EJECUCIÓN CORRECTA DE LA SUERTE SUPREMA
"A Fernando Lozano, en la última corrida de la temporada de Cartagena de Indias (Colombia) del año 1.989, no le dieron el trofeo a 1a mejor estocada, que bien se merecía, muy a pesar de haber entrado a matar a su primer toro, centrado y por derecho. Así lo pude corroborar, además de haber seguido en detalle su ejecutoria, al cerciorarme que la cruceta de la espada se mostraba perpendicular a la columna vertebral del toro y paralela a la arena (no rotada ni horizontal ni perpendicularmente), lo que acontece (rotación en ambos planos) por la posición forzada en la que queda la muñeca, cuando el matador, para minimizar el riesgo (aliviarse), se sale de la suerte, bordeando el pitón derecho del toro, antes de meter la espada en las carnes del toro.
De ahí que el plano donde queda alojado el estoque no quede paralelo al plano donde se encuentra situada la columna vertebral (ambos planos perpendiculares a la arena), sino que se cruzan formando un ángulo de unos treinta grados entre el uno y el otro; razón por lo cual, en algunos casos, la punta del estoque termina aflorando feamente por el costillar izquierdo del toro.
Retomando nuevamente el tema de la estocada de Fernando Lozano, además de sepultar totalmente el estoque, este se veía en todo lo alto, en la cruz, o sea, para este caso, al lado izquierdo de la intersección que forma la columna vertebral y la línea que secciona los omóplatos del toro, que es donde el torero expone más por encontrarse más lejos del pitón de salida, el derecho del toro.
La inclinación del acero también era la adecuada, unos cuarenta y cinco grados respecto a la horizontal. Pero, aunque el toro tardo un poco en caer, quizás porque el acero no seccionó en buena medida la aorta posterior, la suerte suprema, no me cabía la menor duda, se había ejecutado conforme a los cánones establecidos para el caso.
Sin embargo, había un detalle inusitado que me creaba cierta confusión en lo que a la correcta colocación del estoque se refiere: La cruceta, que se mantenía horizontal (no rotada en los planos antes reseñados), cuando el toro se encontraba en reposo y con las manos igualadas, semigiraba unos veinte grados a uno y a otro lado del plano horizontal, dando la sensación, que la empuñadura (cruceta y pomo), se encontraba suspendida en un medio gelatinosa que la hacia flotar, cuando el toro, en su agonía, pesadamente se desplazaba por la arena.
Era como si la espada en vez de encontrarse rodeada por un medio consistente, lo estuviera en un medio gelatinoso, en el que el acero podía semigirar con cierta holgura. A pesar de esta confusión, algo que tan solo había podido observar con anterioridad en dos ocasiones más, esos semigiros armoniosos y paulatinos de la cruceta, que antes que nada, irradiaban un enigmático resplandor de belleza, me daban la impresión de que con ello quisiera ratificarme, que sí, que la espada estaba correctamente colocada.
Pero, como comprobarlo, si sobre esto no había leído ni escuchado nada, siendo esta faceta, precisamente, lo que más me confundía; en especial, cuando todo lo que se relaciona con la verdadera estocada cualquiera que se lo proponga podrá encontrarlo un poco aquí o un poco allá, en este o en aquel libro.
Bueno, después de mucho reflexionar e investigar por mi cuenta sobre el asunto, por fin pude descifrar el enigma: En verdad, el estoque había quedado correctamente colocado, y la clave la daba, además de vérsele en su sitio, esos semigiros suaves y gelatinosos de la cruceta que se sucedían en los desplazamientos agónicos del toro.
El acero cuando queda colocado de acuerdo a las reglas establecidas, asumiendo que estas ya se cumplieron en la ejecución de la suerte, debe dejarse en el "hoyo de las agujas" o intersticio de los omóplatos, que es el espacio que forman la tercera y la cuarta costilla o la cuarta y la quinta, con uno de los omóplatos antes mencionados y la columna vertebral, ya sea al lado izquierdo, ya sea al lado derecho de toro.
Cuando la espada queda sepultada en uno de estos cuatro sitios, con la cruceta en la posición horizontal de reposo, como la parte más ancha de la hoja del estoque, por construcción está obligada a quedar, como la cruceta, en la misma dirección (horizontal a la arena), en la medida en que el toro se desplaza, la rotación que imprime el omóplato, paulatinamente cerrará y abrirá el intersticio correspondiente, lo que forzará a la espada, por la presión ejercida por esta parte ósea contra la hoja y esta contra la columna, a semigirar, a no ser que sea una estocada baja, en la que el estoque quede colocado entre el omoplato en mención y la parte exterior de las costillas del toro (Rincón de Ordóñez), que en caso de presentarse los semigiros anotados, no crearían el mismo efecto emocional ya descrito.
Y del movimiento gelatinoso ¿Que podría decirse?
Este se presenta cuando la espada en vez de quedar rodeada por músculos (cuello y otros), es soportada (caso de quedar localizada en uno de los cuatro intersticios ya reseñados) por las partes blandas del cuerpo del toro, como son el morrillo, los pulmones, que no deben ser perforados (estocada defectuosa que produce hemorragia bucal), y el paquete intestinal, entre otros órganos de similar consistencia. Lo que podría explicar la sensación de flotar de la empuñadura del estoque antes descrita.
Resumiendo, si el espada entra a matar centrado y por derecho ante la cara del toro, la cruceta debe quedar horizontal (sin rotar en ninguno de los dos planos referidos), a no ser que al rozar en hueso, esta sea desviada, o ya sea que el matador a propósito la haga girar a fin de acentuar el daño al toro, lo que seria un truco inadmisible. Pero, si además esta ha quedado en el lugar correcto, todo lo alto, la conclusión a la que se puede llegar, es que la cruceta semigirará en el plano horizontal, en la medida en que el toro, antes de que doble definitivamente sobre la arena, se desplace agónico por el ruedo.