EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

miércoles, marzo 30, 2011

JOSÉ TRIGO

           GRAN PICADOR SEVILLANO, PATRIARCA DE UNA DINASTÍA
José Trigo fue un picador, nacido en Sevilla en 1814 y el primero de una gran dinastía de varilargueros. Su poderoso brazo y una gran inteligencia le hizo llegar muy joven a este oficio, actuando ya en tanda, según algunos autores, con Francisco Sevilla en Madrid en 1831, algo que no parece muy verosímil, pues sería en tal caso el más precoz picador en Madrid, con solo 17 años, lo que para una profesión tan difícil, arriesgada y necesitada de gran experiencia parece poco probable. Sin embargo, lo que sí está perfectamente confirmado es que debutó en Marchena con dieciocho años y se estrenó en la plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla el 10 de octubre de 1834, con el sobrenombre de El Lechero, ya con veinte años de edad. Pero su gran fama la llegaría a alcanzar por sus bravatas que, aunque pareciesen imposibles de realizar, llegaría a cumplirlas, tal como se explicará más adelante.

Una de las mejores corridas en la plaza de la Puerta de Alcalá sería la del domingo 13 de mayo de 1849, quinta de esa temporada y según las crónicas de El Heraldo, La Nación, La Patria y La Reforma una de las mejores de ese año, especialmente en su parte final. Ese día se corrieron tres toros de Osuna y Veragua y otros tantos del sevillano José Benjumea. Los picadores fueron José Trigo, Bruno Azaña, Francisco Puerto y Antonio Lemos y los matadores Francisco Arjona Guillén Curro Cúchares, Manuel Díaz Lavi y Cayetano Sanz.

Y comenzó la corrida. El primer toro de los duques fue fogueado. Los tres siguientes tampoco fueron nada especial. Pero salió el quinto, de los duques, que empezó a matar pencos y a enviar picadores a la enfermería. Además, a esa hora estaba naciendo el primer heredero real (por cierto, era el primero de los hijos de Isabel II y Francisco de Asís, Luis, que fallecería en el parto). Debido a ello, se podían escuchar las salvas de artillería que se daban desde Palacio, que coincidían a veces con los tumbos de los caballos y la conducción, en brazos o con ayuda de las asistencias, de los picadores hacia la enfermería. Los toreros de a pie, en el ruedo, todos colocados estratégicamente al quite y el albero con los restos de cinco jacos destripados muertos, algunos con lonas tapando sus restos, ya que otros equinos sí que se pudieron evacuar, aunque en muy mal estado y malheridos. El espectáculo era indescriptible y los asistentes se encontraban en un estado mezcla de histeria y emoción, aplaudiendo a rabiar, unos por causa del egregio neonato y otros admirados a causa del excepcional y poderoso morlaco que dominaba el ruedo. Todos los picadores visitaron la enfermería, la gente pedía más caballos y más picadores. Y en un momento dado, tuvo que salir el menos mermado de facultades, el sevillano José Trigo, aún renqueante, para terminar de picar a este quinto toro, ya muy castigado, aunque aún volvió a derribar al montado varias veces más, antes de cambiar el tercio. Hasta doce varas llegó a tomar el astado. Trigo también picaría luego al sexto, de Benjumea, sin mayores problemas.

Sin embargo, muchos críticos acusaron al picador de haberse escapado a la enfermería precipitadamente, durante la lidia del quinto de Osuna y Veragua. Estos comentarios irritaron enormemente al gran varilarguero sevillano, a quien no se le ocurrió otra cosa que lanzar la bravuconada de decir que él podía hacer frente a estos toros solamente con el regatón, pues sus fuerzas e inteligencia eran superiores a las de estos bureles.

Y así lo cumplió. En la corrida celebrada unos días después, el lunes 28 de mayo, se lidiaron dos de Veragua, junto con otros dos del marqués de Casa Gaviria y dos de Plácido Comesaña. Y tras picar varias veces a uno de los de Veragua, finalmente le citó desde el centro del ruedo con el regatón, llegando a detenerlo entre grandes ovaciones.

A pesar de todo, la presidencia le amonestó severamente, por el hecho de haber arriesgado su vida. El hecho fue muy comentado y a la vez criticado por muchos aficionados, alegando que eso sólo lo podía hacer con toros ya muy mermados de fuerzas y en la parte final del primer tercio.

Por ello, espoleado por las críticas, se anunció que lo repetiría en una función posterior, que se celebraría el lunes, 25 de junio de 1949, con lo que se aseguró un lleno total en la plaza de la Puerta de Alcalá, a pesar de las reiteradas amenazas gubernativas.

Ese día se anunciaron seis toros de Veragua, con Trigo, Azaña y José Muñoz de varilargueros y Cúchares, Casas y Sanz como estoqueadores. Pero el espectáculo lo daría José Trigo, como vamos a relatar. Salió el primer toro de Veragua, Valenciano de nombre, negro entrepelado, buen mozo y bien armado y tomó cuatro varas. En la quinta entrada, Trigo le esperó en el centro del redondel, donde en aquellos tiempos ejecutaban la suerte los grandes picadores para mostrar su poderío, y según acudió el veragüeño a la suerte con el regatón provocó un tumbo, pero luego Trigo, dando la vuelta a la garrocha, le picó pie a tierra, haciéndole más tarde el quite sus compañeros y retirándose a pie al callejón entre grandes ovaciones.

Posteriormente, saldría el quinto de Veragua, de nombre Culebro, que recibiría un marronazo de Bruno Azaña, dando con éste en tierra. Trigo y Muñoz salieron a los medios y le volvieron a picar. Después de esto, Trigo le citó con el regatón y le detuvo, luego arrojó la vara, le tiró el castoreño al toro y como éste no se arrancaba, bajó del caballo, lo despidió y se fue andando hacia el callejón, saltando airosamente la barrera. La emoción se desbordó en el graderío y las aclamaciones acompañaron al varilarguero, convirtiéndose en el indiscutible triunfador del festejo.
De este gran suceso dieron cuenta todas las crónicas, aupando a la fama al este excepcional e insólito picador sevillano. Tal sería su trascendencia que varios miembros de su familia, hermanos e hijos, adoptarían esta profesión, siendo José el patriarca, primero de la saga, de una larga dinastía de grandes varilargueros: los Trigo. Uno de sus hijos, Juan, incluso llegaría a superar la fama de su padre, años más tarde.

Como comentario final, simplemente añadir que qué diferentes eran los picadores de entonces de los de ahora.
DOMINGO 1 DE OCTUBRE DE 2006
Fuente: http://taurofilia.blogspot.com/2006/10/jos-trigo-un-gran-picador-sevillano.html

1 comentario:

  1. ¡Qué diferentes los picadores y los toros también.!
    Cuánta emoción tenía la suerte de varas.
    Hoy en día muchas veces es nada más que un remedo de un tercio tan importante,ya que es la prueba definitiva de la bravura del toro.
    Pican trasero la mayoría de las veces,es una forma demoledora y quienes deberían impedirlo son los toreros y no lo hacen.

    P.U.D.S.

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