"Un San Isidro más, nuestra Asociación quiere llevar a la palabra escrita sus preocupaciones e inquietudes ante lo que considera la crisis más profunda y determinante que ha vivido nunca la fiesta de los toros. A pesar del pesimismo con el que vemos cómo se pierden a pasos agigantados los valores que constituyen la esencia de la Tauromaquia
eterna, no quisiéramos ser tachados de simplemente “derrotistas antisistema” "catastrofistas" y demás epítetos negativos que
tan sólo persiguen desprestigiar y quitar peso y resonancia a
nuestras denuncias y opiniones libremente manifestadas. Por eso
queremos en estas líneas hacer un breve análisis de lo que para
nosotros representa lo más llamativo, bueno o malo, de esta
temporada. Estamos viviendo tiempos nuevos, nuevas realidades para las que se están buscando, a veces apresuradamente,
soluciones que acaben con el verdadero problema que según los
taurinos tiene este espectáculo: recuperar clientes, volver a ver
los tendidos llenos a rebosar sin importar nada más, no nos engañemos. Con ser este uno de sus males mayores no es el primero, sino más bien la consecuencia del verdadero cáncer de la fiesta que a nuestro juicio es el desfasamiento de la ganadería brava y la falta de torería y verdadera afición de los que se dicen figuras del toreo.
Esta afirmación, no por muy repetida menos verdad, no parece hacer mella entre los profesionales que solo siguen buscando sus intereses corporativos sin
escuchar a los aficionados; mejor dicho, se consideran sus víctimas y haciendo oídos sordos se han dedicado a buscar culpables en el gran saco de los reproches y justificaciones que llenan las páginas de medios especializados: la crisis, la falta de
interés de los jóvenes, la política, otros ocios etc. que con ser
ciertos y añadir leña al fuego, nos parecen secundarios y menos
decisivos si los comparamos con el origen de todos los males y
causa principal ya mencionada. Bien, y ¿qué hacer? Esta temporada estamos viviendo novedades de todo tipo. La administración y las instituciones públicas “han echado una mano” por medio de leyes de protección y Pentauros, todavía de muy dudosa eficacia, numeritos de márketing de las figuras algunos más
bien patéticos, plante de “los 5 grandes” a la empresa de Sevilla
que se han convertido en fracasos sonoros de todos, fiascos en
los mano a mano del domingo de Resurrección en Málaga y
Sevilla anunciados a bombo y platillo con el marchamo de
recuerdos añejos, ¡con aires Joselito y Belmonte nada menos¡.
Novedades imaginativas en las taquillas venteñas para atraer al
personal en las primeras novilladas de Madrid...
Todo vale en momentos de incertidumbres con tal de dar aire al
difunto y que la fiesta y el negocio no decaigan. Hay que reconocer que Taurodelta se ha marcado un punto con la eliminación de la llamada feria del Arte y la Cultura, parche infumable,
habiendo alargado el ciclo isidril y pudiéndose descartar del
mismo un número de festejos a voluntad. Aun así nos sigue
pareciendo que se debía procurar que el resto de la temporada
estival sea más atractivo; a veces tenemos la impresión de que
la empresa cumple el pliego pero sin importarle demasiado que
Las Ventas vayan languideciendo como plaza de temporada con
la justificación del escaso público que acude en verano. Con carteles más rematados esto no pasaría. Así no se defiende al espectáculo ni a la afición. Y para colmo la Beneficencia firmada
desde el mes de febrero, ¿así se premia a los triunfadores de San
Isidro? Eso era en otros tiempos, cuando Madrid sí era de verdad determinante; por desgracia ese plus cualitativo de Las
Ventas está languideciendo, digan lo que digan. Además, asistimos a las mayores loas por parte de los taurinos
de los que según ellos y la mayoría de la crítica sanciona, son
“los mejores carteles de la Historia” de Madrid; en su afán por
atraer públicos y vender entradas, se ha hecho una verdadera
campaña a favor de esta feria frente al desastre que a priori
puede ser Sevilla. Madrid salvará la fiesta, es el último baluarte, la primera plaza del mundo... y no sé cuántas expresiones
tremendistas y triunfalistas para vendernos los merecimientos
a la continuidad de la empresa un año más por gracia y justicia de la Comunidad ¿había hecho méritos suficientes en años
anteriores? y sobre todo una feria basada en la presencia de
los Cinco del Plante, pues no les queda más remedio, viniendo
una tarde y en carteles muy apropiados, con sus toritos en el
bolsillo de acuerdo con los gustos de sus señorías. Pero en la que no están corridas del encaste de Santa Coloma, Dolores
Aguirre, Moreno Silva... y sobran ganaderías que vienen siendo
un fracaso ganadero año a año por su considerable falta de
casta. Menos mal que ha vuelto Miura.
Nuestra Asociación que tiene como objetivo principal defender
la verdad de la fiesta y mantener el prestigio del arte sublime
en los ruedos, no puede silenciar su preocupación por la falta
de participación que los aficionados tenemos en organismos,
comisiones y estamentos encaminados a defender nuestros inte-
reses que no son otros que velar por la casta del toro y luchar
contra el fraude del espectáculo. Los aficionados que sostenemos con nuestro dinero este espectáculo estorbamos, como
hemos podido comprobar en el llamado Pentauro aprobado el
pasado 18 de diciembre (....); pero
nuestra voz y nuestras denuncias seguirán oyéndose en las plazas y en cuantos foros nos permitan hacerlo. Nos jugamos
mucho y la solución no está en las nuevas modas y modos que
prostituyen la esencia de la Tauromaquia a las que ahora parecen apuntarse muchos; ni en “descafeinar“ y quitar riesgo y
emoción al toreo en aras de llevarlo “al gran público“. Se está
demostrando que así no sólo no se atrae a nuevos espectadores
sino que abandonan decepcionados los verdaderos aficionados.
Hace cien años un 2 de mayo en Madrid, torearon juntos José y
Juan. Figuras cumbre de la Tauromaquia; y no es que queramos
caer en el aforismo de que siempre el tiempo pasado fue mejor
y creamos a ciegas que la leyenda se agiganta con el tiempo...
pero no cabe duda de que en las lecciones y vivencias que nos
legaron están las únicas soluciones para salvar la fiesta. Todo
está inventado, imaginación para nuevos retos, sí; pero cuidado, la verdadera revolución está en la revelación del toreo que
nos dejaron los verdaderos maestros. Eso sí, siempre que el toreo
se haga ante un toro de verdad que despierte la emoción en los
tendidos y no ante esos animalitos que da pena ver salir rengueantes por chiqueros. Ese es el único camino, el que marca
un futuro esperanzador de la fiesta."
"¡Qué Dios reparta suerte!"
Fuente: La Voz de la Afición Nº 44, mayo de 2014 . Boletín de la Asociación El Toro de Madrid
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