EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

lunes, septiembre 30, 2013

TAUROMAQUIA SIN EL TORO


Sobre la defensa de la fiesta de los TOROS

 Pero ¡ay! Cuando el mal llamado toro es un pobre animal bobalicón y estúpido, cuando en ese pobre animal ves al herbívoro y no a la fiera, cuando el bicho está vencido desde que sale del chiquero, cuando el disfrute no se basa en el conocimiento del lidiador que es capaz de sortear con guapeza las tarascadas de la fiera sino en un evanescente y decadente ‘arte’, entonces todas las ayudas son pocas. 
 La tauromaquia sin toro.

El toro se defiende por sí mismo, y no hay ecologista que valga frente a la mezcla de miedo y devoción que produce el toro, pues no hay emoción más auténtica que ver a un hombre burlar las acometidas de una fiera furibunda, en la soledad de la plaza de toros, armado con la levedad de un trapo encarnado(...)
José Ramón Márquez ( Aquí el post completo ) 

domingo, septiembre 29, 2013

EL OCASO DE LA FIESTA


Cuando la temporada taurina 2013 da sus últimos aletazos los negros nubarrones que se cernían al empezar la misma, siguen sin disiparse.
Se conceden los trofeos y los indultos cada vez más injustificadamente, la bravura de los toros y el toro con    "emoción " anda cada vez más distante, todos los toros parecen iguales, pues no se someten a la prueba fundamental  " la suerte de varas ". " A los toros hay que verlos en el caballo ".Esa es la primera piedra de toque de la bravura.
La suerte de varas es muy necesaria pues con ella, bien realizada, se puede definir la bravura del toro, para normalizar la lidia, para aficionar al público hay que picar bien.
Cuando desapareció la lidia, con ella lo hizo el picador. Dejaron de ponerse los toros en suerte ; el público empezó a no soportar a los picadores, y en esa confusión, de la suerte de varas, todos los toros pasaban por el martirio de picarlos mal. Desde entonces se le quitó interés al toro y la corrida ha quedado reducida a la mínima expresión, el toreo de muleta.
La suerte de varas es la que decide si un toro es o no bravo, pretendiendo con ello su evaluación ; estando destinada a graduar la bravura y amoldarla a las condiciones de la lidia.
La bravura se identifica por tanto con la expresión visible de ella, la acometividad ; el animal bravo embiste cualquiera que sea su fortaleza.
Una res con poca fuerza y resistencia pero poseedora de acometividad expresará su bravura hasta el momento en que aquéllas le fallen.
Fuerza y resistencia. La conjunción de ambas produce una resultante que se mide en la suerte de varas.
Tal y como se concibe hoy la suerte de varas hace que un animal criado durante cuatro años, derrame su sangre sobre la arena, sin otorgarle la oportunidad de demostrar su bravura.
La suerte de varas tiene el cometido de disminuir las facultades del toro mediante la pérdida de sangre, que no siendo excesiva, pero sí suficiente para que el toro temple su embestida y se ahorme su cabeza.
Antiguamente, el picador al no tener peto el caballo, tenía que estar muy atento a que el toro no llegara con su cabeza al caballo y para ello tiraba la vara yendo de frente con el caballo, presentando el pecho de éste ofreciendo así el mínimo blanco y tratando de herír delantero, en el morrillo. Hoy con la ventaja del peto, raramente se ve picar en el morrillo, y se hace trasero ocasionando graves lesiones al toro.
En un estudio realizado de 124 puyazos tan sólo 56 lo fueron en lugar oportuno, el morrillo, y los 68 restantes fueron delanteros, traseros o caidos.
Dentro del morrillo del toro los elementos principales son el trapecio el romboides y el ligamento cervical, el morrillo es el lugar en el que tiene que actuar la puya cuando la suerte es realizada con pureza.
Cuando se pica por detrás del morrillo, en las agujas, aumenta considerablemente la posibilidad de afectar espacios intervertebrales, la pleura y a veces el mismo pulmón.
Castigar sin piedad en el primer puyazo como se hace ahora nos deja sin ver muchos toros bravos que salen a las plazas.
A los toros tenían que colocarlos sus matadores correspondientes, a todos sin ningún tipo de excepción, en una raya pintada en la plaza a una distancia prudencial del caballo, desde allí se iniciaría el primer puyazo muy dosificado. En los sucesivos el toro que hubiese pasado con éxito la arrancada al caballo se pondría más lejos. De esta manera el bravo irá al caballo y el manso cantará la gallina y entonces se quedará con el calificativo de manso.
Pero salvaríamos que al bravo no le darían la lidia de ahora de cerrarlo de cualquier manera y masacrarlo en un puyazo privando al espectador de verlo venir galopando hasta el caballo.
Las rayas actuales que dividen los terrenos del toro y el caballo no la tienen en cuenta ni el director de lidia ni el resto de matadores y subalternos, no sirven para nada.
Pero como el aficionado es minoría en la plaza se baja cada vez más el listón de todo, pero la fiesta se encuentra en un punto donde no se le pueden sustraer más cosas.
No hay derecho que al toro bravo y al toro manso se les funda en un puyazo, por igual, pero el público lo acepta cada tarde con resignación y el matador de turno que podría evitarlo con meter su capote y sacarlo del caballo se desentiende y después ya tiene justificación si no llega con brio a la muleta.
Para los que se inician en tauromaquia les detallo la indumentaria del picador .
El sombrero se le llama castoreño y está compuesto por la moña y el barboquejo.
La chaquetilla o chupa, o chaleco, son semejantes a la de los toreros de a pie, siendo más anchas las hombreras por tener una armadura más fuerte y estar reforzadas por las coderas de las mangas y su forro embastado.
En la pierna derecha llevan una polaina de hierro llamada " gregoriana ", lo que defiende los muslos, a la de la pierna derecha se le llama " mona " y a la de la izquierda " monilla ".
La suela de las botas han de ser dobles o tiples algunos usan defensas de hierro.
La calzona de algodón lleva varios botones plateados en cada pierna.
Actualmente se pican los toros inutilizándolos para la lidia barrenando, reincidiendo en el puyazo buscando el agujero anterior, pican a toro parado y lo peor siempre tapando la salida injustificadamente.
Si se picara en el morrillo o a lo más en el borde posterior del mismo, zona rica en vasos que hacen desangrar y descongestionar al sistema vascular, muy recargado en esos momentos por la dureza de la lucha, el toro se recuperaría con ello, y seguiría la lidia en mejores condiciones.
¡ Señores aficionados ! :
¿ Tenemos que recuperar la suerte de varas ?.
Al hacerlo nos dariamos cuenta del poco caudal de bravura que alberga nuestra cabaña brava actual, y sin querer obligaría a los ganaderos a seleccionar sus ganaderías con vistas a la suerte de varas pues tendrían que pasar un duro examen en cada festejo.

Fuente: http://coquillascifuentes.blogspot.com

martes, septiembre 24, 2013

BELMONTE Y SU VENIDA A LIMA: AÑO 1917


  • LA NAVE DE LOS LOCOS
  • LIMA CIUDAD ANDALUZA
  • LA MACHACUITA
  • EL AMOR Y EL ARTE
Belmonte en Lima 03 001

Fuente: Juan Belmonte, matador de toros. Manuel Chaves Nogales. Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, Año 1938. pp 238 -245.

martes, septiembre 10, 2013

LOS PILARES DE LA FIESTA


ESTAMPA

 Según dictan la tradición y la ortodoxia académica, la fiesta de los toros se ha sostenido desde hace muchos años en tres pilares básicos: ganaderos, toreros y aficionados. A lo largo de su histo- ria el equilibrio al que se han visto obligados a mantener cada uno de estos estamentos ha ido variando en sus empujes y pre- siones, pero siempre unos u otros han hecho lo posible para que la fuerza de cada uno hacia la defensa de sus intereses se viera más o menos compensado con la capacidad de aguante de los demás. Dicho de otra forma y en el terreno práctico, los toreros, una vez que escalaban puestos y se decían figuras, procuraban lidiar el ganado más fácil y cómodo para mitigar riesgos, lo que obligaba a ciertos ganaderos que se dejaban manipular a bajar el listón de la casta y ello motivaba el rechazo de aficionados que en las plazas exigían y denunciaban con sus protestas el juego de intereses que iba desvalorizando la fiesta.

A pesar de ello, y para compensar fuerzas y así poderse mante- ner la fiesta auténtica, todavía hasta hace unos años, la presión de los aficionados era un contrapeso importante a la hora de con- feccionar los carteles, tanto es así que las figuras, conscientes del poder de la afición exigente y de los ganaderos íntegros, se veían obligadas a hacer algún gesto importante ante toros de los menos comerciales, es decir, serios y encastados, con lo que mantenían su prestigio y lo más importante, el respeto de la afición. Toreros mandones sabían ponerse en su sitio y en Madrid, Bilbao y pla- zas importantes, solían dar un aldabonazo para ser respetados a lo largo de la temporada. Ordóñez, Camino, El Viti, por citar algu- nos no muy antiguos, mantenían el equilibrio de fuerzas para no acabar con la fiesta, pues eran conscientes del sentido heroico y épico que está en la raíz del espectáculo. Privar a las corridas de toros de su esencia era convertirlas en entretenimientos llenos de plástica, colorido y pases, que no toreo, para pasar un rato de domingo sin emoción y riesgo; algo que poco a poco fue calan- do en el ánimo de los toreros que vieron el camino fácil de las ganancias. Por si esto fuera poco, la llegada del boom económi- co trajo al mundillo ganadero un grupo de advenedizos inverso- res sin tradición ni verdadera afición que rompió casi por com- pleto el equilibrio de fuerzas. Movidos por el ansia de figurar y ganar dinero, se dejaron embaucar por veedores, apoderados y empresarios para criar el toro comercial que ayudara al triunfo fácil de las figuras, verdaderos dictadores de la fiesta y lograr pin- gües beneficios a las empresas.
¿Y la afición? Lamentablemente debemos reconocer que aunque gozó de gran importancia en otros tiempos, hoy vive un debilita- miento preocupante y es notoria su falta de contrapeso pues, aun- que sigamos protestando unos pocos, en este proceso se ha ido aburriendo y alejando de las plazas, harta de sentirse demoniza- da por la prensa y los críticos y de escuchar el discurso del tau- rinismo, falso y contradictorio en su esencia: “... comprenderán que el público quiere ver triunfos y orejas y con los toros que uds. quieren... las figuras se niegan a venir”. Argumento “de peso” que deja en muy mal lugar a la torería y la profesionalidad de quie- nes se llaman figuras y que sólo ha tenido como resultado la cri- sis profunda que vive la fiesta.
Por ello, considero llegado el momento de dar un paso adelante para restaurar el orden lógico que ha permitido mantener la his-
toria de la Tauromaquia por el camino de la verdad y el rigor. Recuperar los viejos valores y el respeto mutuo entre los tres esta- mentos es un medio fundamental para lograrlo. Los toreros no pueden dar la espalda al riesgo de forma permanente, deben vol- ver a la competencia en los carteles, torear todo tipo de encas- tes y respetar a la afición que es en definitiva quien sostiene con su dinero el espectáculo; en los momentos actuales la fiesta debe defenderse sola pues la etapa de dinero público y las subvencio- nes han terminado. Por eso, quiero felicitar a Alejandro Talavante que es el único torero que sí ha demostrado hacer un gesto en este San Isidro encerrándose con los Victorinos. Hechos así ani- man a los aficionados y engrandecen la fiesta.
Los ganaderos, a pesar de los malos momentos que están vivien- do, deben mantenerse firmes en defender la casta de sus toros y no plegarse a los intereses espúreos de las figuras y su entorno; es difícil en estos tiempos pero la crisis y el desinterés está echan- do del campo bravo a los advenedizos; espero que esta selección natural devuelva el prestigio al mundo ganadero y salgan a flote aquellos que de verdad mandan en sus casas y han mantenido sus reses contra los vientos y las mareas del dinero y triunfo fácil.
Los aficionados debemos seguir luchando por defender la fiesta de verdad. Es muy difícil, pero hay que intentar recuperar el pres- tigio que siempre tuvo en las plazas importantes. En Las Ventas, la voz de los sectores críticos era respetada y tenida en cuenta por la crítica y los profesionales. Pero hoy somos incómodos; nos han intentado callar, ridiculizar, culpabilizar de todos los males... pero es igual. En estos momentos tan críticos sólo recuperando el equilibrio entre los protagonistas, volviendo la afición a ser “el respetable público” se logrará dar sentido a la fiesta.
El torero a torear con verdad, el ganadero a criar el toro encas- tado y el aficionado exigiendo que uno y otro cumplan su papel en la fiesta ¿Utopía? No, pues cuando eso fue así la Tauromaquia siempre fue grande.
Yolanda Fernández Fernández-Cuesta
Aficionada y miembro de la Asociación El Toro de Madrid.

FUENTE: La Voz de la Afición. Nº 42, mayo de 2013. p. 16. Boletín de la Asociación El Toro de Madrid.
http://www.eltoro.org/boletines/boletin42.pdf

domingo, septiembre 08, 2013

EVOLUCIÓN, DESTRUCCIÓN, ¿DEGRADACIÓN?

La Falta de respeto total al TORO, ergo a la FIESTA.

                                                     

"¡Anda que los taurinos no tienen sobado eso de la evolución del toreo con el sólido argumento de adaptarse a los gustos del público! En cuanto ven que la cosa se pone un poco dura no dudan en hacer la carioca dialéctica y te sueltan que hay que evolucionar y no agarrarse al pasado; pero que se agarren, que se agarren, que cuando menos se lo esperen se les escapa el madero y se quedan a la deriva en medio del océano, mientras la Fiesta busca el fondo del mar para dormir el sueño de los justos para siempre. Que no quiere decir que desaparezca de la faz de la tierra esto de las corridas de toros, pero ese show no será ya el Toreo, tal y como lo conciben los escasos aficionados que quedan; eso será un atractivo turístico más para los japoneses, en el que no habrá ya ni toros, ni toreros, quizá sean un grupo tragicómico que lo mismo represente torneos medievales, que haga una demostración de cómo se pisaba la uva en el lagar o cómo se mataba al cerdo para hacer chorizos. Y luego, que me expliquen eso de la evolución.

Si entendemos la evolución tal y como estos señores la conciben, el “Homo erectus” nunca habría devenido en el hombre tal y como es ahora, igual se parecería más a un monigote del Inocente, Inocente, con su cordoncito en la cabeza y todo ¿Quizá no se ajusta más a este concepto la idea de progreso, de mejora, de perfeccionamiento, pero sin perder la esencia o en caso contrario, porque ésta sea arrinconada por un ser o un elemento con mayores capacidades? Que no creo yo que los señores taurinos no hayan reflexionado sobre esto de la evolución, pero igual no lo han hecho lo suficiente o a lo mejor, solo a lo mejor, lo hicieron después de una sobredosis de kalimocho, aprovechando el vino que a la abuela le sobró un día que hizo albóndigas.

Resulta que un día llegaron nuestros mayores, ya viendo que les llegaba el relevo y decidieron entregarnos las llaves de la Fiesta para que las guardáramos en lugar seguro, con el encargo de conservar ese tesoro que a su vez ellos habían recibido de los que les precedieron y que con mucho esfuerzo y afición fueron haciendo cada vez más importante. Había cofres llenos de casta, de valor, bravura, la suerte de varas, el toreo de capote, la lidia con recursos para aplacar al más levantisco de los astados, torería, orgullo...y se empeñaron en llenar hasta arriba el del arte, luego el del dominio de la res, el de la crianza y la selección, hasta hacerse con una inconmensurable fortuna. Pero como la estupidez humana no tiene fin, no se preocuparon cuando vieron que los niños jugaban con las llaves, se las tiraban unos a otros, entraban en la cámara del tesoro y jugueteaban por allí sin cuidado, lo tocaban todo, lo desordenaban y hasta eligieron aquel lugar sagrado como el sitio donde hacer los botellones del fin de semana.

Qué necios estos mocitos, muy ilustrados, porque el que más y el que menos ya se había echado a la cara sus lecturas correspondientes que les permitieran pasar por eruditos, pero les faltaba la esencia, los fundamentos, el por qué de todo esto; y lo tenían delante de ellos, se sentaban encima de toda la historia del toreo, del toro, de los grandes matadores de toros, pero no se enteraban, la soberbia no les permitía ver más allá de su desorbitado ego. Como era tanto lo que allí habían acumulado tantos años de grandeza, casi no podían dar un paso sin ro ezar y caer de morros en la ignorancia. Había que buscar una solución, esto no podía seguir así. Y decidieron que aquello tenía que evolucionar, qué gran idea, sabia decisión. Alguien podrá pensar que empezaron por organizarlo todo, por ver lo que estaba en buen estado para colocarlo en un sitio mejor, lo que habían deteriorado los años se arreglaría con mimo para ponerlo en su sitio, porque siempre puede haber suertes que caen en desuso o ganaderías que tienen un bajón y que necesitan algo más que un lavado de cara. Pero ya se sabe que muchos entienden organizar por limpiar lo que creen que ya no vale y que confunden la evolución con la mutilación de miembros que su entendimiento no les permite descubrir para qué sirven.

Y los taurinos se pusieron a evolucionar la Fiesta y empezaron a tirar a la basura la suerte de varas, los quites, el toreo de capote, la variedad, la emoción, la casta y con ello se marchó la lidia, la verdad y el toreo eterno. Pensaban haberse quedado con lo imprescindible, pero no; en tal evolución desecharon precisamente lo imprescindible. Esa incurable ignorancia que siempre acompaña a la soberbia. Pero aún no estaban satisfechos, había que evolucionar más; tomaron los cofres en los que se podía leer la palabra “TORO” y excepto uno de ellos, el que menos pesaba y menos ocupaba, los tiraron a la hoguera de la vergüenza uno por uno, haciendo que desaparecieran hierros y encastes en los que se basaba esa variedad que impone el toro de lidia ¿Era eso la evolución? Aparecieron entonces algunos de los viejos aficionados y sus discípulos más allegados y les quisieron hacer ver el grado de infamia de la supuesta evolución. Habían dejado a la Fiesta de los toros en cueros, famélica y luchando por sobrevivir. Casi por casualidad se habían salvado de la quema un poco de casta aquí, unas gotas allí, pero que probablemente no valdrían para la regeneración de esta. El toro íntegro casi era una caricatura de lo que fue y la afición, la seriedad de las plazas de primera, la lidia y el concepto del toreo clásico. Tal era la degradación que no parecía posible reparar los daños. A esto nos había llevado su “evolución”, a una terrible degradación de la Fiesta, que si nadie lo remedia, acabará en la desaparición de un arte, un rito, una forma de entender la vida, en la que el torero vencía a la muerte y el toro se encumbraba como la máxima divinidad del toreo, otorgando a quien lo mereciese la gloria de haberle podido en una lucha entre la belleza, la naturalidad y la elegancia, contra la fiereza, la bravura y la casta, que embrujaba a todo el que lo había contemplado, haciendo que recorriera las plazas del mundo para volver a vivir semejante encantamiento. No evolucionemos más, no vaya a ser que lleguemos demasiado rápido a la destrucción."
Enrique Martín
Aficionado de la Grada del 6

FUENTE: La Voz de la Afición. Nº 42, mayo de 2013. p. 14. Boletín de la Asociación El Toro de Madrid.

¿CUÁL ES EL TORO?


A quien esto escribe, igual que a cualquier buen aficionado, le gusta visitar al toro en su hábital natural, en la dehesa, donde su belleza es un caleidoscopio de colores que conforman su entorno y donde todos los sentidos se convierten en un observatorio a través del que analizamos, predecimos, censuramos o alabamos lo que está en el primer plano de esa pintura natural ¡el toro!. Nuestra retina se convierte en una cámara fotográfica, cuyas imágenes las mantendremos en el álbum personal que todos guardamos... Y pensamos. ¿es posible que esta escultura de la naturaleza, que es el toro, pueda caer en manos de quien no la sepa entender, modelar o respetar?.
En estas visitas, podemos conocer, si nos es posible, desde el nacimiento del animal hasta su embarque para ser lidiado, todo ello precedido del ritual de la selección y en general de las labores que conforman el devenir vital de su crianza. Entiendo, aunque no comparta, que haya visitantes que no conciban que aquellos animales que forman parte de una estampa irrepetible tengan una vida tan efímera. Dentro de nuestro deseo por aprender preguntamos y repreguntamos al ganadero, mayoral o quien se nos ponga a nuez o alcance. Sus explicaciones son consideradas artículos de fe, con la admiración hacia quienes siempre nos anteponen su vocación o descendencia más o menos ancestral en la conservación de esta especia única e irrepetible.
Una vez finalizada la visita y considerando la amabilidad con que generalmente eres tratado, pero ya con una perspectiva más o menos lejana comienzan mis reflexiones:
  1. 1a)  ¿Coincide el toro que he visto en el campo, con las características zootécnicas del encaste considerado como el que se nos quiere presentar? Difícil de explicar, puesto que si se realiza- ron en su momento cruzamientos pueden quedar reminiscencias fenotípicas de otras sangres. Tampoco, caso de que la descendencia sea pura se observa con claridad, ya que la selección del ganadero puede haber desvirtuado sus orígenes fundacionales.
  2. 2a)  ¿El toro que he visto en la dehesa es el mismo que después sale al ruedo? ¡Generalmente no! Me explico: quienes tenemos cien o interés, hemos tomado nota fotográfica, visual o mecánica, de aquella corrida apartada para su lidia, de la que el ganare o nos dio referencia de su genealogía y notas personales. Pero a su salida al ruedo, no sin cierta incredulidad, cotejamos con nuestros apuntes y muchas veces “el parecido con la realidad es pura coincidencia” ¿Qué ha pasado?. Se nos ha dicho siempre que gran parte es consecuencia del embarque, traslado y stress acumulado en el los chiqueros. A veces, que no está rematado, recurso que suele ocultar la realidad de su fenotipo. Admitiendo como ciertas y determinantes estas consideraciones, me pregunto: ¿Cuál es el toro del ganadero, aquél o éste?
  3. 3a)  ¿Por qué se producen estos comportamientos extraños? ¿No tendrán que ver en muchas ocasiones con los experimentos sanguíneos que los ganaderos, en su afán de innovación, realizan con estirpes que, a priori, son incompatibles.
  4. 4a)  Los veedores que fueron a apartar la corrida ¿no podían prever que aquella que, teóricamente, era la ideal posiblemente llegaría a ser la que los veterinarios rechazarían en su totalidad o en parte 0 que los aficionados no pudieran aceptar? ¿Qué responsabilidad les incumbe como expertos o qué responsabilidad ética si es que hayan podido ser mediatizados por otros sectores cercanos a la hora de su elección?.
    5a)  Es incuestionable que cuando vemos una corrida en el campo, sólo podemos apreciar de ella su aspecto externo y ciertos rasgos que nos induzcan a pensar que puede o no valer para ser lidiada en la plaza a que va destinada, pero hay ocasiones en que no se puede disculpar al ganadero que no haya sabido analizar sus características durante el discurrir de sus tres, cuatro o cinco años, que han debido de ser observadas en los mínimos detalles que declaren sus intenciones, aunque en un limitado porcentaje puedan errar. Me permito discrepar, en muchas ocasiones, con las explicaciones que nos aportan los criadores o conocedores, porque son de dudosa credibilidad.
    6a)  Gran parte de ganaderos y/o mayorales toman notas durante la corrida, para analizar a posteriori lo que haya podido suceder con su comportamiento en el ruedo, pero ¿no es menos cierto que esta toma de datos la debieron de hacer en el momento de la selección? Ahora es tarde y no creo que tenga mucho remedio para venideras generaciones.
    7a)  Cierto es que hay ganaderos que tienen una línea marcada en cuanto a la selección, alimentación y saneamiento, trinomio fundamental, y que, además, recurriendo a su devenir por rea- tas y notas tienen un porcentaje alto de aciertos, consideran- do que es imposible obtener la nota máxima, pero sí mantienen una regularidad que demuestra que esa pauta a seguir es la acertada, aunque al aficionado le guste más o menos el comportamiento de esos animales, en su forma o en su fondo. Estas ganaderías han sufrido idénticas vicisitudes que apunto en el segundo apartado ¿Cuál es, entonces, la lógica? ¿La de los criadores que recurren al victimismo o la de quienes preparan sus toros para que puedan superar los contratiempos lógicos? ¿Por qué existen ganaderos que no siguen esa pauta? La que a su vez a sus antepasados en su momento sirvió para hacer históricas a ganaderías que fueron legendarias y que en la actualidad son ejemplos para no imitar. Con este batiburrillo de ideas, que requeriría de más espacio para matizar, pretendo hacer constar que existen ganaderías que el toro de su dehesa es reconocible con el que se lidia y corresponde a las características de su encaste. Evidentemente son las menos y en la mente del aficionado está a cuáles nos referimos.
    En resumen, quien esto escribe seguirá visitando las ganaderías que me sea posible, pero lo haré bajo el punto de vista bucólico y observador, cuidándome de pensar que aquello que vi sea, generalicen e, la realidad de lo que algún día presenciaré en el ruedo.


    EL TORO NO TIENE LA CULPA.

    ES COMO UN NIÑO QUE HA SIDO BIEN O MAL CRIADO

    Eustorgio Gonzalo García de Castro
    Aficionado y miembro de la Asociación El Toro de Madrid .
    Fuente: LA VOZ DE LA AFICIÓN Número 42 / Mayo de 2013. Página 12. 
    Boletín de la Asociación El Toro de Madrid.
    http://www.eltoro.org/boletines/boletin42.pdf