EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

viernes, abril 29, 2011

EL MITO VICTORINO : ¿¿¿DECADENCIA ACTUAL???

Victorino ha perdido la memoria (II)

Cómo se inventó el mito
Alfonso Navalón
Ya os decía que fue muy fácil el lanzamiento de Victorino porque eran los tiempos de los borregos de Atanasio y los perritoros de Carlos Núñez. El público echaba en falta el poder, la fuerza y la sensación de peligro. A los Albaserradas les sobraba entonces de todo eso y cuando salía alguno con peligro, sembraba el pánico garantizando un clima de tragedia. Sólo faltaba un ganadero atrevido dispuesto a enfrentarse con los toreros y con las empresas. Y ese papel se lo aprendió Victorino en dos días.

Ya teníamos al patito feo. Al antiseñorito altivo y provocador. El resto fue muy sencillo. Pero había que romper en Madrid y tanto Jardón como D. Licinio, no estaban por la labor porque sabían el peligro que suponía dejar entrar en el baile a Victorino, que no tenía nada que perder y mucho que ganar. No estaban dispuestos a dejarlo meter baza en San Isidro. A la retaguardia estaban Juanito Martínez y Alberto Alonso Belmonte, también cerrados a darle paso.

Fue cuando lancé mi campaña de echarle al público encima a la empresa por no contratar los toros con casta y poder que pedía la afición. Jardón y Stuyck se dieron cuenta que las cosas estaban demasiado calientes y tenían en contra al público. Así que me llamaron a negociar la presentación del de Galapagar en San Isidro. Llamé a Victorino y lo dejó en mis manos. ¡Haz lo que quieras! Así que una mañana nos fuimos a ver los toros y luego a cerrar el trato en un restorán que creo que se llamaba “Mirasierra”. No acudieron ni Jardón ni D. Livinio y dieron por bueno lo que hicimos Juanito Martín y yo.

Se cerró el trato al final de la comida, después de elegir toro por toro concienzudamente. Por tipo y por hechuras. Huelga decir que entonces Victorino no sabía casi nada de líneas ni reatas porque no había tenido tiempo.

No hubo problemas para la fecha, ni el cartel. Y el miedo a apestar el dinero acabó muy pronto. Entonces las corridas andaban entre las 600.000 y las 800.000 pesetas de Miura (que ganaba 40.000 duros más que los otros). Así fue como Victorino fue el primer ganadero que cobró un millón de pesetas por una corrida, poniéndose en categoría económica por encima de los Domecq, los Núñez, los Perez-Tabernero y los Atanasios. Desde entonces le ha dado lecciones a todos y ahora algunas tardes cobra tres veces más que Alvaro Domecq.

Todo lo demás fue coser y cantar

Quede claro que Victorino miente diciendo que Zabala lo ayudó mucho. A Zabala no le hicieron ni caso ni Livinio ni Jardón. Yo lo puse en San Isidro y en categoría. El resto lo ha sabido hacer mejor que nadie. Ningún ganadero ha puteado a las empresas y a los toreros como lo hace este cateto, que llegó a poner y a quitar de los carteles al que le dio la gana. Y a cobrar lo que no soñaba nadie.

LOS TENTADEROS DE MONTEVIEJO

COMO SE INVENTÓ TAMBIÉN LA GANADERÍA

Normalmente el cartel se logra, después de muchos años de selección hasta poner la ganadería a punto. Victorino logró el cartel, la fama y el dinero, antes de saber lo que tenía en la finca. Sabía de su ganadería lo mismo que cualquier extraño con algo de afición. Antes de empezar los tentaderos había una cosa clara. Casi todos los animales estaban “en tipo” y respondían al físico de los Albaserradas. Lo que llevaban dentro había que averiguarlo.

La aventura me apasionó tanto como al ganadero. O más. Más porque he sido el que más tentaderos y más vacas he toreado en aquella placita, con burladeros de palos podridos, atragantones de polvo y demás odiseas que no llevarían muchas horas contar.

Desde que me entendí con la primera vaca (de once años, negra, cornalona y astifina) estuve presente en todos. En Semana Santa, en Otoño y algunas veces en las mañanitas de las fiestas de San Juan en Coria. Iban rotando en los diferentes tentaderos Dámaso Gómez, Andrés Vázquez, El Paquiro, el pobrecito Falcón. ¡Vaya un hombre!

Tardaron tiempo en llegar Ruiz Miguel, Márquez y los que luego le mataban las camadas.

Tentábamos a hecho. Todas con más de doce años. Con lo cual resultaba todo más sencillo. Las buenas lo demostraban enseguida y las malas cantaban la gallina desde que salían. Victorino no tenía libreta ni tomaba nota de nada. Hasta en esto acertó, porque los hijos de las vacas de desecho le dieron una gloria extraña que para cualquier ganadería habría sido un fracaso. Los toros de desecho se convirtieron en los famosos “alimañas” y la gente disfrutaba cruelmente viendo pasar pánico a los toreros.

Y aquí está otra leyenda oculta. La gente pensaba que Victorino era un ganadero escrupuloso, que vivía entre los toros y conocía la madre, la abuela y la hija de cada vaca. Nada más falso, Victorino estaba más tiempo en el Wellington y rodando por las ferias que en “Monteviejo”. No le hacía falta. Lo suyo era torear en la calle y estar en las comidas de las peñas y manejar la prensa.

La ganadería no necesitaba selección. Sólo echarle de comer y tener los toros lustrosos. Enemigo acérrimos del afeitado, en cambio afeitaba los mogones o lo que se escobillaban, no para favorecer al torero, sino para poderlos vender porque no era cosa de perder la millonada que vale un toro por astillas de más o de menos. ¿Quién iba a desconfiar que Victorino afeita cuando le conviene? Ni con las sanciones en firme, sigue defendiendo su honradez y su pureza.

EL TORO “VALENCIANO”

Una de las veces que paseábamos ente las vacas vi un semental se me salió de ojo: ¿Victorino que hace esto aquí? Me contó la historia de “El Valenciano” que lo habían tentado en la plaza de Vista Alegre Luis Miguel y Ángel Teruel y había sido “extraordinario en la muleta”. Pero, ¿y las hechuras? El toro era todo lo contrario que un saltillo de Santa Coloma. Era cortejano, barrigón, cargado de grupa, cornicorto y badanudo… Como vio que tenía razón se quedó un rato pensativo porque respetaba mucho mis opiniones. ¡Mañana vamos a salir de dudas!

A todo esto me puse insoportable con el descubrimiento y pasé la comida y la cena tomándole el pelo delante de todos. Que si te has vuelto torerista, que si se te ha hecho el culo agua porque lo ha toreado Luis Miguel. Que eres tanto que haces más caso a un torero que a un amigo…

Al día siguiente encerró cuatro eralitas, hijas del “Valenciano”. Después de torear tantas vacas viejas aquello resultaba increíble. Tentar cuatro becerras casi sin pitones. ¡Vaya juerga que nos esperaba!

Pero… ¡nos trajeron de cabeza las cuatro! Broncas, cobardinas, mansas y embistiendo a arreones sin fijeza. ¡Al matadero con ellas! Eran las primeras hembras que se desechaban de la ganadería. Aunque yo sospecho que se las vendió a Pichorrongo u otro ganadero de Miraflores que se llevó cincuenta vacas ¡ “de nota”!

Imaginaba que mataría al semental pero no nos dio cuenta de sus planes. Todo esto pasó en el tentadero de Semana Santa. Cuando fuimos a las fiestas de San Juan a Coria ya andaba por las calles el toro “Valenciano”. Se lo había vendido a sus amigos por 40.000 duros de los de entonces.

Ya es sabido que está rigurosamente prohibido lidiar toros toreados y menos a sabiendas. Pero nadie le dio importancia a que el “Valenciano” estuviera toreado. El caso es que dio buen juego. Corrió todas las calles y al llegar a la explanada de la catedral, los mozos lo desafiaban detrás de la balaustrada de piedra que le llegaba al toro a la altura del belfo. Harto de que le hicieran burla pegó un pechazo y abrió un portillo, derribando una piedra de más de doscientos kilos. Por lo demás fue inocentón y sólo hubo dos cogidas de cierta consideración. A una mujer le rajó la cabeza desde la nuca hasta la frente, de una cornada limpia resbalando en el hueso del cráneo. Yo había estado recortándolo con un jersey un montón de veces y me fui a tomar un refresco a la Plaza Nueva, junto al castillo. No hicimos caso del griterío y el “Valenciano” se me echó encima. Me pateó y siguió su camino, perdonándome la vida. ¡Le he visto la barriga al “Valenciano”!, y seguimos la fiesta.

EL OLVIDO

Como no es cosa de hacer esto interminable y me sobran los recuerdos para llenar un libro sobre Victorino, volveremos al principio. Al absurdo olvido de Victorino, renegando de un amigo leal al que él sabe muy bien todo lo que le debe y soltando la patochada de que le debe más a Zabala.

Cuando él mismo reconoce que el pobre Vicente no sabía nada de toros ni de campo. Mal podía ayudarlo un ignorante. Lo que yo hice en el lanzamiento de Victorio lo puede contar con más detalla Julio Stuyck, hijo de D. Livinio que vio muy de cerca, donde estaba Zabala y donde estaba yo cuando alguien convirtió a un paleto desconocido en un “ídolo” nacional.

Cuando vinieron mal dadas y me quedé en la calle, recibió el apoyo de muchos amigos. Victorino se olvidó que existía. Cuando algunos días no tenía ni para comprarme un paquete de tabaco a Victorino no se le pasó por la cabeza llamarme para alguna de las muchas conferencias que daba.

Cuando yo estaba en candelero lo llevaba a todas partes y en algunos sitios como en el Hotel Carlton de Bilbao logré que le pagaran 100.000 pesetas de antes. Por eso ahora me da mucha pena de Victorino y sus glorias ganaderas. Me traicionó como amigo y ahora no quiere reconocer lo mucho que me debe.

2 comentarios:

  1. Interesante artículo del maestro.
    Como bien lo dice,el cartel se logra y mantiene mediante una buena y rigurosa selección.
    Y lo que viene saliendo hace algunos años,hasta ayer en Sevilla que fue un petardo, demuestra lo contrario.Es actualmente un hierro que lo ampara la antigua fama.Lo que refuerza su ausencia de Madrid.Ahora no vengan con el consabido cuento de que hay que esperarlo que salga del bache.Cobra actualidad lo mencionado en el artículo.

    E.M.D.S.

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  2. Por lo visto en Sevilla ayer y lo que pasó en Castellón de La Plana,justifica su temor de venir a San Isidro.Sí recordamos los últimos años,se notaba una baja en el comportamiento de sus reses.
    La actitud con Navalón es propia de un máncer.

    M.U.

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