Todos recuerdan aquella famosa fotografía de Manolete dando un derechazo en Barcelona con la vista puesta en los tendidos. Allí arrancó una nueva época del toreo que no se distingue precisamente por su honestidad. Algo muy importante estaba fallando para que el torero despreciara al enemigo y paseara la mirada por los tendidos. Y ese algo era el toro.
-En aquella época había verdadera crisis de ganado y la autoridad toleraba que se lidiara lo que en realidad teníamos, ganado mal alimentado y sin fuerzas. Aquel toro de Barcelona, era mío y se había quedado enano, por eso Manolete, para darle más emoción, le quitó importancia. Fue una pena, porque era bravísimo y de su nobleza da fe la forma de meter la cabeza en la muleta. A este toro le han salido muchos padres, se lo adjudican muchos ganaderos, pero aquí está la firma de Manolete dando fe de todo.
Y dice así la dedicatoria:
“ A mi amigo Vicente Charro como recuerdo de su bravo toro de Barcelona. Con abrazo de Manuel Rodríguez.”
Resulta que a los pocos días vi en casa de Galache varias fotos de Manolete mirando el tendido con los toros de Galache.
Todo esto sólo tiene un simple interés anecdótico, como la visita a Llen de Manolete, que despreciando los ricos tacos de jamón, se dedicó a terminar una fuente de obleas que tenía delante sin prestar la menor atención a la charla que sostenían Camará y el ganadero.
Y aquí termina la semblanza de don Vicente Charro Murga, ganadero de enorme afición, padre de 15 hijos y garrochista partido en dos por un toro que iba a matar a un niño.
Fuente: Viaje a los toros del sol. Alfonso Navalón. Alianza Editorial. Madrid, 2005. p.p. 84-85.
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