"Los principiantes copian a los toreros famosos. Hay ahora muy poco donde copiar lo bueno. En cambio, hay muchas figuras del toreo que torean rematadamente mal. Porque ponerse de perfil, dejar la pierna contraria atrasada y meter el pico de la muleta no puede llamarse torear. Eso es torear a medias. Abusar de la trampa por falta de vergüenza artística para afrontar el riesgo puede admitirse en una tarde de desgana, pero jamás como norma cotidiana en la carrera de un torero.
Este derechazo podrían firmarlo hoy El Juli, Roca Rey, Perera, Castella, Manzanares.... |
Roca Rey atropellando las reglas del buen torear para degenerar en una antiestética ventaja. |
Porque lo importante no es "llevar los toros", ¡sino "traerlos"! Por mucho mérito que quieran concederle a "llevarlos" lejos, no debemos olvidar que cuando un torero se coloca cerca y está sin "adelantar" la muleta acaba de robarle al pase la parte más difícil y más meritoria. Porque la gran verdad del derechazo o el natural consiste en "dejarse ver" y esto hay que hacerlo citando con holgura, cuanto más lejos mayor mérito. Entonces, cuando el toro se arranca limpio, hay que adelantar la muleta y "traerlo". Esos dos metros que separan al toro de las piernas del torero hay que "recorrerlos" con mando cabal y con riesgo constante, porque al adelantar la pierna contraria quedan las ingles a merced del pitón. Y entonces surge la entrega grandiosa del valor al servicio del arte.
Desde el momento que se pone la cadera casi en la pala y sale el "arvo" del brazo (prolongado por el pico de la muleta oblicua) a recoger la embestida, el pase, por muy largo que sea, será sólo un medio pase al que deliberadamente se le ha escamoteado todo el peligro de aguantar y someter al toro cuando el diestro le enseña el medio pechó en vez de la cadera.
Yo no dudo en calificar el derechazo perfilero como el "pase de la alevosía", porque la alevosía es una agravante (¡vaya "perra jurídica" que he cogido últimamente!) en la que el delincuente trata de asegurar la agresión eludiendo toda posible defensa del agredido. Cuando el torero cita desde la pala del pitón o desde la tabla del cuello, me recuerda al individuo que se esconde detrás de una puerta para apuñalar a su víctima. Porque eso es el "pase perfilero": una puñalada alevosa a la verdad monda y lironda de dar el pecho y respetar las distancias. El torero perfilero se esconde "detrás del viaje" quedando fuera de la jurisdicción agresiva del toro.
Ya dije que estos dos pases pertenecen a un principiante. No voy a ocultar el nombre porque junto a la censura vendía el elogio: Andrés Duque, químico metalúrgico en ciernes, que deja los libros para vestirse de luces. Estas dos fotografías corresponden a su segunda novillada vestido de luces en la Plaza de Bilbao. Andrés Duque, aprendiz de figura, aparece en una copiando a las figuras taquilleras, es decir, dando el "pase de la alevosía", pero en la otra está toreando: al menos lo intenta. En ese otro derechazo de la foto pequeña, el muchacho apunta el toreo verdadero. El novillo se arrancó fuerte y lo lleva toreado en el centro de la muleta y además hay clasicismo en la figura. Hay armonía de piernas con la derecha adelantada y el talón izquierdo levemente levantado. Es un derechazo que para firmarlo un gran torero sólo le falta estar un poco más de frente, pero por algo se empieza. (....)" (El énfasis es nuestro).
Pablo Aguado, el día que destronó al supuesto mesías del toreo: Roca Rey |
Alfonso NAVALÓN
Fuente: Columna "Cara y Cruz" del Semanario gráfico de los toros El Ruedo. Nº 1071. Madrid, 29 diciembre 1964. AÑO XXI.
Eso de traerlos y dar muletazos con hondura los hace pasar miedo a las ´´figuras´´ y por ello no lo llevan a cabo.Los buenos toreros no emplean ventajas.
ResponderEliminarLo que abunda en las faenas actuales es lo accesorio y la falta de ligazón.
D.C.