"...la gran verdad del derechazo o el natural consiste en "dejarse ver" y esto hay que hacerlo citando con holgura, cuanto más lejos mayor mérito. Entonces, cuando el toro se arranca limpio, hay que adelantar la muleta y "traerlo". Esos dos metros que separan al toro de las piernas del torero hay que "recorrerlos" con mando cabal y con riesgo constante, porque al adelantar la pierna contraria quedan las ingles a merced del pitón. Y entonces surge la entrega grandiosa del valor al servicio del arte."
"EL PASE DE LA ALEVOSÍA"
"Ahí tenéis dos derechazos de un principiante. Uno bueno y otro malo. Uno siguiendo las normas del bien torear, y otro, atropellándolas para degenerar en una antiestética ventaja.
Los principiantes copian a los toreros famosos. Hay ahora muy poco donde copiar lo bueno. En cambio, hay muchas figuras del toreo que torean rematadamente mal. Porque ponerse de perfil, dejar la pierna contraria atrasada y meter el pico de la muleta no puede llamarse torear. Eso es torear a medias. Abusar de la trampa por falta de vergüenza artística para afrontar el riesgo puede admitirse en una tarde de desgana, pero jamás como norma cotidiana en la carrera de un torero.
Ese derechazo visto de espalda podría firmarlo cualquier matador de ahora. Lo hemos visto reproducido hasta la saciedad en las informaciones gráficas de todas las ferias desde hace más de diez años. Es el pase de la “visagra desarticulada”, de las piernas rígidas. Es el pase de coger los toros cerca y llevarlos lejos. ¡Hay que ver la tinta que se lleva derramada sobre esto de "llevar los toros lejos”¡ ¡Hay que ver lo que se han cantado los "pases largos"¡ ¡Hay que ver cómo hemos picado en el anzuelo…¡
Porque lo importante no es "llevar los toros", ¡sino "traerlos"! Por mucho mérito que quieran concederle a "llevarlos" lejos, no debemos olvidar que cuando un torero se coloca cerca y está sin "adelantar" la muleta acaba de robarle al pase la parte más difícil y más meritoria. Porque la gran verdad del derechazo o el natural consiste en "dejarse ver" y esto hay que hacerlo citando con holgura, cuanto más lejos mayor mérito. Entonces, cuando el toro se arranca limpio, hay que adelantar la muleta y "traerlo". Esos dos metros que separan al toro de las piernas del torero hay que "recorrerlos" con mando cabal y con riesgo constante, porque al adelantar la pierna contraria quedan las ingles a merced del pitón. Y entonces surge la entrega grandiosa del valor al servicio del arte.
Desde el momento que se pone la cadera casi en la pala y sale el "arvo" del brazo (prolongado por el pico de la muleta oblicua) a recoger la embestida, el pase, por muy largo que sea, será sólo un medio pase al que deliberadamente se le ha escamoteado todo el peligro de aguantar y someter al toro cuando el diestro le enseña el medio pechó en vez de la cadera.
Yo no dudo en calificar el derechazo perfilero como el "pase de la alevosía", porque la alevosía es una agravante (¡vaya "perra jurídica" que he cogido últimamente!) en la que el delincuente trata de asegurar la agresión eludiendo toda posible defensa del agredido. Cuando el torero cita desde la pala del pitón o desde la tabla del cuello, me recuerda al individuo que se esconde detrás de una puerta para apuñalar a su víctima. Porque eso es el "pase perfilero": una puñalada alevosa a la verdad monda y lironda de dar el pecho y respetar las distancias. El torero perfilero se esconde "detrás del viaje" quedando fuera de la jurisdicción agresiva del toro.
Ya dije que estos dos pases pertenecen a un principiante. No voy a ocultar el nombre porque junto a la censura vendía el elogio: Andrés Duque, químico metalúrgico en ciernes, que deja los libros para vestirse de luces. Estas dos fotografías corresponden a su segunda novillada vestido de luces en la Plaza de Bilbao. Andrés Duque, aprendiz de figura, aparece en una copiando a las figuras taquilleras, es decir, dando el "pase de la alevosía", pero en la otra está toreando: al menos lo intenta. En ese otro derechazo de la foto pequeña, el muchacho apunta el toreo verdadero. El novillo se arrancó fuerte y lo lleva toreado en el centro de la muleta y además hay clasicismo en la figura. Hay armonía de piernas con la derecha adelantada y el talón izquierdo levemente levantado. Es un derechazo que para firmarlo un gran torero sólo le falta estar un poco más de frente, pero por algo se empieza.
Me complace recoger estos dos momentos de un soñador del toreo. Porque ahí, a dos pasos, está él Año Nuevo. Tiempo de rectificar. Fecha para tratar todos de ser un poco mejores.
A nosotros nos gustaría escribir bien de los toreros muchas veces, pero nos tienen que dar motivos. No venimos a la Fiesta para quitarles el pan a los valientes, pero tampoco para jalear las faenas basadas en el ventajismo. Desde "Cara y Cruz" felicito fraternalmente a todos los hombres que se visten de luces. Agradezco estas tarjetas que llegan a la Redacción y deseo para todos un 1965 lleno de prosperidad. Pero los cronistas tenemos el deber de servir a la Fiesta y al público por encima de todo, a la pureza del arte de torear. Y como cronista estaré en desacuerdo con todos los que vengan a los ruedos practicando el "pase de la alevosía.”
Alfonso NAVALÓN
Alfonso NAVALÓN
Fuente: Columna "Cara y Cruz" del Semanario gráfico de los toros El Ruedo. Nº 1071. Madrid, 29 diciembre 1964. AÑO XXI.
Sublime lo que escribe Navalón. El verdadero toreo está en cómo empieza el pase (cite) y cómo te traes al toro, que mientras más o menos de frente hay más riesgo. Es que está clarísimo, por eso los grandes maestros y figuras de épocas anteriores llevaban muchas cornadas en la zona de la femoral y la boca del estómago.
ResponderEliminarSaludos Pocho,
Gustavo
Sublime lo que escribe Navalón. El verdadero toreo está en cómo empieza el pase (cite) y cómo te traes al toro, que mientras más o menos de frente hay más riesgo. Es que está clarísimo, por eso los grandes maestros y figuras de épocas anteriores llevaban muchas cornadas en la zona de la femoral y la boca del estómago.
ResponderEliminarSaludos Pocho,
Gustavo
Hola Gustavo, gracias por visitar esta tu casa.
EliminarEfectivamente, en traer al toro "dejándose ver y dando el medio pecho" radica la grandeza del toreo. Ejemplos palpables los tenemos por ejemplo en Chenel y Cesar Rincón.
Y pensar que ahora toreando perfilero, con la muleta retrasada a un carretón que repite y repite,es suficiente para indultar a un torete que no superó la prueba de la bravura en varas.
Saludos.
Ante la ausencia del Toro como debe ser,la falta de emoción,lo que abunda es el toreo accesorio,el adorno fácil y con mucho aparato,opuesto al toreo clásico.Matan citando fuera de la cuna,se salen de la suerte y acaban con el "clásico"sartenazo.
ResponderEliminarPor eso no dejan huella con su toreo. Las "figuras"denominan a sus toretes como muy nobles y obedientes.Así va la cosa.
D.C.
Excelente crónica. Gracias Dr. Paccini.
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