La Falta de respeto total al TORO, ergo a la FIESTA.
"¡Anda que los taurinos no tienen sobado eso de la evolución
del toreo con el sólido argumento de adaptarse a los gustos del
público! En cuanto ven que la cosa se pone un poco dura no
dudan en hacer la carioca dialéctica y te sueltan que hay que
evolucionar y no agarrarse al pasado; pero que se agarren, que
se agarren, que cuando menos se lo esperen se les escapa el
madero y se quedan a la deriva en medio del océano, mientras
la Fiesta busca el fondo del mar para dormir el sueño de los
justos para siempre. Que no quiere decir que desaparezca de
la faz de la tierra esto de las corridas de toros, pero ese show
no será ya el Toreo, tal y como lo conciben los escasos aficionados que quedan; eso será un atractivo turístico más para los
japoneses, en el que no habrá ya ni toros, ni toreros, quizá sean
un grupo tragicómico que lo mismo represente torneos medievales, que haga una demostración de cómo se pisaba la uva en
el lagar o cómo se mataba al cerdo para hacer chorizos. Y
luego, que me expliquen eso de la evolución.
Si entendemos la evolución tal y como estos señores la conciben, el “Homo erectus” nunca habría devenido en el hombre
tal y como es ahora, igual se parecería más a un monigote del
Inocente, Inocente, con su cordoncito en la cabeza y todo
¿Quizá no se ajusta más a este concepto la idea de progreso,
de mejora, de perfeccionamiento, pero sin perder la esencia o
en caso contrario, porque ésta sea arrinconada por un ser o un
elemento con mayores capacidades? Que no creo yo que los
señores taurinos no hayan reflexionado sobre esto de la evolución, pero igual no lo han hecho lo suficiente o a lo mejor,
solo a lo mejor, lo hicieron después de una sobredosis de kalimocho, aprovechando el vino que a la abuela le sobró un día
que hizo albóndigas.
Resulta que un día llegaron nuestros mayores, ya viendo que
les llegaba el relevo y decidieron entregarnos las llaves de la
Fiesta para que las guardáramos en lugar seguro, con el encargo de conservar ese tesoro que a su vez ellos habían recibido
de los que les precedieron y que con mucho esfuerzo y afición
fueron haciendo cada vez más importante. Había cofres llenos
de casta, de valor, bravura, la suerte de varas, el toreo de capote, la lidia con recursos para aplacar al más levantisco de los
astados, torería, orgullo...y se empeñaron en llenar hasta arriba el del arte, luego el del dominio de la res, el de la crianza y
la selección, hasta hacerse con una inconmensurable fortuna.
Pero como la estupidez humana no tiene fin, no se preocuparon cuando vieron que los niños jugaban con las llaves, se las
tiraban unos a otros, entraban en la cámara del tesoro y jugueteaban por allí sin cuidado, lo tocaban todo, lo desordenaban
y hasta eligieron aquel lugar sagrado como el sitio donde hacer
los botellones del fin de semana.
Qué necios estos mocitos, muy ilustrados, porque el que más
y el que menos ya se había echado a la cara sus lecturas correspondientes que les permitieran pasar por eruditos, pero les faltaba la esencia, los fundamentos, el por qué de todo esto; y lo
tenían delante de ellos, se sentaban encima de toda la historia del toreo, del toro, de los grandes matadores de toros, pero
no se enteraban, la soberbia no les permitía ver más allá de su
desorbitado ego. Como era tanto lo que allí habían acumulado tantos años de grandeza, casi no podían dar un paso sin ro ezar y caer de morros en la ignorancia. Había que buscar una
solución, esto no podía seguir así. Y decidieron que aquello
tenía que evolucionar, qué gran idea, sabia decisión. Alguien
podrá pensar que empezaron por organizarlo todo, por ver lo
que estaba en buen estado para colocarlo en un sitio mejor, lo
que habían deteriorado los años se arreglaría con mimo para
ponerlo en su sitio, porque siempre puede haber suertes que
caen en desuso o ganaderías que tienen un bajón y que necesitan algo más que un lavado de cara. Pero ya se sabe que
muchos entienden organizar por limpiar lo que creen que ya
no vale y que confunden la evolución con la mutilación de
miembros que su entendimiento no les permite descubrir para
qué sirven.
Y los taurinos se pusieron a evolucionar la Fiesta y empezaron
a tirar a la basura la suerte de varas, los quites, el toreo de
capote, la variedad, la emoción, la casta y con ello se marchó
la lidia, la verdad y el toreo eterno. Pensaban haberse quedado con lo imprescindible, pero no; en tal evolución desecharon precisamente lo imprescindible. Esa incurable ignorancia
que siempre acompaña a la soberbia. Pero aún no estaban
satisfechos, había que evolucionar más; tomaron los cofres en
los que se podía leer la palabra “TORO” y excepto uno de ellos,
el que menos pesaba y menos ocupaba, los tiraron a la hoguera de la vergüenza uno por uno, haciendo que desaparecieran
hierros y encastes en los que se basaba esa variedad que impone el toro de lidia ¿Era eso la evolución? Aparecieron entonces
algunos de los viejos aficionados y sus discípulos más allegados y les quisieron hacer ver el grado de infamia de la supuesta evolución. Habían dejado a la Fiesta de los toros en cueros,
famélica y luchando por sobrevivir. Casi por casualidad se habían salvado de la quema un poco de casta aquí, unas gotas allí,
pero que probablemente no valdrían para la regeneración de
esta. El toro íntegro casi era una caricatura de lo que fue y
la afición, la seriedad de las plazas de primera, la lidia y el concepto del toreo clásico. Tal era la degradación que no parecía
posible reparar los daños. A esto nos había llevado su “evolución”, a una terrible degradación de la Fiesta, que si nadie lo
remedia, acabará en la desaparición de un arte, un rito, una
forma de entender la vida, en la que el torero vencía a la muerte y el toro se encumbraba como la máxima divinidad del toreo,
otorgando a quien lo mereciese la gloria de haberle podido en
una lucha entre la belleza, la naturalidad y la elegancia, contra la fiereza, la bravura y la casta, que embrujaba a todo el
que lo había contemplado, haciendo que recorriera las plazas
del mundo para volver a vivir semejante encantamiento. No
evolucionemos más, no vaya a ser que lleguemos demasiado
rápido a la destrucción."
Enrique Martín
Aficionado de la Grada del 6
FUENTE: La Voz de la Afición. Nº 42, mayo de 2013. p. 14. Boletín de la Asociación El Toro de Madrid.
FUENTE: La Voz de la Afición. Nº 42, mayo de 2013. p. 14. Boletín de la Asociación El Toro de Madrid.
Ante la falta de casta,bravura,poder e integridad en el toro y la ausencia de las normas clásicas del buen toreo,se está perdiendo la emoción en la fiesta.La prensa al servicio del taurineo,al público de aluvión lo califica por interés como;generoso porque pide orejas -indultos- por faenas vulgares ante toros bobos.Lo de ignorantes de la lidia y el toro,jamás.
ResponderEliminarDa pena ver la fiesta maltratada por los taurinos y profesionales.
Desde Surco.
Ante la falta de casta,bravura,poder e integridad en el toro y la ausencia de las normas clásicas del buen toreo,se está perdiendo la emoción en la fiesta.La prensa al servicio del taurineo,al público de aluvión lo califica por interés como;generoso porque pide orejas -indultos- por faenas vulgares ante toros bobos.Lo de ignorantes de la lidia y el toro,jamás.
ResponderEliminarDa pena ver la fiesta maltratada por los taurinos y profesionales.
Desde Surco.