vende ese producto".

Pocho Paccini Bustos.