"LA MEDIDA DE LA CASTA.- ...No hay otra fórmula conocida que la pelea del toro en el caballo. Ahí en el patio de caballos, tenemos la auténtica medida de la casta: el caballo y el brazo del picador."
LIBROS DE GANADERÍA : LAS NOTAS Y LAS TIENTAS
"Ya hemos hablado
varias veces de la importancia que tienen los libros en las ganaderías de
bravo, cuando se llevan con rigor y
sinceridad.
En los libros está la historia de la ganadería
con todos sus por menores, y si éstos son fidedignos el ganadero encontrará
allí en cualquier momento la solución a los problemas de genética o bravura
que pueden planteársele. Si las circunstancias aconsejan postergar la bravura
en beneficio de la suavidad "comercial" bastará con repasar el
historial de las vacas que se mantengan en una linea “dulce” y usarlas como
base, sacando de ellas los sementales que han de marcar la nueva línea.
Por el contrario, si la ganadería está
“apagada” y el mal juego de los toros en el caballo o su reservonería en la
muleta necesitan un refresco de sangre brava, el ganadero encontrará en los “libros”
las vacas de buena nota con el caballo qué, a su vez, dieron toros de sobresaliente
pelea en el tercio de varas. Entonces buscará en esta "reserva de casta”
que debe haber en todas las dehesas, esa sangre "alegre” que necesita para
que sus toros no salgan mansos o deslucidos.
¿Pero se llevan todos los libros con sinceridad?
¿Se hacen las tientas con rigor? ¿Se le pone nota de brava a la vaca que
realmente lo es? ¿Se desecha sin sentimentalismos?
Ahí está el secreto. Y ahí también la
paradoja de que muchos libros no son el auténtico historial de un hierro, sino
una versión apasionada del ganadero que sin darse cuenta tira piedras a su propio
tejado. Porque cuando en el capítulo de vacas aprobadas se da asiento a una
que no fue brava más que para la visión apasionada el ganadero (influido por
lo que se divirtió el torero en la tienta), ese asiento acarreará una
herencia degenerada, que puede, a la larga, variar las características si con
las demás hembras se sigue este criterio. Porque muchos piensan que al dejar
para madre a una vaca mediana con el caballo y superior con la muleta, sus
hijos sacarán necesariamente estas características. Y esto no deja de ser una
alegre aventura, porque son muchos los casos en que el hijo hereda
únicamente todo lo malo que hizo en varas su madre y absolutamente nada del
buen juego que dio para el torero.
Vamos a citar dos ejemplos de tentaderos
opuestos: En una ganadería cercana a Madrid vimos hace dos años tentar ocho
éralas, de las que dos salieron mansas y seis fueron al caballo desde largo y
cuantas veces las pusieron, pero sin recargar en el peto. Para el torero
acusaron el mismo tono. Cuando el ganadero hubo cerrado la libreta le pregunté
cuántas había aprobado. ¡ Ninguna!—me contestó-—: "Las seis que
parecieron buenas tuvieron falta de fijeza".
El ganadero en este caso se dio perfecta cuenta
de la trayectoria excesivamente suave que llevaba y de haber dejado para criar
a las seis vacas bravas, pero distraídas, es posible que a la larga sus toros dejaran
de ser suaves para heredar de esa falta de fijeza y la acometividad de las
madres, un revoltijo que acabaría necesariamente en la mansedumbre peligrosa,
cien veces más comprometida para el torero que la casta, palabra temida.
En otro tentadero de una divisa postinera, casi
siempre “de moda”, salieron, entre cinco vacas, tres de las llamadas
“indefinidas”, cumplidoras con el caballo y el torero, pero sin apuntar
cualidades ni defectos sobresaliantes. Hubo luego o t r a extraordinariamente
brava y codiciosa para la puya y la muleta, que a duras penas pudo sacársela
de la plaza, y finalmente otra que cobardeó en el caballo, sin tomar en regla
un solo puyazo, pero de excepcional bondad para el torero, aceptando más de
cien muletazos sin hacer un extraño.
El ganadero únicamente aprobó esta última y
cuando se le preguntaron sus argumentos para desechar la vaca bravísima,
contestó:
“—¡Imagínense
que sale así un toro en la plazal ¿Quién puede con él? ¡Si un hijo de esta
vaca le toca a una figura, lo trae de cabeza y no vuelve a vender una corri-
da!...”
¿Cómo se tomaron las notas en los libros? Ahí
tienen nuestros lectores dos
ejemplos típicos de maneras de tentar. Una, para el ganadero, y otra, para
servir al torero. Una, con rigor, y otra, con vistas al negoció. ¿Qué
razones haría constar el segundo criador en el historial de la vaca brava que
fue al matadero y de la mansa que quedó para simiente? ¿Sería capaz de poner
la “M” fatídica a la que fue superior, o la “S” de honor a la que mereció una
“M” en el caballo?
Sobre esto se puede contar una anécdota que
ocurrió el pasado año hojeando el libro de un ganadero amigo, donde hacía
dos años me correspondió en la tienta una érala que fue berreona con el caballo,
saliendo siempre suelta y muy suave para la muleta. Por curiosidad busqué en las
notas del libro de tienta y encontré: “Pitillera”, número 59; “seis puyazos buenos
y superior para el torero”. Nada se decía allí de todas las cosas feas que
hizo en su examen de bravura. Así, si un día esta vacada cambiara de dueño,
el nuevo ganadero encontraría a “Pitillera” calificada con “B” en el caballo y
“S” en la muleta. Datos inexactos que podían inducirlo, por ejemplo, a elegir
un hijo que diera buen juego como semental. Entonces ocurriría posiblemente
que los nietos salieran “abueleando”, es decir, con las características de
“Pitillera”, madre del semental, y en una sola cubrición habría formado un
verdadero “gazpacho” del que no se daría cuenta hasta pasados tres o cuatro
años, a la vista de los resultados de los productos
Hay casos conocidísimos del semental que
deshace una ganadería en sólo dos años, llenando la dehesa de sangre mansa,
que luego cuesta muchísimo dinero desechar.
Para deshacer éstos errores es necesario mandar
al matadero muchísimas cabezas, si se quiere conservar la pureza. ¿Se comprende
ahora la importancia de llevar los libros con orden? Una vaca aprobada
indebidamente puede ser madre también indebidamente en un semental que si echa
a las vacas sin el aconsejable periodo de prueba, puede tener cincuenta crias
cada año. ¿se dan cuenta de la cantidad de descendencia mala que habrá dejado
hasta que el ganadero acierte con la causa? Y si el ganadero no anda bien de
dinero y se resiste a matar todo lo malo ¿ cuantos años tardará en poner en
orden los libros?
La ganadería de bravo española atraviesa un
periodo de crisis, y tal vez el origen esté en ese afán de falsear los conceptos
que luego pasan a los libros.
Se llama bravo a lo que no lo es y se dice que
una vaca o un toro son “molestos” cuando tienen casta. La casta ha pasado a ser
término prohibido en el lenguaje ganadero. Cuando a Fulano le sale un toro con
casta (un toro que no es bobo), en seguida se corre la especie: “Lo de Fulano
sale con mucho genio”... Y los toreros se niegan a ponerse delante.
Pero hemos llegado ya demasiado lejos en esta
política de echarle agua mansa a la bravura, y cuando sale una novillada brava
(para más encomio en período de prueba), todo el mundo se maravilla del
poder, alegría y codicia que ya teníamos olvidados. Y se maravillan también
que los toreros no sean capaces de hacerle faena a esos novillos que no tenían
de particular nada más que eso, ¡bravura!
Hora es ya de rectificar señores ganaderos. Si
colocan en al libro de toros el calificativo dee “cumplió” al que tomó un
puyazo, ¡un solo puyazo!, ¿qué habrían puesto en sus libros de estos
novillos, derribando con clase y tomando después tres puyazos sin abrir la boca?...
Estamos sacando las cosas de madre. Pero no
olvidemos que, aparte de estos alardes comerciales, debe imperar ese refrán de
“las cuentas claras”. No olvidemos tampoco que siguiendo unos cuantos años
más con esta política de llamar bravo a lo que toda la vida hemos tenido por
manso, llegará un día en que la realidad se im- pondrá a las modas, y aunque
los libros hablen de “orejas cortadas”, la verdadera sangre brava acabará “desapareciendo”.
Bien está que quiera condescenderse con ciertas
exigencias del mercado, pero es necesario respetar la seriedad de las tientas y
de los libros.
Alfonso
NAVALÓN
Fuente : Semanario gráfico de los toros El Ruedo. Año XXI. Madrid, 28 de marzo de 1967.
Numero 1188.
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